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Estudio-vida de Mateopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1422-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 56 de 72 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE MATEO

MENSAJE CINCUENTA Y SEIS

UNA CALUROSA BIENVENIDA PARA EL REY CELESTIAL, LA PURIFICACION DEL TEMPLO Y
LA MALDICION DE LA HIGUERA

En este mensaje llegamos a Mateo 21:1-22, donde se abarcan tres asuntos: la bienvenida extendida al Rey manso (vs. 1-11); la purificación del templo (vs. 12-17); y la maldición de la higuera (vs. 18:22).

El capítulo dieciséis da un giro crucial al Evangelio de Mateo. Antes de los eventos descritos en este capítulo, el Señor Jesús fue a Jerusalén varias veces. Pero en el capítulo dieciséis El condujo a Sus discípulos hacia el norte, lejos de Jerusalén, la cual estaba en el centro de la tierra santa, en el territorio de Benjamín. A partir del capítulo dieciséis el Señor gradualmente regresa del norte, hacia Jerusalén.

De Mateo 16:13 a Mateo 23:39 se presenta una narración de la senda de rechazos por la cual anduvo el Señor. En esta sección vemos las actividades del Señor en varias regiones: antes de ir a Judea (16:13—18:35); de Galilea a Judea (19:1—20:16); en el camino hacia Jerusalén (20:17—21:11); y en Jerusalén (21:12—23:39). Así que, Mateo 21:1 dice: “Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos...” Ellos habían emprendido el viaje desde Galilea en Mateo 19:1, continuaron por el camino en 20:17, y pasaron por Jericó en 20:29. En el capítulo veintiuno llegan al monte de los Olivos, el cual está en los linderos de Jerusalén, en las afueras de esa ciudad. Este capítulo habla del comienzo de la última semana en que el Señor estuvo sobre la tierra.

Al regresar a Jerusalén el Señor no tenía el propósito de ministrar, predicar, enseñar ni hacer milagros, sino de presentarse como el Cordero de Dios para ser inmolado, crucificado.

1. UNA CALUROSA BIENVENIDA, PARA EL REY MANSO

A. La llegada del Rey manso

De acuerdo con los cuatro evangelios, el Señor Jesús nunca hizo nada para asegurarse una recepción calurosa. Por el contrario, siempre estuvo preparado para el rechazo. Pero en Mateo 21:1-11 El sí hizo algunas preparaciones para ser recibido calurosamente.

1. Bajo la mano soberana del Señor

La bienvenida dada al Señor aquí se efectuó bajo Su mano soberana. En los versículos 2 y 3 el Señor dijo a Sus discípulos: “Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y en seguida hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dice algo, decid: El Señor los necesita; y en seguida los enviará”. Si yo hubiera estado allí habría dicho: “Señor, ¿cómo sabes que hallaremos una asna atada allí, con un pollino? ¿Y cómo sabes que el dueño nos permitirá traerlos?” Aquí podemos ver la omnisciencia y la soberanía del Señor. El quería que Sus discípulos supieran que El era el Rey soberano, el dueño de todas las cosas, incluyendo el asna y el pollino. Con esto el Señor también les mostró que El era omnisciente, porque sabía todas las cosas sin estar físicamente en cierto lugar. El Señor, al ejercer Su autoridad como Rey, es tanto omnisciente como soberano.

2. Se cumple la profecía

Los versículos 4 y 5 dicen: “Esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por medio del profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna, y sobre un pollino, hijo de bestia de carga”. La manera en que el Rey entró a Jerusalén cumplió la profecía de Zacarías 9:9. El término “la hija” de Sion en Mateo 21:5 se refiere a los habitantes de Jerusalén (cfr. Sal. 137:8; 45:12). Esta profecía estaba siendo cumplida para ellos.

3. Montado en una asna, y sobre un pollino

El versículo 5 dice que el Rey llegó “sentado sobre una asna, y sobre un pollino, hijo de bestia de carga”. Esto indica la condición mansa y humilde en la cual el Señor estaba dispuesto a presentarse a Sí mismo. El Señor no dijo a los discípulos que trajeran una carreta o un carruaje, sino una asna y un pollino. El aun no escogió entrar en un caballo, sino en un pequeño asno. He invertido considerable tiempo para tratar de descubrir por qué el Señor entró en una asna y un pollino. ¿Iba sentado sobre la asna o sobre el pollino? ¿Por qué el Señor necesitó tanto la asna como el pollino, un asno pequeño? El pollino debe de haber sido un asno pequeño porque fue llamado hijo de bestia de carga, y esta bestia debe de haber sido una asna. La asna era probablemente la madre del pollino, y éste su prole. Tanto la madre como su cría trabajaron juntos para llevar al Rey, porque El iba montado tanto en la asna como en el pollino. Tal vez el Señor viajó primero sobre la madre, y luego pasó al pollino al llegar cerca de la ciudad. Marcos y Lucas mencionan sólo al pollino, y no dicen nada del asna (Mr. 11:1-10; Lc. 19:29-38), mientras que Juan habla del pollino, una cría de asna (Jn. 12:14-15). Así que, el énfasis de los cuatro evangelios parece recaer en el pollino.

El asna y el pollino juntos parecen dar una apariencia de mansedumbre y humildad. Si el Señor hubiera montado sólo el asna, la impresión de humildad no habría sido tan sobresaliente. Supongamos que una pequeña hermana se presenta ante nosotros cargando en sus brazos un pequeño bebé. Esto nos daría una profunda impresión de pequeñez. El significado de que el Señor montara una asna no sólo es de pequeñez, sino de mansedumbre. El Rey celestial no vino con un esplendor de altivez, sino con humildad, gentileza y mansedumbre. Esta impresión de mansedumbre es subrayada por el pollino, que junto con el asna llevaba al Rey manso. El Señor Jesús no entró a Jerusalén orgullosamente sobre un caballo, sino montado sobre una humilde asna, y un pequeño pollino. Ningún rey terrenal haría semejante cosa. El Señor Jesús parecía estar diciendo a Sus discípulos: “Traed el asna y el pequeño pollino. Yo entraré a la ciudad sobre una bestia de carga, pero el pollino debe ir al lado también para mostrar Mi mansedumbre. Esto ayudará a la gente a ver cuán manso es el Rey celestial”.

El Señor Jesús no vino a pelear ni a competir, sino a ser un Rey muy manso. La presencia de aquel asno pequeñito dio testimonio de que al Señor no le interesaba pelear ni competir con nadie. Más bien, El era manso y humilde. Yo creo que ésta era la impresión que el Señor quería dar a la gente. Ciertamente El era el Rey celestial, pero no tenía la intención de venir como un gran Rey peleando o compitiendo con los demás. Por el contrario, El vino como un Rey manso sin pelear ni competir con nadie.


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