Información del libro

Estudio-vida de Colosensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0342-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 57 de 65 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE COLOSENSES

MENSAJE CINCUENTA Y SIETE

MUERTOS CON CRISTO
EN CUANTO A LOS RUDIMENTOS DEL MUNDO
Y RESUCITADOS JUNTAMENTE CON ÉL
PARA VIVIR CON ÉL EN DIOS

Lectura bíblica: Col. 2:20-23; 3:1-3; 2:11-12

En el capítulo dos, Pablo escribe que Cristo es el misterio de Dios, y que en Él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Ya que hemos recibido a este Cristo, debemos andar en Él, estando arraigados y sobreedificados en Él. Andar en Cristo significa vivir y tener nuestro ser en Él. En 2:9 y 10 Pablo dice también que en Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad y que nosotros estamos llenos en Él. En Cristo estamos completos, perfeccionados y satisfechos, y en Él somos abastecidos. Además, en Cristo fuimos circuncidados con circuncisión no hecha a mano, fuimos sepultados juntamente con Él en el bautismo y también juntamente con Él fuimos resucitados (vs. 11-12). Conforme a los versículos 14 y 15, el código escrito que nos era contrario fue anulado, y los principados y potestades fueron despojados. Todas estas cosas se cumplen en Cristo.

ARRAIGADOS EN EL SUELO RICO Y FÉRTIL,
QUE ES CRISTO

Todos los asuntos que acabamos de mencionar son elementos de Cristo, quien es la buena tierra en la cual estamos arraigados. La plenitud de la Deidad es el primer elemento de este suelo. Los demás elementos incluyen la circuncisión, la sepultura, el hecho de ser resucitados, la anulación de las ordenanzas, y el elemento que despoja a las potestades de las tinieblas. Puesto que hemos sido arraigados en Cristo, ahora podemos absorber todos estos ricos elementos en nuestro ser.

A los ojos de Dios, se puede comparar a los creyentes con las plantas. Es por esto que Pablo dijo: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios” (1 Co. 3:6). Más adelante también dijo que nosotros somos labranza de Dios, plantío de Dios (1 Co. 3:9). Hemos sido plantados en Cristo, quien es la buena tierra con un suelo muy rico y fértil.

DISFRUTAR A CRISTO
HASTA TOMAR CONCIENCIA DEL CUERPO

Los versículos del 16 al 19 de Colosenses 2 constituyen una sección distinta. Los asuntos mencionados en el versículo 16 —la comida, la bebida, los días de fiesta, las lunas nuevas y los sábados— son sombras cuya realidad o sustancia es Cristo. “Lo que ha de venir” se refiere a cosas relacionadas con Cristo. En los versículos 18 y 19, Pablo nos exhorta a que no permitamos que nadie nos defraude juzgándonos indignos de nuestro premio y a que nos asgamos de la Cabeza. Anteriormente señalamos que asirnos de la Cabeza equivale, de una manera práctica y experimental, a disfrutar a Cristo como la realidad de todas las cosas positivas. El resultado de asirnos de la Cabeza de esta manera, es que llegamos a estar conscientes del Cuerpo. Todo lo que disfrutamos de Cristo está relacionado con el hecho de que Él es la Cabeza. Debido a esto, cada vez que disfrutamos a Cristo, en realidad nos estamos asiendo de la Cabeza. Disfrutamos a Cristo como nuestra comida, bebida, sábados, lunas nuevas y como días de fiesta. Pero el Cristo que disfrutamos en todos estos aspectos es la Cabeza que nos lleva a tomar conciencia del Cuerpo. Aquel que disfrutamos no es simplemente Cristo para nosotros; Él es la Cabeza del Cuerpo. Por consiguiente, el resultado o la consecuencia, de disfrutar a Cristo y de asirnos de Él, quien es la Cabeza, es que tomamos conciencia del Cuerpo.

CRUCIFICADOS CON CRISTO

Disfrutar a Cristo, asiéndonos de Él, de la Cabeza, equivale a absorber los ricos elementos del suelo, que es Cristo. Dos de estos elementos son la experiencia de haber muerto con Cristo y la de haber resucitado juntamente con Él. En 2:20 Pablo dice que morimos “con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo”, y en 3:1, afirma que fuimos “resucitados juntamente con Cristo”. El Nuevo Testamento establece claramente que nosotros fuimos crucificados con Cristo (Ro. 6:6; Gá. 2:20). Al principio de mi vida cristiana, hice lo posible por entender esto. ¿Cómo podíamos haber muerto con Cristo cuando Él fue crucificado hace más de mil novecientos años? Algunos libros dicen que cuando Cristo fue crucificado, Él nos incluyó a nosotros. El hermano Nee se basó en Hebreos 7 para mostrar esto. En Hebreos 7:9 y 10 leemos que “por medio de Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos; porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro”. Eso significa que cuando Abraham ofreció una décima parte a Melquisedec, Leví, un descendiente de Abraham que en ese entonces aún se hallaba en los lomos de éste, pagó también el diezmo. Si Abraham hubiese muerto y no hubiera tenido ningún hijo, Leví habría muerto también. Este ejemplo me ayudó a entender cómo fuimos incluidos en Cristo cuando Él fue crucificado.


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