Estudio-vida de Deuteronomiopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6649-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En este mensaje abarcaremos los estatutos generales y las ordenanzas con respecto a cuidar de los intereses de otros, con respecto a mixturas de cualquier tipo, con respecto a dejar en libertad a los animales que producen y con respecto a perder el derecho a entrar en la congregación de Jehová.
En 22:1-4 y 8 se nos habla con respecto a cuidar de los intereses de otros.
Un israelita no debía ver extraviado el buey de su hermano, o su oveja, y desentenderse, sino que debía devolverlos a su hermano (v. 1).
La palabra hermano en 22:1 indica que, a los ojos de Dios, todos los hijos de Israel eran miembros de una sola familia. Toda la nación era una gran familia. El buey o la oveja que se extraviaba era un animal que pertenecía, no meramente a otro hombre, sino al hermano de uno. Devolver al hermano el buey o la oveja que se extraviaba equivalía a cuidar de los intereses del hermano. Entre nosotros hoy en día debe darse la práctica de cuidar de los intereses de los hermanos y las hermanas.
Si su hermano no vivía cerca, o no lo conocía, el israelita debía traer a su casa el buey o la oveja extraviada hasta que su hermano lo reclamaba (v. 2a). Entonces, debía devolvérselo (v. 2b).
“Así harás con su asno, y así harás con su vestido; y así harás con toda cosa perdida de tu hermano, lo que él haya perdido y tú hayas hallado. No podrás desentenderte de ellas” (v. 3). Esto indica que un israelita que hallaba cualquiera de las cosas que se le extraviaba a su hermano, debía encargarse de ellas por él.
Un israelita no debía ver el asno de su hermano, o su buey, caído en el camino y desentenderse de ellos; él debía ayudar a su hermano a levantarlos (v. 4). En ese caso, el dueño estaba presente, pero necesitaba ayuda para levantar el asno o el buey.
Cuando un israelita edificaba casa nueva, debía hacerle pretil a su azotea, para que no trajese culpa de sangre sobre su casa si de ella caía alguno (v. 8). En aquellos días, las casas tenían azoteas planas. El pretil que se hacía en la azotea servía de protección para evitar que las personas se cayeran.
Deuteronomio 22:5, 9-12 trata sobre las mixturas de cualquier tipo.
La mujer no debía vestir traje de hombre, ni el hombre debía vestir ropa de mujer (v. 5a). Cualquiera que hacía eso era abominación a Jehová su Dios (v. 5b). La apariencia de los hermanos y las hermanas debe ser tal que marque una clara distinción entre el hombre y la mujer.
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