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Estudio-vida de Romanospor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2929-3
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ESTUDIO-VIDA DE ROMANOS

MENSAJE CUARENTA Y DOS

EN LA VIDA DIVINA SOMOS SALVOS
DEL INDIVIDUALISMO

Romanos 5:10 es un versículo clave, porque concluye una sección e inicia otra. En este versículo se incluye la muerte reconciliadora de Cristo y Su vida salvadora. La reconciliación incluye la redención y la justificación. Cristo murió en la cruz para redimirnos; es por medio de esta redención que fuimos justificados por Dios y reconciliados con Él. Ya no existe separación entre Dios y nosotros. Sin embargo, todavía tenemos ciertos problemas de orden subjetivo. Por esta razón, incluso después de haber sido reconciliados con Dios, todavía necesitamos ser salvos en la vida de Cristo. Puesto que la reconciliación efectuada por la muerte de Cristo es un hecho ya realizado, Pablo, en 5:10, se refiere a este hecho en el tiempo pasado. Pero debido a que aún nos encontramos en el proceso de ser salvos en vida, Pablo usa el tiempo futuro cuando habla de ser salvos en la vida de Cristo. En este mensaje, estudiaremos el hecho de que la vida divina nos salva del individualismo.

SIETE ASUNTOS NEGATIVOS

En el libro de Romanos Pablo aborda siete asuntos negativos de los cuales necesitamos ser salvos. Ya vimos que el primero de éstos es la ley del pecado. En nuestra carne, es decir, en nuestro cuerpo caído, la ley del pecado actúa en forma automática y espontánea. Esta ley del pecado es el poder del mal que opera espontáneamente en nosotros.

El segundo asunto negativo es la mundanalidad. Nacimos en un ambiente mundano y fuimos criados para ser mundanos. La mundanalidad se encuentra en nuestro mismo ser; por lo tanto, es también un asunto subjetivo, es decir, está relacionado con nuestra constitución intrínseca. No es necesario enseñar a un niño a amar al mundo, porque existe algo en su naturaleza que lo hace amarlo. El amor por el mundo es un elemento de nuestra constitución caída.

El tercer asunto negativo es la tendencia de vivir por nuestra vida natural. Todos tenemos una vida natural y un modo natural de ser. Nuestra constitución misma es natural. Todos estos elementos naturales son enemigos de Dios. Él no tiene nada que ver con nuestro ser natural, con nuestra vida natural, con nuestra fuerza natural, con nuestro modo natural de ser ni con nuestro poder natural. Estos elementos naturales están profundamente arraigados en nuestro ser, mucho más profundo que la ley del pecado. La ley del pecado se relaciona principalmente con nuestra carne, pero nuestro ser natural es nuestro yo. Por causa del propósito de Dios, necesitamos ser salvos en vida de tal modo que ya no vivimos por nuestra vida natural.

Además, necesitamos ser salvos del individualismo, de ser individualistas. Debido a que todos tenemos la tendencia de ser individualistas, por naturaleza a nadie de nosotros nos agrada ser uno con los demás. Nuestra vida matrimonial pone al descubierto cuán individualistas somos. Debido a esto, a ninguna esposa le gusta ser dependiente de su esposo, y a ningún esposo le agrada depender de su esposa. La intención de Dios no es tener un grupo de creyentes individualistas; por el contrario, es edificar el Cuerpo para el cumplimiento de Su propósito. Para esto necesitamos ser salvos del individualismo.

La vida de Cristo también nos salva de ser divisivos. Aunque hablamos mucho acerca de la unidad, en realidad no nos gusta ser uno, porque esto es ser restringidos, atados y, finalmente, morir al yo. ¿En dónde está la unidad del cristianismo actual? Durante siglos ha habido gran escasez de unidad entre los cristianos. En vez de unidad, se ha dado división tras división. Toda división proviene del elemento divisivo inherente a nuestra naturaleza caída.

El sexto asunto negativo del que necesitamos ser salvos es el de manifestar la semejanza del yo. Al hablar de la semejanza del yo, hacemos referencia a la apariencia y expresión de nuestro yo natural. Necesitamos ser salvos de manifestar la semejanza del yo al ser conformados a la imagen del Hijo de Dios. En muchos aspectos aún no tenemos la semejanza de Cristo. En lugar de eso, la semejanza que proyectamos es la del yo. Por lo tanto, necesitamos ser salvos de manifestar la semejanza del yo y ser conformados a la semejanza del Cristo glorioso.

Finalmente, necesitamos ser salvos de nuestro cuerpo natural. Con el tiempo, en la plena salvación que Dios efectúa, nuestro cuerpo será glorificado. El día se acerca cuando nuestro cuerpo físico será transfigurado.


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