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Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 134 de 185 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE CIENTO TREINTA Y CUATRO

LA SANTIFICACION DE AARON Y DE SUS HIJOS
PARA SER LOS SACERDOTES
(2)

Lectura bíblica: Ex. 29:1-14; 40:12-15; Lv. 8:1-9, 12-17

Ya vimos que los sacerdotes necesitaban ponerse las vestiduras sacerdotales exteriormente y ser llenados internamente con el alimento. Ambas cosas representan aspectos diferentes de Cristo.

Exodo 29:1, y 10 al 14 habla acerca del becerro que se ofrecía como la ofrenda por el pecado de los sacerdotes. Esta ofrenda es Cristo buscando la manera de llenar nuestro vacío. Este vacío es un asunto de hambre interna. Si tenemos hambre estamos vacíos por dentro. Las vestiduras sacerdotales representan a Cristo cubriendo nuestra desnudez. Cuando lo tenemos a El como nuestras vestiduras sacerdotales, ya no estamos desnudos. Por el contrario, tenemos una expresión de gloria y hermosura. Esto quiere decir que externamente tenemos a Cristo cubriendo nuestra desnudez. Pero aún necesitamos que Cristo nos llene por dentro. A fin de llenar nuestro vacío por dentro, Cristo debe ser nuestra ofrenda por el pecado.

DOS TIPOS DE QUEMADO

La ofrenda por el pecado no era alimento para los sacerdotes. Esta se quemaba completamente. Exodo 29:13-14 dice: “Tomarás también toda la grosura que cubre los intestinos, la grosura de sobre el hígado, los dos riñones, y la grosura que está sobre ellos, y lo quemarás sobre el altar. Pero la carne del becerro, y su piel y su estiércol, los quemarás a fuego fuera del campamento; es ofrenda por el pecado”. Estos versículos nos hablan de dos quemados diferentes. El primero, que se describe en el versículo 13, es el quemado de la grosura del hígado y de los riñones sobre el altar. Esto produce un olor fragante que subía a Dios para Su satisfacción. Era como cuando se quemaba el incienso, el cual no era para juicio ni purificación, sino para el disfrute de Dios. La palabra hebrea que se traduce “quemar” en el versículo 13 es el término que se usa para quemar el incienso (véase los versículos 18 y 25). Los sacerdotes quemaban el incienso como olor agradable para satisfacer a Dios. Dios disfrutaba del aroma del incienso. En cuanto a la ofrenda por el pecado, la grosura interna y algunas otras partes se quemaban para el disfrute de Dios.

Este quemar satisfacía los requisitos de Dios, los cuales se dividen en tres categorías principales: Su justicia, santidad y gloria. Dios es justo, es santo y está lleno de gloria. Por lo tanto, Su justicia, santidad y gloria exigen algo de nosotros. Si carecemos de la gloria de Dios y no correspondemos a Su justicia y santidad, fallamos en cumplir con Sus requisitos y por ende somos condenados.

La grosura de la ofrenda por el pecado satisfacía los requisitos de Dios. La grosura del becerro proviene de la riqueza del mismo. Esto tipifica lo dulce y rico de la perfección de Cristo y satisface los requisitos de la justicia, santidad y gloria de Dios. Quemar la grosura y las otras visceras produce un olor grato para la satisfacción de Dios; El es completamente satisfecho con esto. Por tanto, el primer tipo de quemado se refiere a que la ofrenda por el pecado satisfacía a Dios completamente.

El segundo tipo de quemado, se describe en el versículo 14, era el de la carne, la piel, y el estiércol fuera del campamento. Estas partes de la ofrenda eran quemadas con el fuego del juicio. Por cierto, esté era un quemado para el juicio. No se hacía sobre el altar, sino fuera del campamento, lo cual representa abandono y juicio. Por un lado, Cristo era aceptado como olor grato a Dios, para satisfacer todos Sus requisitos; por el otro, Cristo era abandonado, condenado, juzgado y quemado fuera del campamento, fuera de la morada de Dios y lejos del pueblo de Dios.

CRISTO COMO LA OFRENDA POR EL PECADO

La ofrenda por la transgresión se encarga de nuestros pecados, pero la ofrenda por el pecado se encarga de nuestro pecado, a saber, nuestra naturaleza pecaminosa. Si queremos ser los sacerdotes que sirven a Dios, debemos darnos cuenta de que, aunque hemos sido salvos, aún tenemos la naturaleza pecaminosa.

Esta naturaleza existirá en nuestro cuerpo hasta que sea transfigurado. Puedo testificar que no importa cuanto tiempo hemos sido salvos, nuestra naturaleza pecaminosa no cambia. Yo he sido salvo por mas de cincuenta y cinco años. Sin embargo, debo testificar que todavía tengo esta naturaleza. Nunca debemos creer en la doctrina de la erradicaciónla cual plantea que la naturaleza pecaminosa es erradicada de una persona cuando cree en Cristo. No, nuestra naturaleza todavía existe. Por lo tanto, siempre que vamos a servirle a Dios como sacerdotes, debemos recordar que tenemos esta naturaleza y que necesitamos a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado para que El se encargue de ésta.

Cristo ha cumplido con todos los requisitos de Dios para satisfacerlo, y ha llevado el juicio de Dios por nosotros. Nuestra naturaleza pecaminosa ha sido juzgada en El. Siempre que tomamos a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado, nos juzgamos pecadores, incluso el pecado como tal. Necesitamos a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado y ser juzgados una y otra vez. En Romanos 8:3, Pablo se refiere a Cristo como la ofrenda por el pecado cuando dice que Dios envió a Su Hijo en semejanza de la carne de pecado y en cuanto al pecado, condenó al pecado en la carne.

Exodo 29:10-11 dice en cuanto a la ofrenda por el pecado: “Después llevarás el becerro delante del tabernáculo de reunión, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del becerro. Y matarás el becerro delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión”. Hoy nosotros debemos poner las manos sobre Cristo e identificarnos completamente con El.

Si queremos servir a Dios como los sacerdotes, debemos darnos cuenta que todavía tenemos la naturaleza pecaminosa y que necesitamos experimentar a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado. Nuestro ser es pecaminoso. Somos pecadores, aún el pecado mismo. ¡Cuanto necesitamos a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado! Esta es la razón por la cual Pablo dice en 2 Corintios 5:21: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros viniésemos a ser justicia de Dios en El”.

La dulzura y riqueza de la perfección de Cristo satisface a Dios, al subir a El al ser ofrecido para Su satisfacción. Como la ofrenda por el pecado, Cristo fue abandonado por Dios y juzgado en nuestro lugar. El lavamiento de la palabra, acaba con nuestra corrupción externa. La ofrenda por el pecado se encarga de la naturaleza pecaminosa que tenemos por dentro. Para ser un sacerdote, no es suficiente confesar que hemos sido corrompidos por el trafico terrenal y que necesitamos ser lavados. Debemos tener en cuenta que nosotros, los sacerdotes, aun tenemos la naturaleza pecaminosa y somos pecadores. Por lo tanto, necesitamos que Cristo sea nuestra ofrenda por el pecado. Lo necesitamos con toda su perfección para ser quemado y satisfacer a Dios. También para llevar el juicio por nosotros.


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