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Estudio-vida de Colosensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0342-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 44 de 65 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE COLOSENSES

MENSAJE CUARENTA Y CUATRO

ARRAIGADOS EN CRISTO PARA CRECER
CON EL CRECIMIENTO DE DIOS

Lectura bíblica: Col. 2:6, 7, 19; 1:28; Ef. 4:15-16, 13

Debido a que hemos sido injertados en Cristo, hemos entrado en Él. El hecho de entrar en Cristo tiene que ver con la vida y con el crecimiento de vida. No entramos en Cristo de la misma manera que entramos en un cuarto. El hecho de entrar en un cuarto no tiene nada que ver con la vida ni el crecimiento, pero entrar en Cristo, sí. En Romanos 6:5 Pablo dice que “hemos crecido juntamente con Él en la semejanza de Su muerte”. Ahora estamos creciendo con Cristo en la semejanza de Su resurrección.

EL INJERTO Y EL CRECIMIENTO

En el mensaje anterior, dijimos que es en el bautismo que crecemos juntamente con Cristo en la semejanza de Su muerte. El bautismo no es un ritual sin vida, sino una experiencia muy relacionada con la vida y el crecimiento. Cada vez que bautizamos a los creyentes, debemos ayudarles a comprender que por medio del bautismo ellos crecerán juntamente con Cristo, por haber sido injertados en el Cristo crucificado y resucitado. La crucifixión de Cristo produjo una hendidura en Él, para que nosotros fuésemos injertados en Él, y Su resurrección nos introdujo en el proceso del crecimiento. Ahora que hemos sido injertados en Cristo, debemos crecer en Él día a día.

En 1 Corintios 3 Pablo habla también del crecimiento. En el versículo 9 él dice que los creyentes son la labranza de Dios. En el versículo 6, él dice: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios”. Esto implica que los santos son plantas en la labranza de Dios. En la iglesia, la labranza de Dios, somos plantas que crecen.

El concepto de crecer como plantas se halla también en Romanos 11, donde Pablo usa el ejemplo en el que se injerta la rama de un olivo silvestre en un olivo cultivado. A los ojos de Dios, somos plantas o árboles. En Romanos 6:5 Pablo usa una palabra griega particular para indicar el crecimiento. Es muy difícil encontrar un equivalente español para esta palabra, la cual significa crecer como resultado de ser plantados o injertados. Tanto el hecho de plantar como el de injertar tienen como objetivo el crecimiento. Uno planta un árbol para que crezca. Del mismo modo, el propósito del injerto es el crecimiento. Hace poco, un hermano dio una definición maravillosa de esta palabra griega, la cual se halla en Commentary on Romans [Comentario sobre el libro de Romanos] de Frederick Louis Godet (pág. 243). Godet dice allí que esta palabra denota “la unión orgánica en virtud de la cual un ser participa de la vida, del crecimiento y de las etapas de existencia, de otro ser”. Mediante la unión orgánica de dos plantas, efectuada por el injerto, una planta participa de la vida y características de la otra. ¡Qué maravillosa forma de crecer! Si aplicamos esta definición a nuestra experiencia espiritual, podemos decir que hemos sido injertados en el “árbol” del Dios Triuno procesado, vivificante y todo-inclusivo, quien es el Espíritu todo-inclusivo. Puesto que hemos llegado a ser uno con Él por medio del injerto, nosotros ahora participamos de la vida y de las características de Aquel que es todo-inclusivo, y de esta manera podemos crecer.

ARRAIGADOS EN LA TIERRA VIVA

En el libro de Colosenses hallamos algunas implicaciones de que los creyentes deben crecer como plantas que están arraigadas a la tierra. Si hemos de entender la Biblia, es necesario que entendamos tanto el significado explícito de las palabras, así como lo que éstas implican. A veces, la revelación que se expresa por medio de las implicaciones de un versículo es más profunda que la revelación que transmiten las declaraciones explícitas. Podemos ver esto en Colosenses 2:6 y 7. El versículo 7 dice que hemos sido “arraigados” en Cristo, lo cual deja implícito que, a los ojos de Dios, nosotros somos plantas. Los que han sido bautizados en Cristo son plantas que están arraigadas en Cristo.

La frase “arraigados y sobreedificados en El” se refiere a los que andan, los cuales se mencionan en el versículo anterior. Debemos andar en Cristo, arraigados y sobreedificados en Él. Esto significa que andamos como resultado de haber sido arraigados en Cristo. Si no hemos sido arraigados en Él, no podemos andar en Él. Como plantas vivas, somos plantas que andan. Andamos siendo arraigados en Cristo. ¡Qué plantas más maravillosas y misteriosas son los cristianos! Somos plantas que andan y a la vez crecen.

Algunos pueden pensar que no es lógico decir, por una parte, que podemos ser arraigados y, por otra, que andamos. ¿Cómo puede alguien que ha sido arraigado en Cristo andar también en Él? La respuesta es que la tierra en la cual hemos sido arraigados es una tierra viva. Puesto que hemos sido arraigados en una tierra viva y móvil, vivimos y nos movemos en Él. Así que, en realidad no somos nosotros quienes andamos; es la tierra la que se mueve. ¡Alabado sea el Señor porque estamos arraigados en Cristo quien es la tierra viva! Puesto que la tierra se mueve, nosotros también nos movemos. Según lo que se halla implícito en estos versículos, es correcto sacar esta conclusión.

No debemos pensar que somos nosotros los que andan en la tierra. Si tratamos de andar, tropezaremos y caeremos. Luego, Satanás puede derrotarnos y extraviarnos. Debemos considerarnos plantas que están arraigadas en Cristo, nuestra tierra viva. Como aquellos que han sido arraigados en Él, nosotros andamos a medida que Él se mueve. En esto consiste andar en Él.

Colosenses 2:6 nos exhorta a andar en Él. La frase “en El” modifica el verbo andar, lo cual indica que no podemos andar en Cristo a menos que hayamos sido arraigados en Él. Por tanto, andamos en la tierra viva en la cual hemos sido arraigados.

Al examinar Colosenses 2:6 y 7, vemos que crecer en Cristo significa andar en Él. Ya hemos hecho notar que la frase “arraigados y sobreedificados en El” está vinculada con la palabra andar. Dicha frase nos define cómo andar en Cristo. Nosotros andamos en Él debido a que hemos sido arraigados en el Cristo móvil.

El hecho de que andar en Cristo es algo que depende del crecimiento, está indicado por la palabra “arraigados”. Las plantas se arraigan en la tierra para que crezcan. Si queremos que un árbol crezca, hay que arraigarlo correctamente. Un árbol sin raíces se seca porque no puede absorber la humedad del suelo. Sin embargo, un árbol puede crecer si absorbe la humedad por medio de sus raíces.

Aunque el propósito de arraigar algo es el crecimiento, Colosenses 2:6 no habla del crecimiento, sino de andar en Cristo. No obstante, el significado implícito en estas palabras es que el verdadero crecimiento lo constituye nuestro andar en Cristo. No crecemos cuando andamos en nosotros mismos, sino cuando andamos en Cristo. Hemos visto que si queremos andar en Él, primero debemos arraigarnos en Él, la tierra viva. Luego, andamos a medida que Él se mueve y actúa. Este andar constituye el verdadero crecimiento.


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