Información del libro

Estudio-vida de Hebreospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3845-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 32 de 69 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE HEBREOS

MENSAJE TREINTA Y DOS

UN GRAN SUMO SACERDOTE REAL Y PERPETUO

En el mensaje anterior dijimos que nuestro Cristo es subjetivamente objetivo. Pero ¿qué queremos decir con esto? Este tema es muy emocionante. Cierta noche, en 1968, un hermano me dijo: “Hermano Lee, en todos los Estados Unidos, los predicadores, pastores y ministros, han estado diciendo a la gente por muchos años que deben acudir al Señor que está en los cielos. Pero desde que usted llegó a este país, nos ha estado diciendo que debemos volvernos a nuestro espíritu donde podemos reunirnos con el Señor, lo cual es absolutamente diferente. Tal parece que hay dos direcciones”. Sí, indudablemente existen dos direcciones. Como indicamos en el mensaje anterior, el Señor no está más aquí en la tierra, sino en el trono celestial. No hay ninguna duda al respecto. Pero si el Señor estuviera solamente en el trono en el cielo, ¿cómo podría la gente aquí en la tierra tenerlo como su vida? Si Él estuviera solamente en el cielo, estaría demasiado lejos para tenerlo como nuestra vida y nuestra provisión de vida diaria. ¿Cómo podría el Señor, quien de hecho es objetivo, hacerse subjetivo para nosotros en nuestra vida cotidiana? Ésta es la pregunta que debemos contestar.

El secreto para poder contestar esta pregunta se halla en el libro de Hebreos. Específicamente, se halla en 4:12, que habla acerca de la separación del alma y el espíritu. Al parecer, el escritor comienza a hablar de este asunto de un momento a otro y sin ningún motivo. El capítulo 4 habla acerca del reposo sabático y, doctrinalmente, no parece haber ninguna relación entre el reposo sabático y nuestro espíritu humano. Una cosa es el reposo sabático y otra cosa es nuestro espíritu. Estas dos cosas no parecen guardar ninguna relación entre sí. Pero Hebreos 4:14 prosigue diciendo que tenemos “un gran Sumo Sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios”, y luego el versículo 16 nos exhorta a acercarnos “confiadamente al trono de la gracia”. Ya que nuestro gran Sumo Sacerdote se encuentra en el trono celestial, ¿cómo podemos tocarlo? ¿Cómo podemos experimentarlo?

El escritor de Hebreos nos exhorta diciendo: “Acerquémonos”. Quisiera decir algo respecto a esta palabra. Esta palabra se usa varias veces en el libro de Hebreos: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia” (4:16); “Acerquémonos al Lugar Santísimo” (10:22); “Los que por Él se acercan a Dios” (7:25); y “El que se acerca a Dios” (11:6). Debemos, por tanto, acercarnos a tres cosas: al Lugar Santísimo, al trono de la gracia y a Dios mismo. No retroceda, más bien, acérquese. En griego la palabra acerquémonos es también una sola palabra. La mayoría de la versiones traducen esta palabra como “aproximémonos” o “acerquémonos”. Sin embargo, según el mejor lexicón griego, el significado más básico de este término es el de “venir adelante”.

Debemos comprender el contexto en que se escribió el libro de Hebreos. Como ya hemos visto, los destinatarios de este libro, los creyentes hebreos, estaban en peligro de retroceder. Puesto que se hallaban indecisos y vacilantes, el propósito de este libro era animarlos a que se acercaran. El escritor no les dijo que avanzaran, sino que se acercaran, lo cual indica que el escritor mismo ya se hallaba en ese lugar particular y que su deseo era que quienes leyeran esta epístola vinieran adonde él estaba. Así que les dijo que se acercaran al Lugar Santísimo, al trono de la gracia y a Dios mismo. ¿Dónde está Dios? Él está sentado en el trono de la gracia. ¿Dónde está el trono de la gracia? En el Lugar Santísimo. Mientras escribía este libro, el escritor estaba en el Lugar Santísimo, llamando a los creyentes hebreos a que se acercaran allí.

He aquí un problema: ¿dónde están el Lugar Santísimo y el trono de la gracia? Basándonos en nuestra experiencia, diríamos que estos dos están unidos a nuestro espíritu. Si el Lugar Santísimo así como el trono de la gracia están unidos a nuestro espíritu, entonces indudablemente Dios debe estar en nuestro espíritu, puesto que Él está en el trono de la gracia. Siempre y cuando el Lugar Santísimo y el trono de la gracia estén unidos a nuestro espíritu, Dios estará también en nuestro espíritu.

Si usted consulta con muchos cristianos, preguntándoles dónde están el Lugar Santísimo y el trono de la gracia, ellos le dirán que están en el cielo. Hay una base sólida en la Biblia que nos permite afirmar esto. Doctrinalmente, es completamente válido decir esto. No obstante, tenemos que hacernos la siguiente pregunta: Si el trono de la gracia está en el cielo y nosotros estamos en la tierra, ¿cómo entonces podemos acercarnos al trono? ¿Existe alguna forma en que nosotros, que estamos en la tierra, podamos tocar el trono de la gracia, que está en el cielo? Según su propia teología, muchos cristianos no tienen ninguna posibilidad de tocar el trono de la gracia hoy. El trono de la gracia se encuentra muy lejos de ellos y, de igual forma, el Lugar Santísimo, que está en el cielo, también está muy distante de ellos. Es cierto que doctrinalmente el Lugar Santísimo y el trono de la gracia están en el cielo. Pero dado que nosotros estamos en la tierra, ¿cómo podemos hoy en día entrar al Lugar Santísimo y tocar el trono de la gracia? Del mismo modo, ya que hoy Cristo está en el trono celestial objetivamente, ¿cómo puede este Cristo objetivo convertirse en nuestra experiencia subjetiva? Según las enseñanzas objetivas esto no es posible.

La Biblia habla acerca de un lugar llamado Bet-el, que es la casa de Dios (v. 19). En este lugar hay una escalera que une la tierra con el cielo (v. 12), y por esta escalera los ángeles de Dios ascienden y descienden. Esto indica que esta escalera une la tierra con el cielo y el cielo con la tierra. Entre la tierra y el cielo hay un gran tráfico, gran movimiento, tal como lo indica el ascender y descender de los ángeles. Este tráfico no sucede en cualquier lugar de la tierra, sino en este lugar especial llamado Bet-el, la casa de Dios.

Podemos usar la electricidad como un ejemplo del tráfico que se lleva a cabo entre la tierra y el cielo. La central de energía eléctrica puede estar muy lejos de su casa; pero existe un fluir eléctrico, un tráfico eléctrico entre la hidroeléctrica y su casa. Los cables de energía son los que conducen la electricidad desde la planta eléctrica hasta su casa. De la misma forma, hay mucho tráfico, mucho movimiento entre la tierra y el cielo. Cristo es la escalera que hace posible este tráfico. Sobre esta escalera hay muchas cosas que ascienden y descienden, muchas cosas van y venen. Y esta escalera está en la casa de Dios.

Sin embargo, todo lo que hemos dicho hasta ahora aún está en el campo de la doctrina. ¿Dónde está la casa de Dios en la tierra hoy? Después de estudiar la Biblia por muchos años, finalmente llegué a la conclusión que hoy en día Bet-el, la casa de Dios, se encuentra en nuestro espíritu. Efesios 2:22 afirma que nosotros somos “juntamente edificados para morada de Dios en el espíritu”. La iglesia hoy es la morada de Dios, la casa de Dios, y ésta se halla en nuestro espíritu. Cuando nosotros, quienes conformamos la iglesia, nos reunimos en nuestro espíritu, ciertamente allí está Bet-el, la casa de Dios. Entonces inmediatamente ese lugar se une con el cielo, porque es allí donde está la escalera que une la tierra con el cielo y que trae el cielo a la tierra. Espontáneamente, tenemos un tráfico, un movimiento, entre la tierra y el cielo. Sin embargo, cada vez que nos salimos de nuestro espíritu, y caemos en nuestra mente y en nuestra parte emotiva, Bet-el desaparece. ¿Dónde está Bet-el hoy? Está en nuestro espíritu. Ya que Bet-el, la casa de Dios, está en nuestro espíritu, nuestro espíritu es el lugar donde Cristo, la escalera celestial, nos une con el cielo y trae el cielo a nosotros. Según esta revelación y nuestra experiencia, podemos afirmar con toda confianza que el Lugar Santísimo y el trono de la gracia están unidos a nuestro espíritu.

Por esta razón, el escritor de Hebreos nos dijo en 4:12 que primero nuestro espíritu debía ser separado de nuestra alma, y que después podríamos acercarnos al Lugar Santísimo, al trono de la gracia y al propio Dios, quien está en el trono de la gracia en el Lugar Santísimo. El secreto de esta experiencia es la separación entre el alma y el espíritu.

¿Es Cristo una persona objetiva para nosotros? Sí, es un hecho que Él es objetivo. No obstante, en nuestra experiencia, Él es subjetivamente objetivo. Él es objetivo porque está en el cielo. Pero nosotros no necesitamos ir al cielo para experimentarlo. Mientras estamos en la tierra hoy, podemos experimentar en nuestro espíritu al Cristo que está en el cielo. Ciertamente Cristo es objetivo, pero la experiencia que tenemos de Cristo es subjetiva. Tenemos la experiencia subjetiva del Cristo objetivo. ¿Cómo puede el Cristo objetivo transmitirse a nuestra experiencia subjetiva? Por medio de la escalera celestial que nos une con el cielo y que trae el cielo a nosotros. ¿Cómo puede la electricidad “objetiva” que está tan lejos en la planta eléctrica, llegar a ser la electricidad “subjetiva” que usamos en nuestros hogares? Por medio de los cables que conducen la electricidad desde la central de energía hasta nuestras casas. En realidad, la electricidad “objetiva” se encuentra en la hidroeléctrica, pero es “subjetiva” en el momento de usarla cuando se encuentra en nuestros hogares. Es así como podemos experimentar subjetivamente al Cristo objetivo. Mientras estamos en la tierra podemos experimentar al Cristo que está en el cielo. Esto es maravilloso. Día tras día, yo puedo experimentar al Cristo que está en el cielo. Así, aunque Él es una persona objetiva, en mi experiencia, Él es subjetivo.

¿Dónde está Cristo hoy? No podemos contestar esta pregunta de una manera sencilla. Debemos decir que, de hecho, Cristo está de forma objetiva en los cielos, pero que, según nuestra experiencia, Él está en nuestro espíritu de forma subjetiva. De este modo, el Cristo objetivo que está en los cielos llega a ser nuestra experiencia subjetiva en nuestro espíritu. En el mensaje anterior vimos que necesitamos estar en el “segundo piso” a fin de experimentar a Cristo. ¿Dónde está este segundo piso? Se encuentra unido a nuestro espíritu. Ya que este segundo piso está unido a nuestro espíritu, debemos volvernos a nuestro espíritu para experimentar al Cristo mismo que está en los cielos.


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