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Estudio-vida de 1, 2 y 3 Juan, Judaspor Witness Lee

ISBN: 0-7363-3089-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 43 de 49 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE 3 JUAN

MENSAJE UNO

LA HOSPITALIDAD OFRECIDA
A LOS OBREROS QUE VIAJAN

Lectura bíblica: 3 Jn. 1-8

El tema de la Epístola de 3 Juan es: Aliento a los que son colaboradores en la verdad. En este mensaje examinaremos 3 Juan 1-8. Los versículos del 1 al 4 constituyen la introducción, y los versículos del 5 al 8 hablan de la hospitalidad ofrecida a los obreros que viajan.

INTRODUCCIÓN

Amar con veracidad

El comienzo de 3 Juan es similar al de 2 Juan. En el versículo 1 el apóstol Juan dice: “El anciano a Gayo, el amado, a quien amo con veracidad”. Al igual que Pedro, Juan era un anciano de la iglesia en Jerusalén antes de que la ciudad fuera destruida en el año 70 d. de C.. Según la historia, Juan, después de regresar de su exilio, permaneció en Éfeso para cuidar de las iglesias de Asia. Así que probablemente él también era un anciano de la iglesia en Éfeso, donde escribió esta epístola.

La Epístola de 3 Juan está dirigida a “Gayo, el amado”. Éste no es el Gayo de Macedonia (Hch. 19:29), ni el Gayo de Derbe (20:4), ni tampoco el Gayo de Corinto (1 Co. 1:14; Ro. 16:23), sino otro personaje del mismo nombre (este nombre era muy común en aquellos tiempos). Según el contenido de la epístola, Gayo debe de haber sido un hermano sobresaliente en la iglesia.

En el versículo 1 Juan dice que él ama a Gayo con veracidad. Aquí la palabra “veracidad” denota la realidad divina revelada —el Dios Triuno impartido al hombre en el Hijo, Jesucristo— que llega a ser la autenticidad y sinceridad del hombre, para que éste pueda llevar una vida que corresponda a la luz divina (Jn. 3:19-21) y adorar a Dios, como Él lo desea, conforme a lo que Él es (4:23-24). Ésta es la virtud de Dios (Ro. 3:7; 15:8) que llega a ser nuestra virtud, con la cual amamos a los creyentes. Con tal veracidad, el apóstol Juan, quien vivía en la realidad divina de la Trinidad, amaba a Gayo, el amado.

Prosperar en todas las cosas y en salud

En el versículo 2 Juan dice: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. Según el contexto de este versículo, “todas las cosas” se refieren a las cosas visibles y materiales. Probablemente la palabra deseo se usa como oración. Literalmente, la palabra griega traducida “prosperado” significa “irle bien, como en un viaje”, es decir, “lograr el fin deseado”; por tanto, “prosperar”. La palabra salud se refiere aquí a la salud física, al igual que en Lucas 5:31; 7:10; y 15:27.

En el versículo 2 Juan habla de la prosperidad del alma. El hombre consta de tres partes: espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23). El alma es el órgano que sirve de intermediario entre el cuerpo y el espíritu; el alma tiene conciencia de sí misma, lo cual hace posible que el hombre tenga personalidad; está contenida en el cuerpo y es el vaso que contiene al espíritu. En cuanto al creyente, Dios como Espíritu mora en su espíritu regenerado (Ro. 8:9, 16), y se extiende desde su espíritu y satura su alma, a fin de transformarla para que lo exprese a Él (12:2; 2 Co. 3:18). En esto consiste la prosperidad del alma del creyente. Cuando nuestra alma es ocupada y dirigida por el Espíritu de Dios mediante nuestro espíritu, de tal modo que dirige y pone nuestro cuerpo a disposición de Dios, nuestra alma prospera. El apóstol deseaba que el destinatario de su epístola, un amado hermano que sobresalía en la prosperidad de su alma, también prosperase en todas las cosas y en su salud física, así como su alma prosperaba en la vida divina.

Es posible que nuestro cuerpo prospere en salud y que nuestro vivir prospere en muchas cosas materiales. Pero, además de ello, es necesario que nuestra alma prospere en la vida divina. ¿En qué consiste la prosperidad de nuestra alma? La prosperidad de nuestra alma consiste en que la vida divina se propague en ella. Mediante la regeneración, la vida divina fue impartida a nuestro espíritu. Ahora, es necesario que esta vida se extienda de nuestro espíritu a nuestra alma. Si esto sucede, nuestra alma prosperará, a medida que se propague en ella la vida divina. Espero que todos busquemos esto para que podamos experimentar adecuadamente la prosperidad de nuestra alma, a medida que se propague en ella la vida divina.

Puesto que el amado hermano Gayo prosperaba en su alma, el apóstol Juan deseaba que además de prosperar en su alma, también prosperara en las cosas materiales y que tuviera salud. Este saludo es muy particular; de hecho, es único en toda la Biblia.

El Nuevo Testamento es un libro que trata de la prosperidad espiritual, y no de la prosperidad en términos de las cosas materiales o de la salud física. Sin embargo, Juan, quien escribía acerca de asuntos divinos, deseaba que el destinatario de su carta prosperara en su salud física e incluso en las cosas materiales.


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