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Estudio-vida de 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemónpor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2769-X
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Actualmente disponible en: Capítulo 21 de 28 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE TITO

MENSAJE UNO

EL ESTABLECIMIENTO DE LA AUTORIDAD
EN LA IGLESIA

Lectura bíblica: Tit. 1:1-9

Es muy conveniente que conozcamos la secuencia en que fueron escritos los cuatro libros de 1 y 2 de Timoteo, Tito y Filemón. Filemón se escribió primero, durante el primer encarcelamiento de Pablo en Roma. Después de que Pablo fue liberado de la prisión, él escribió 1 Timoteo y la Epístola a Tito. Finalmente, durante su segundo encarcelamiento, cuando Nerón llevó a cabo su persecución, escribió su última epístola, 2 Timoteo.

I. EL TEMA DEL LIBRO:
MANTENER EL ORDEN EN LA IGLESIA

El tema del libro de Tito es el de mantener el orden en la iglesia. Durante el primer encarcelamiento de Pablo en Roma, las iglesias estaban siendo probadas. Durante ese tiempo de prueba, resultó evidente que algunas iglesias no tenían un buen orden. Así que, después de ser puesto en libertad, Pablo visitó varios lugares, incluyendo la ciudad de Éfeso y la isla de Creta. Percatándose de cuál era la situación de las iglesias, Pablo sintió la urgencia de escribirle una epístola a Tito para darle instrucciones sobre cómo mantener el debido orden de una asamblea local. Éste es el contexto histórico de este libro y también la razón por la cual fue escrito. Si se ha de mantener el orden de la iglesia, es menester establecer en ella la autoridad. Por consiguiente, en este mensaje, basándonos en 1:1-9, examinaremos el establecimiento de la autoridad en la iglesia. Como veremos, esto tiene mucho que ver con el nombramiento de ancianos en cada ciudad (v. 5).

II. INTRODUCCIÓN

A. Pablo, esclavo de Dios y apóstol de Jesucristo

Examinemos primero Tito 1:1-9 versículo por versículo, y luego veamos más detalladamente algunos asuntos cruciales.

Tito 1:1 dice: “Pablo, esclavo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios, y el pleno conocimiento de la verdad, la cual es según la piedad”. Pablo fue constituido apóstol conforme a cuatro asuntos: el mandato de Dios (1 Ti. 1:1), la fe de los escogidos de Dios, la promesa de vida (2 Ti. 1:1) y el pleno conocimiento de la verdad. El mandato, por parte de Dios, habla por Él y nos exige algo de nuestra parte. La fe, por parte nuestra, responde a los requisitos de Dios y recibe Su gracia. Tener fe es proclamar que somos incapaces de cumplir los requisitos de Dios, que Dios lo ha hecho todo por nosotros y que nosotros hemos recibido lo que Él ha hecho. La vida prometida por Dios es lo que hemos recibido de Él para llevar a cabo Sus exigencias. Pablo era este tipo de apóstol para administrar la economía neotestamentaria de Dios.

En Tito 1:1 Pablo se refiere a los escogidos de Dios, o sea, a los que creen en Cristo, quienes fueron escogidos por Dios el Padre antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4) y elegidos de entre la humanidad para salvación.

Pablo era apóstol no sólo conforme a la fe de los escogidos de Dios, sino también conforme al pleno conocimiento de la verdad. La fe consiste en recibir todo lo que Dios ha planeado para nosotros, todo lo que Él ha hecho por nosotros y todo lo que Él nos ha dado. El pleno conocimiento de la verdad es una comprensión cabal de la verdad, un reconocimiento pleno y un gran aprecio por la realidad de todas las cosas espirituales y divinas que hemos recibido por medio de la fe. El apostolado concuerda con tal comprensión y aprecio de la realidad de la economía eterna de Dios.

En 1:1 Pablo indica que la verdad es según la piedad. La verdad, la realidad, de la economía eterna de Dios es según la piedad, la cual es Dios manifestado en el hombre. El apostolado imparte esta realidad en los elegidos de Dios, en aquellos que han creído en Él, y cumple tal piedad entre ellos por medio de la predicación, la enseñanza y la administración en la Palabra y en el Espíritu (1 Ti. 6:3).

En el versículo 2 Pablo dice además: “En la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes de los tiempos de los siglos”. Pablo era apóstol no solamente conforme a la fe y al conocimiento de la verdad, sino también en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió en la eternidad. Esto corresponde a la frase “según la promesa de vida”, mencionada en 2 Timoteo 1:1. “En la esperanza de la vida eterna” significa sobre la base de la vida eterna, supeditada a la vida eterna o contando con la esperanza de la vida eterna. La vida eterna, la vida increada de Dios, no solamente tiene como fin que nosotros participemos de ella y la disfrutemos hoy, sino también que la heredemos (Mt. 19:29) en toda su plenitud por la eternidad. Lo que experimentamos de la vida eterna hoy, nos hace aptos para heredarla en el futuro. El disfrute que tenemos de la vida eterna hoy es un anticipo, mientras que la vida eterna que heredaremos en la era venidera y en la eternidad será el disfrute pleno. De ahí la expresión la esperanza de la vida eterna. Ésta es la esperanza bienaventurada que se revela en 2:13, la cual incluye la libertad de la gloria de la plena filiación, la redención de nuestro cuerpo (Ro. 8:21-25), la salvación que será revelada en el tiempo postrero (1 P. 1:5) y la esperanza viva de la herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible reservada para nosotros en los cielos (1 P. 1:3-4). Ésta es la bendición espiritual, divina y celestial de la vida eterna, que disfrutaremos tanto en el milenio como en el cielo nuevo y la tierra nueva (2 P. 1:11; 3:13; Ap. 21:6-7), a la cual se refiere 1 Timoteo 4:8. Pablo asumió su apostolado y cumplió su ministerio apostólico basándose en esta esperanza como una condición, y no en algún beneficio de esta vida, ni tomando algún privilegio basado en la ley. Esto indica que, con respecto a su apostolado, Pablo contaba con la vida divina y confiaba en ella con toda la esperanza de la misma. Ésta es la vida que Dios prometió en la eternidad y que nos fue traída por medio del evangelio (2 Ti. 1:10).

El tema de la Epístola a Tito es mantener el orden en las iglesias. Para ello son indispensables la fe de los escogidos de Dios, la verdad conforme a la piedad, y la vida eterna. Así que desde la introducción misma se enuncian estas tres cosas.

La vida eterna es la vida divina, la vida increada de Dios, la cual no solamente perdura para siempre, sino que también es eterna y divina en su naturaleza. La vida eterna de Dios es dada a todos los creyentes de Cristo (1 Ti. 1:16) y es el elemento principal de la gracia divina que nos fue dada (Ro. 5:17, 21). Esta vida venció la muerte (Hch. 2:24) y la sorberá (2 Co. 5:4). Fue según la promesa de tal vida que Pablo fue apóstol (2 Ti. 1:1). Esta vida y la incorrupción que se deriva de la misma han sido sacadas a la luz y hechas visibles a los hombres por medio de la predicación del evangelio.

La vida eterna fue prometida “desde antes de los tiempos de los siglos”. Ésta debe de ser la promesa que el Padre hizo al Hijo en la eternidad. El Padre nos escogió en el Hijo y nos predestinó para filiación por medio de Él (Ef. 1:5) antes de la fundación del mundo. Es probable que en la eternidad el Padre hubiera prometido al Hijo dar Su vida eterna a Sus creyentes. Al recibir esta vida, los creyentes, quienes fueron dados al Hijo en la eternidad (Jn. 17:2), llegarían a ser Sus hermanos (He. 2:11).

En el versículo 3 Pablo añade: “Pero a su debido tiempo manifestó Su palabra en la proclamación que me fue encomendada según el mandato de Dios nuestro Salvador”. La frase “a su debido tiempo” no se refiere a los tiempos de los siglos, aunque sí se refiere a la vida eterna mencionada en el versículo 2, es decir, denota el tiempo apropiado en que la vida eterna se manifestaría.

La frase “Su palabra”, que aparece en el versículo 3, corresponde a la vida eterna mencionada en el versículo 2. Esto concuerda con 1 Juan 1:1 y 2.


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