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Estudio-vida de 1, 2 y 3 Juan, Judaspor Witness Lee

ISBN: 0-7363-3089-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 13 de 49 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE 1 JUAN

MENSAJE TRECE

LOS REQUISITOS CORRESPONDIENTES
A LA COMUNIÓN DIVINA

(5)

Lectura bíblica: 1 Jn. 2:1-2

En este mensaje examinaremos los versículos 1 y 2 del capítulo 2.

HIJITOS

En 1 Juan 2:1 leemos: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno peca, tenemos ante el Padre un Abogado, a Jesucristo el Justo”. Al usar la expresión “hijitos míos” Juan se refería a todos los creyentes, sin importar su edad. La palabra griega traducida “hijitos” es teknía, la cual es la forma plural de téknion, hijito, el diminutivo de téknon, hijo. Ésta era una palabra que a menudo usaban las personas de edad al dirigirse a los más jóvenes. “Es un término que denota afecto paternal. Se aplica a los cristianos sin tener en cuenta el crecimiento. Se usa en los versículos 12, 28; 3:7, 18; 4:4; 5:21; Juan 13:13; y Gálatas 4:19” (Darby). El apóstol, ya entrado en años, consideraba como amados hijos suyos en el Señor a todos los destinatarios de su epístola. En los versículos del 13 al 2 los clasificó en tres grupos: niños, jóvenes y padres. Los versículos del 1 al 12 y del 28 al 29 están dirigidos a todos los destinatarios en general, y los versículos del 13 al 27, a los tres grupos respectivamente, según su crecimiento en la vida divina.

LA INTENCIÓN DE JUAN

En 2:1 Juan les dice a los hijitos que les escribe “estas cosas”. Éstas son las cosas mencionadas en 1:5-10 con respecto a que es posible que todavía pequen los hijos de Dios, los creyentes regenerados, quienes poseen la vida divina y participan de su comunión (1:1-4).

Juan les dice a los destinatarios de esta epístola: “Os escribo para que no pequéis”. Estas palabras y la frase si alguno peca, en el versículo que sigue, indican que todavía es posible que los creyentes regenerados pequen. Aunque ellos poseen la vida divina, aún les es posible pecar si no viven por la vida divina y no permanecen en la comunión de dicha vida. La palabra griega traducida “pecados” está aquí en aoristo subjuntivo, lo cual denota un hecho aislado, y no una acción que se repite de forma habitual.

Las palabras para que no pequéis revelan la intención de Juan al escribir acerca del pecado, de la confesión de los pecados, y del hecho de que Dios nos perdona y nos limpia; su intención, su propósito, era que nosotros no pecáramos. Como nos lo indica en el capítulo 1, si pecamos, nuestra comunión con el Padre se interrumpirá. Si queremos que nuestra comunión se mantenga activa, tenemos que abstenernos de pecar. Éste es el principal propósito de lo que Juan escribe en el capítulo 1 de esta epístola.

En el capítulo 1, Juan nos muestra que hemos recibido la vida divina y que esta vida nos ha introducido en la comunión divina. En la comunión divina recibimos luz y, por eso, ahora debemos andar en luz como Dios está en luz (1:5, 7). Sin embargo, debemos tener presente que todavía tenemos el problema del pecado, es decir, que todavía el pecado mora en nosotros, y que debemos estar alertas con respecto a éste. Aun después de nuestra regeneración, el pecado que entró en el linaje humano a través de Adán permanece en nuestra carne. Aunque nuestro espíritu fue regenerado, la vida de Dios fue impartida a nuestro espíritu y el Espíritu de Dios mora en nuestro espíritu, el pecado todavía mora en nuestra carne. Es preciso reconocer el hecho de que en nuestra carne mora el pecado que entró en la humanidad a través de Adán, y, asimismo, tenemos que estar alertas, no sea que cometamos pecados. Si no permanecemos alertas, pecaremos, y nuestros pecados interrumpirán la comunión que disfrutamos con Dios. Y una vez que nuestra comunión con Él se interrumpa, perderemos el disfrute de la vida divina.

Podríamos decir que en el capítulo 1 encontramos una advertencia, un recordatorio y un mandato en cuanto a la necesidad de estar alertas. Efectivamente, hemos recibido la vida divina, y la vida divina es ahora nuestro disfrute que nos lleva a tener comunión con el Dios Triuno. ¡Esto es maravilloso! Pero es preciso entender que todavía existe el problema del pecado que mora en nosotros. Ya que el pecado mora en nuestra carne, aún existe la posibilidad de que nuestro disfrute de la vida divina se vea interrumpido si llegamos a cometer algún pecado.

Si no reconocemos que el pecado todavía mora en nuestra carne y, en vez de ello, nos engañamos en este asunto, definitivamente pecaremos. Entonces perderemos el disfrute que tenemos de la vida divina. Por lo tanto, si hemos de permanecer en el disfrute de la vida divina y en la comunión de la vida divina, debemos reconocer que tenemos el pecado en nuestra carne y que el pecado está al asecho, esperando la oportunidad para hacernos daño, interrumpir nuestra comunión con el Dios Triuno y alejarnos del disfrute que tenemos de la vida divina, la cual recibimos mediante la regeneración.

Ahora podemos ver cuál era el propósito de Juan al escribir el capítulo 1. Él no quería que los creyentes perdieran el disfrute de la vida divina, así que les dijo en 2:1: “Estas cosas os escribo para que no pequéis”. Ésta era la intención de Juan y también lo que esperaba de ellos. Además, estas palabras son una advertencia y un recordatorio con respecto a la posibilidad de pecar.


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