Información del libro

Estudio-vida de Romanospor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2929-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 35 de 69 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE ROMANOS

MENSAJE TREINTA Y CINCO

LIBRADOS DE LA MUERTE

(1)

Ya vimos que el enfoque central de la revelación hallada en este libro consiste en que Dios transforma pecadores en hijos Suyos con el fin de formar con ellos el Cuerpo de Cristo. Dios se expresa en el Hijo, el Hijo se expresa en el Cuerpo, y éste se expresa en las iglesias locales. Antes de que llegáramos a ser hijos, fuimos constituidos pecadores (5:19), no sólo en nombre y en posición, sino aun en nuestra constitución. Nosotros fuimos constituidos pecadores debido a que el pecado había entrado en nuestro ser.

EL PECADO ENTRÓ EN NUESTRO SER

Es necesario que cierto elemento sea añadido a un organismo para que esté constituido de dicho elemento. Conforme a la manera en que Dios nos creó, nosotros fuimos hombres buenos y justos. Sin embargo, debido a la caída de Adán, el pecado fue inyectado en nuestro ser. Cuando el hombre cayó, no simplemente cometió un error o hizo algo indebido; si éste fuera el caso, su caída no habría tenido consecuencias tan serias. De hecho, en la caída sucedió algo más serio que un simple error, a saber: el pecado fue inyectado en el propio ser del hombre.

Supongamos que una madre tiene una botella de veneno en casa. Ella lo guarda en cierto lugar y le advierte a su hijo pequeño que nunca debe tocar esa botella. Un día, mientras la madre se encuentra fuera de casa, el niño pequeño, preguntándose lo que habrá en dicha botella, la alcanza, la abre y toma del veneno. Cuando la madre se da cuenta de lo que ha sucedido, ella no se preocupa tanto por el error que su hijo ha cometido, sino por el veneno que éste ha ingerido. La mayoría de los cristianos piensa que el hombre simplemente desobedeció a Dios, que cometió un error al tomar del fruto del árbol del conocimiento. Muy pocos comprenden que cuando el hombre comió del fruto del árbol del conocimiento, algo maligno y aun satánico entró en él. En la caída del hombre, un elemento maligno y satánico se inyectó en éste, el cual en la Biblia es llamado el pecado. El pecado no es simplemente un asunto de mentir o robar. Tales cosas son el fruto del pecado, y no el pecado mismo. El pecado es la naturaleza misma de Satanás, el maligno.

En los capítulos del 5 al 8 de Romanos hay muchos indicios de que el pecado tiene características de una persona viva: el pecado entró (5:12), reina (5:21), puede enseñorearse de nosotros (6:14), nos engaña (7:11), nos mata (7:11) y mora en nosotros (7:17). Una vez que el pecado, el elemento maligno de Satanás, fue inyectado en el hombre, éste fue constituido pecador. Ahora nosotros, en lugar de ser hombres justos, somos constituidos pecadores. La cantidad de bien o mal que hayamos hecho no cambia en nada la situación, porque el pecado está ahora en nuestro ser. Aunque nuestros hechos no sean tan pecaminosos exteriormente, interiormente tenemos una naturaleza pecaminosa.

LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO

El pecado trae como resultado varias cosas. Ha introducido la carne y la ley. Por lo tanto, tenemos los problemas del pecado, de la carne y de la ley. Pero tenemos un problema más, el resultado final del pecado, el cual es la muerte. Donde hay pecado, hay muerte. En Romanos 5:12 Pablo dice: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. La muerte entra por el pecado y reina por medio de él. De aquí que, el pecado trae como consecuencia tres elementos negativos: la ley, la carne y la muerte.

LIBRADOS DEL PECADO, DE LA LEY Y DE LA CARNE

Romanos 5 revela que nosotros fuimos constituidos pecadores, y Romanos 6 revela que “el cuerpo de pecado” ha sido “anulado” (6:6) ya que nuestro viejo hombre fue crucificado con Cristo. Mediante la muerte de este viejo hombre, somos librados del pecado. Hicimos notar en el mensaje anterior que somos librados del pecado en Romanos 6, de la ley en Romanos 7, y en Romanos 8, de la carne. Somos librados del pecado porque nuestro viejo hombre fue crucificado. La muerte del viejo hombre hizo que el cuerpo de pecado quedara desempleado, anulado. Debido a que el cuerpo de pecado perdió su empleo, no tenemos que servir más al pecado como esclavos. Esto quiere decir que hemos sido librados del pecado. De igual manera, fuimos librados de la ley gracias a que el viejo marido murió y fue sepultado. En el momento de ese funeral, nos casamos con nuestro nuevo marido. Al perder a nuestro viejo marido y al casarnos con el nuevo, somos librados de la ley. Según se revela en Romanos 8, somos librados de la carne al andar conforme al espíritu. En resumen, somos librados del pecado porque nuestro viejo hombre fue crucificado y el cuerpo de pecado fue anulado; somos librados de la ley al sepultar a nuestro viejo marido y al casarnos con uno nuevo; y somos librados de la carne al andar conforme al espíritu.


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