Información del libro

Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 46 de 120 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE CUARENTA Y SEIS

CONOCER LA GRACIA
PARA CUMPLIR EL PROPOSITO DE DIOS:
LA ALEGORIA DE LAS DOS MUJERES

Génesis es un libro que contiene las riquezas de la revelación divina. Cuanto más estudio este libro, más disfruto de sus maravillosas riquezas. Cuando leemos el libro de Génesis, necesitamos la iluminación divina, pues nuestra mente humana es incapaz de sacar algo de este libro, aparte de los relatos históricos y de algunas historias interesantes. Cuando yo era joven, me alegraba escuchar las historias mencionadas en este libro, pero si consideramos Génesis solamente como un libro de historias, nos perderemos muchas cosas.

3) La alegoría de las dos mujeres

Sara y Agar, respectivamente la esposa y la concubina de Abraham, el llamado de Dios, son una alegoría de los dos pactos (Gá. 4:24). Si el apóstol Pablo no hubiera escrito el libro de Gálatas en el cual nos dice que estas dos mujeres forman una alegoría de los dos pactos, ninguno de nosotros se lo habría imaginado. Aunque algunos cristianos critican el uso de alegorías para interpretar la Biblia, vemos que Pablo fue el primero en usar alegorías al referirse al Antiguo Testamento. Si queremos apreciar los tesoros del libro de Génesis, debemos entender que Génesis es un libro de alegorías. La biografía de Abraham es una alegoría. Su esposa y su concubina constituyen una alegoría muy significativa. En este mensaje, haremos cuanto podamos por indagar acerca del significado de esta alegoría.

Sin embargo, antes de llegar a esta alegoría, debemos ver algo acerca del libro de Génesis. ¿Por qué Génesis es un libro tan agradable y precioso? Porque contiene muchas semillas de la revelación divina, sembradas por Dios mismo. Este libro contiene todos los aspectos principales de la revelación divina. En el primer capítulo, vemos que Dios desea expresarse por medio del hombre y que con ese propósito creó al hombre a Su imagen (1:26). El hombre fue hecho a la imagen de Dios con la intención de que fuese la expresión exacta de Dios y de que por medio de esa expresión, Dios tuviese un dominio, un reino, en el cual pudiera ejercer Su autoridad. Esta es la intención final de Dios, Su propósito eterno. Si usted lee la Biblia bajo esta luz celestial, verá que toda ella contiene esta intención divina. Para cumplir el propósito de ser expresado y de dominar la tierra, Dios necesita tener la simiente y la tierra; y ambos están relacionados con Cristo. Este Cristo debe ser forjado en el pueblo de Dios. Dios quería hacer eso con Adán, pero éste falló. Finalmente, Dios tuvo un nuevo comienzo con un nuevo linaje, el linaje de los llamados, de los cuales Abraham fue el primero. Si usted lee la biografía de Abraham, verá que Dios se presentó repetidas veces con una promesa acerca de dos cosas: la simiente y la tierra (12:7; 13:15-16; 15:5, 7, 18). Abraham no era joven cuando Dios lo llamó por primera vez; él tenía setenta y cinco años cuando respondió plenamente al llamado de Dios.

Abraham tenía setenta y cinco años de edad, pero no tenía hijo. Para Dios, eso era muy bueno. Cuando Dios lo llama a usted, es mejor que no tenga nada, porque si tiene demasiado, eso estorbará el llamado de Dios. Cuando Abraham fue llamado por Dios, no tenía hijo y vivía en una tierra condenada y demoníaca, de la cual Dios lo llamó a salir. Después de ser llamado, Abraham seguía sin hijo y sin tierra. Supongamos que hoy un hombre y su esposa no tienen hijos ni tierra. ¿No se sentirían las personas más miserables de la tierra? Quizás Abraham le haya dicho a su esposa: “¿Para qué estamos aquí? Tengo setenta y cinco años de edad y tú sesenta y cinco, y no tenemos ni un hijo. También fuimos llamados a salir de nuestra tierra. ¿Dónde estamos? ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Adónde vamos?”. Parece que estaban en una situación lamentable. Sin embargo, cuanto más miserable sea nuestra condición, mejor cumpliremos el propósito de Dios. Espero que ninguno de nosotros tenga un hijo interiormente ni una tierra exteriormente. Si no tenemos nada por dentro ni por fuera, estamos en una situación maravillosa. ¿Por qué? Porque Dios no quiere que tengamos nada a fin de poder cumplir Su propósito. Dios desea forjar a Cristo en nosotros como la simiente y luego cultivarlo exteriormente como la tierra. Primero, la semilla debe ser forjada en nosotros; y luego, debe ser cultivada exteriormente para convertirse en la tierra. La simiente y la tierra son Cristo.

Ya vimos que Abraham respondió al llamado de Dios vacilando en el lodo y el agua. Dios no le había dado ningún hijo a Abraham; por eso, él se llevó consigo a Lot su sobrino como compañía. Abraham no podía decir que no tenía nada, pues había tomado consigo a Lot. Además, tal vez haya encontrado y recogido a Eliezer mientras viajaba por Damasco. Después de eso, quizás haya conseguido a Agar, después de haber caído en Egipto, cuando iba a la deriva como un pedazo de madera flotando. El estuvo dispuesto a sacrificar a su esposa en Egipto, pero ésta fue preservada mediante la providencia de Dios, y conforme al plan de Dios, Abraham obtuvo muchas riquezas, incluyendo una sierva egipcia llamada Agar. En Harán, Abraham tomó a Lot; en Damasco encontró a Eliezer, y en Egipto él obtuvo a Agar. Pero en la buena tierra no consiguió nada. Todo lo que logró en la buena tierra fue la promesa de Dios en palabras sencillas acerca de la simiente y de la tierra.

Aunque Abraham no podía discutir con Dios, probablemente quería decirle: “Dios, no necesitas prometerme continuamente que me darás un varón. Ya me dijiste que mis descendientes serán una gran nación. En tres ocasiones me dijiste que yo tendría una simiente, pero ¿por qué no haces nada? Dios, ¿no te das cuenta de que una sola acción es mejor que mil palabras? No sólo me hiciste una promesa, sino que también estableciste un pacto. Me dices que la lluvia está por venir, pero todavía no he visto ni una gota de agua. También me dijiste que me darías esta tierra. ¿Por qué no me la das ahora mismo? Siempre dices: ‘Te la daré’, pero ¿acaso no sabes que la necesito ahora?”. Esta fue una verdadera prueba para Abraham. Primero, Abraham contaba con Lot. Más adelante Lot le causó problemas y se apartó de él. Luego, Abraham confió en Eliezer, diciéndole a Dios que Eliezer sería su heredero. Cuando Dios dijo que Eliezer no sería su heredero, quizás Abraham haya dicho: “Dios, ¿qué estás haciendo? Me acabas de robar. Me niegas todo. No me das ni un solo sí”. Dios quiso fortalecer la fe de Abraham, y por eso hizo un pacto con él de una manera extraordinaria, usando tres animales tomados de entre el ganado y dos aves vivas. Ese pacto hecho por Dios fue mucho más sólido que una sola promesa Suya.

Luego, Abraham y Sara probablemente tuvieron mucha comunión triste. Tal vez Abraham le haya dicho a su esposa: “Sara, hace muchos años Dios prometió que tendríamos una simiente. ¿Donde está? Dios también nos prometió la tierra. Para fortalecer nuestra fe, El hizo un pacto con nosotros. No podemos decir que no se puede creer ni confiar en el pacto, porque ofrecí los animales y las aves como el Señor me lo pidió. Sin embargo, todavía no tenemos nada”. En estas circunstancias, las esposas se parecen a Sara. A menudo las esposas son más refinadas y detallistas. Mientras Abraham hablaba de una manera tan triste, quizás Sara le haya hecho a él una buena propuesta, diciendo: “Abraham, no podemos decir que no se puede confiar en la palabra de Dios, pero considera nuestra edad. ¿No te dijo Dios que alguien nacido de ti sería tu simiente? Ahora tengo una buena propuesta. El hecho de que hayamos conseguido a Agar en Egipto debe de haber sido algo providencial. ¿Por qué no te llegas a ella y tienes un hijo de ella? Entonces tendremos la simiente que cumplirá el propósito de Dios”. Si fuésemos Abraham, probablemente habríamos dicho: “Es una idea maravillosa. Nunca había pensado en eso, pero alabado sea Dios porque tuviste la sabiduría de proponer ese plan”. Abraham siguió el consejo de Sara y así nació Ismael. Después del nacimiento de Ismael, quizás Abraham haya dicho: “¿Quién podría rechazar a éste? Indudablemente nació de mí. ¿No cree que Dios ejerció Su providencia al darnos a Agar en Egipto y al permitir que diera a luz un varón, y no una muchacha? Dios ejerció Su providencia en tres aspectos: nos dio a Agar, permitió que ella concibiera y nos dio un hijo varón. ¡Alabado sea el Señor! Esto es indudablemente fruto de la providencia de Dios”. Pero después del nacimiento de Ismael, Dios se alejó de Abraham durante trece años (16:16; 17:1).

Por una parte, en ese período, quizás Abraham haya sido feliz porque tenía un hijo, pero por otra parte, él sufrió porque Dios no se le aparecía. Es probable que le haya dicho a su esposa: “¿Por qué no se nos aparece Dios? ¿Qué ha sucedido? No volvimos a Egipto ni hicimos nada malo. Hemos actuado conforme a tu propuesta de tener una simiente para cumplir el propósito de Dios. ¿Qué hay de malo? Tenemos un hijo, pero no tenemos la presencia de Dios”. Como veremos en el mensaje siguiente, después de trece años, Dios vino finalmente, y dijo a Abraham: “Yo soy el Dios que todo lo provee; anda delante de mí y sé perfecto” (17:1, heb.). Dios parecía decirle a Abraham: “Abraham, debes ser perfecto. No has hecho nada malo, pero no eres perfecto”. Entonces Dios le dijo que una simiente nacería no solamente de él sino también de su esposa, y dijo que El le daría a Abraham un hijo de ella (17:16). Ismael había nacido de Abraham, pero no de Sara. Abraham se negaba a renunciar a Ismael, y dijo a Dios: “Ojalá Ismael viva delante de ti” (17:18). Dios contestó a Abraham, diciendo: “Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac” (17:19). Dios parecía decir a Abraham: “Abraham, no me has entendido. No sólo la simiente debe provenir de ti, sino también de Sara. Y su nombre será Isaac, y no Ismael”. Dios había rechazado a Ismael.

En Gálatas Pablo nos dice que estas dos mujeres, Sara y Agar, son una alegoría que representa dos pactos. Pablo sólo pudo haber entendido esto mediante la revelación de Dios. Si Pablo no nos hubiera dicho eso, ¿se habría usted imaginado que Sara era un símbolo del pacto de la gracia y que Agar simbolizaba el pacto de la ley? No debemos quedar satisfechos con las historias de Génesis, sino que debemos seguir adelante y entender el significado de la alegoría.

En Gálatas 3:17 Pablo dijo: “Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa”. Estos cuatrocientos treinta años abarcan el período que se extiende de Génesis 12:1 a Exodo 20 donde se promulga la ley. Antes de que la ley fuese dada, había una alegoría. En otras palabras, antes de dar la ley, Dios tomó una fotografía de lo que le sucedería a la ley cuatrocientos treinta años más tarde. Todos debemos ver eso.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top