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Estudio-vida de Romanospor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2929-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 14 de 69 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE ROMANOS

MENSAJE CATORCE

LA LIBERTAD DEL ESPÍRITU
EN NUESTRO ESPÍRITU

(1)

I. LA LEY DEL ESPÍRITU DE VIDA

En el capítulo 5 de Romanos vimos que el don que recibimos en Cristo es superior a la herencia que tenemos en Adán; en el capítulo 6 se nos mostró nuestra identificación con Cristo; y en el capítulo 7 encontramos la esclavitud del pecado en nuestra carne. Romanos 8 está en contraste con Romanos 7. En Romanos 7 tenemos esclavitud, mas en Romanos 8, libertad. En Romanos 7 tenemos la ley, y en Romanos 8, el Espíritu Santo. En Romanos 7 tenemos la carne, mas en Romanos 8, nuestro espíritu. Así que, Romanos 7 revela la esclavitud de la ley en nuestra carne, y Romanos 8, la libertad del Espíritu en nuestro espíritu.

Necesitamos leer cuidadosa y atentamente Romanos 8:1-6. Leemos: “Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. Porque la ley del Espíritu de vida me ha librado en Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte” (vs. 1-2). La expresión la ley del Espíritu de vida se reviste de significado. En ella vemos tres elementos que comprenden una sola entidad: la ley, el Espíritu y la vida. Estos tres elementos son uno solo.

“Porque lo que la ley no pudo hacer, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a Su Hijo en semejanza de carne de pecado y en cuanto al pecado, condenó al pecado en la carne” (v. 3). El sujeto de esta oración es Dios. Él condenó al pecado en la carne de Cristo “enviando a Su Hijo en semejanza de carne de pecado y en cuanto al pecado”.

“Para que el justo requisito de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al espíritu. Porque los que son según la carne ponen la mente en las cosas de la carne; pero los que son según el espíritu, en las cosas del Espíritu” (vs. 4-5). Dios condenó al pecado en la carne para que los justos requisitos de la ley pudieran cumplirse en nosotros, quienes andamos conforme al espíritu. Aquellos que son según el espíritu ponen la mente en las cosas del Espíritu. Por favor, note que en el versículo 5 la primera mención del espíritu se refiere a nuestro espíritu humano y que la segunda se refiere al Espíritu Santo, lo cual quiere decir que aquellos que andan conforme a su espíritu se ocupan de las cosas del Espíritu Santo.

“Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el espíritu es vida y paz” (v. 6). La mente puesta en el espíritu humano es vida y paz. Cada palabra de Romanos 8:1-6 es preciosa; no debemos pasar por alto ninguna palabra de estos versículos. Debido a la limitación del tiempo, sólo puedo presentar un bosquejo breve del capítulo 8 de Romanos.

A. El Espíritu de vida

Antes de profundizar en Romanos 8, debemos considerar el glorioso y maravilloso término que hallamos en 8:2, a saber: el Espíritu de vida. En toda la Biblia este término es usado sólo una vez. En el libro de Romanos el término el Espíritu de vida no es revelado sino hasta el versículo 2 del capítulo 8. Sin embargo, antes del capítulo 8 podemos encontrar varias referencias a la vida divina, eterna e increada. La primera ocasión en que la palabra vida aparece en el libro de Romanos se encuentra en 1:17 donde dice que el justo tendrá vida y vivirá por la fe. La palabra vida en este versículo denota la vida divina. La segunda ocasión en que aparece la palabra vida en Romanos, se halla en 2:7, donde dice que se dará “vida eterna a los que, mediante la perseverancia en las buenas obras, buscan gloria y honra e incorruptibilidad”. Si constantemente buscamos a Dios, Él nos dará vida eterna. Romanos 5:10 nos dice que seremos salvos en Su vida, y en 5:17 se afirma que, después de recibir la abundancia de la gracia y del don de la justicia, reinaremos en vida. Romanos 5:18 menciona la justificación de vida, y Romanos 5:21 dice que la gracia puede reinar para vida eterna. En 6:4 se nos dice que debemos andar en novedad de vida, y en Romanos 6:22-23 leemos que la vida eterna es el fin de la santificación, y que el don gratuito de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Así que, en los primeros seis capítulos de Romanos encontramos que se hacen muchas referencias a la vida divina. La vida es la meta de la obra salvadora de Dios. Él nos redimió, nos justificó y nos reconcilió consigo mismo para que participáramos de Su vida. Cuando recibimos esta vida, en ella somos salvos y reinamos, también andamos en la novedad de esta vida y somos santificados en ella.

Aunque los capítulos precedentes dicen que debemos ser salvos, reinar, andar y ser santificados en vida, Pablo aún no explica cómo podemos lograr todo esto. ¿Cómo podemos ser salvos y reinar en vida? ¿Cómo podemos andar en novedad de vida? ¿Y cómo podemos experimentar la santificación en vida? Pablo no nos lo ha declarado. Tampoco nos ha dicho la manera en que el justo tendrá vida. Aunque afirma que esta vida procede de la fe, no lo ha explicado claramente. En Romanos, del capítulo 1 al 6, Pablo menciona la vida en nueve ocasiones. Pero ahora, en Romanos 8:2, de repente él une la vida con el Espíritu al mencionar el “Espíritu de vida”.

Obtenemos la vida por medio del Espíritu. Además, somos salvos en Su vida mediante el Espíritu. Así también reinamos en vida, andamos en novedad de vida, y somos santificados en vida por medio del Espíritu. El Espíritu de vida es la manera de lograr todo esto. La vida pertenece al Espíritu, y el Espíritu es de vida. Estos dos elementos en realidad son uno solo. Nunca podemos separar la vida del Espíritu, ni el Espíritu de la vida. El Señor Jesús dijo en una ocasión: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida” (Jn. 6:63). Con estas palabras el Señor Jesús relaciona el Espíritu y la vida. Si tenemos al Espíritu, tenemos la vida; si no tenemos al Espíritu, tampoco tenemos la vida. Si andamos en el Espíritu, andamos en vida, pero si no andamos en el Espíritu, no andamos en novedad de vida. Así que, experimentamos la vida divina, eterna e increada mediante el Espíritu. Ahora vemos la relación que existe entre el capítulo 8 de Romanos y los capítulos que le preceden. Los siete capítulos anteriores nos conducen a la vida y culminan en ella. Ahora en 8:2 nos encontramos con la vida. Debemos prestar especial atención a la palabra vida en Romanos 8.


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