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Estudio-vida de Marcospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1437-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 14 de 70 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE MARCOS

MENSAJE CATORCE

LAS PARABOLAS DEL REINO

(2)

Lectura bíblica: Mr. 4:1-34

La palabra reino sin duda denota un gobierno, y decir que llevamos la vida del reino significa que estamos bajo el gobierno de Dios. En este mensaje, sin embargo, estudiaremos el reino desde un punto de vista diferente.

LA SEMILLA DEL REINO

Comencemos el estudio del reino con la siguiente pregunta: ¿Qué es el evangelio? Podemos decir que es una persona maravillosa, un Dios-hombre maravilloso. El evangelio nos dice que un día el propio Dios se encarnó. Esta persona maravillosa, el Dios encarnado, es un Dios-hombre. A la edad de treinta años, salió a predicar el evangelio. Como hicimos notar en un mensaje previo, el evangelio, por ser el cumplimiento de las promesas, las profecías y los tipos del Antiguo Testamento, reemplaza el Antiguo Testamento y elimina la ley. La venida del Dios-hombre, Jesucristo, puso fin al Antiguo Testamento. El mismo es el evangelio. Por tanto, el evangelio es este Dios-hombre maravilloso.

Según el capítulo 4 del Evangelio de Marcos, se puede decir que el evangelio es el Dios-hombre maravilloso que vino a sembrarse como la semilla de vida. Esta semilla de vida es transmitida por la palabra del Señor. Acerca de esto, Marcos 4:2-3 dice: “Y les enseñaba en parábolas muchas cosas, y les decía en Su enseñanza: Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar”. La palabra traducida enseñaba está en tiempo imperfecto, lo cual indica una acción repetida en tiempo pasado. La palabra sembrador indica que el Salvador-Esclavo, el Hijo de Dios, vino como la semilla de vida en Su palabra, para sembrarse (v. 14) en el corazón de los hombres a fin de crecer y vivir en ellos, y ser expresado desde su interior. La semilla que se siembra es la palabra que procedía de la boca del Salvador-Esclavo. Así que, Su palabra es la semilla, y en esta semilla está la vida divina. En realidad, la semilla de la vida divina es el Señor mismo.

La semilla que se menciona en el capítulo 4, es la semilla del evangelio. Y del mismo modo que la semilla de un clavel es el clavel mismo, la semilla del evangelio es el evangelio mismo. Jesucristo, el Dios-hombre, es la semilla del evangelio. Cuando hablamos de la semilla del evangelio, queremos decir que la semilla es el evangelio, así como la semilla de un clavel es el clavel mismo.

En Marcos 4 se halla la semilla del evangelio, es decir, el evangelio como semilla. Según 4:3, el Señor sembraba mientras enseñaba. Dicha siembra era la proclamación del evangelio de Dios llevada a cabo por el Salvador-Esclavo, la cual trajo el reino de Dios (1:14-15). Era la siembra de la semilla de vida llevada a cabo por las palabras que hablaba el Salvador-Esclavo (4:26), lo cual indica que Su servicio evangélico consistía en sembrar la vida divina en el pueblo al cual servía. El crecimiento de dicha vida depende de la condición de aquellos a quienes servía, y el producto de la misma difiere según las diversas condiciones de ellos, como se describe en la parábola del sembrador (4:1-20).

El Señor Jesús sembró la semilla en el corazón humano. En Marcos 4 y Mateo 13 se compara el corazón a la tierra. Nuestro corazón es el campo, la tierra, en el cual el Señor Jesús se sembró como semilla de vida, la semilla del evangelio. En la parábola del sembrador, el Señor Jesús es tanto el Sembrador como la semilla. El es el Sembrador que se siembra a Sí mismo como semilla de vida por medio de Su palabra.

En la parábola del sembrador no se hace mención del reino de Dios. Por ejemplo, en 4:3 el Señor ni lo menciona; sólo dice que el sembrador salió a sembrar. ¿Por qué no se menciona el reino en 4:1-8? Se debe a que aunque el reino de Dios se había acercado, no había venido todavía. Pero en 4:26 vemos que el reino había venido. Por esa razón, el Señor pudo decir: “Así es el reino de Dios...”. En 4:30 el Señor preguntó: “¿A qué compararemos el reino de Dios?” En la parábola de la semilla (vs. 26-29) y en la del grano de mostaza (vs. 30-34) el reino de Dios ya estaba presente. Pero en la primera parábola, la del sembrador, todavía no había venido. Como vimos, en esta parábola se siembra la semilla del reino.

Cuando el Señor sembró la semilla del reino de Dios, se sembró El mismo en Sus discípulos. Luego esta semilla pasó por un proceso de desarrollo en el interior de los discípulos por tres años y medio. Como resultado, cuando llegó el día de Pentecostés, el reino de Dios estaba presente con los discípulos. Transcurrieron menos de cuatro años desde el momento en que el Señor salió a predicar el evangelio y el día de Pentecostés, lo cual fue un período en el que la semilla que había sido sembrada en la “tierra” pudo crecer. El crecimiento y el desarrollo de la semilla continuaron hasta el día de Pentecostés, cuando el reino estuvo presente claramente con Pedro y los ciento veinte.

Hablar del reino en su aspecto exterior es fácil, pero es difícil hablar del reino de Dios según la vida interior. Debe impresionarnos el hecho de que el reino de Dios es muy diferente al reino del hombre. El reino del hombre es algo que se organiza, pero el reino de Dios no tienen nada que ver con la organización, sino que depende absolutamente de la vida.

¿Qué es el reino de Dios? El reino de Dios es realmente el Dios-hombre, Jesucristo, sembrado como una semilla en Sus creyentes. Después de sembrarse en ellos, esta semilla crecerá y finalmente se desarrollará hasta llegar a ser un reino.

Jesucristo es la semilla del reino de Dios que fue sembrada en los que creen en El. Ahora esta semilla crece y se desarrolla en ellos. Finalmente, el crecimiento y desarrollo tendrán un resultado: el reino. Este resultado, es decir, el reino, llevará a todos los creyentes del Señor a la meta, la cual también es el reino. El propósito específico del capítulo cuatro del Evangelio de Marcos es revelar el reino de esta manera.


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