Información del libro

Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 120 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE CUATRO

DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS

(2)

EL PROCESO

En el último mensaje abarcamos seis puntos, que incluían tres venidas y tres separaciones. El Espíritu vino, el Verbo de Dios vino y la luz vino. Como resultado, se produjeron tres separaciones: la luz se separó de las tinieblas; las aguas de arriba se separaron de las aguas de abajo; y la tierra seca se separó de las aguas de muerte. Con estas tres separaciones la tierra seca salió de las aguas de muerte en el tercer día, el día de resurrección. El Señor Jesús es la tierra seca que salió de las aguas de la muerte. Resucitó para regenerarnos.

En el Antiguo Testamento, la tierra representa a Cristo como fuente que genera. Esta tierra fue sepultada debajo de las aguas de muerte y volvió a subir en el tercer día. Según lo revela el relato del Antiguo Testamento, de esta tierra brotó toda clase de vida: la vida vegetal, la vida animal y la misma vida humana. El hombre fue hecho del polvo de la tierra. En tipología, eso significa que toda clase de vida procede de Cristo.

Después de la caída de la humanidad, durante la época de Noé, la tierra volvió a quedar cubierta de las aguas de muerte (Gn. 7:17-24), lo cual significa que el hombre estaba separado de Cristo. La humanidad estaba separada del deleite de la buena tierra. Después la tierra fue recobrada de nuevo (Gn. 8:13-17, 22). La tierra fue recobrada hasta el día de la rebelión de Babel, cuando el hombre cayó aún más, y toda la humanidad se rebeló contra Dios (Gn. 11:1-9). De modo que Dios llamó a un linaje con Abraham como padre para que entrara en la tierra elevada, la buena tierra de Canaán (Gn. 12:1, 5, 7). Esta buena tierra representa también a Cristo. Abraham fue llamado a salir de Babel e ir a la buena tierra. Hemos sido llamados a salir de la rebelión para entrar en Cristo, nuestra buena tierra (1 Co. 1:9). Ahora esta buena tierra nos pertenece y está lista para producir vida.

7) La vida vegetal es generada

La vida vegetal fue generada en la tierra. La vida inferior, una vida sin consciencia de sí, llegó a la existencia (Gn. 1:11-13; cfr. Mr. 4:8; Os. 14:5-7). Esta es la obra generadora de vida y sucedió el tercer día, después de que la tierra saliera de las aguas de muerte. En aquel tiempo, no había ningún crecimiento de vida, sino sólo la forma más inferior de vida, una vida que no estaba consciente de sí. Si hablamos al pasto o a los árboles, el pasto no podrá entender y los árboles no reaccionarán, por no tener ningún sentimiento, ninguna percepción de sí. No tienen ningún sentimiento, pensamiento ni voluntad porque son vidas desprovistas de consciencia. Esta es la vida más inferior de todas.

Cuando recibimos a Cristo, El salió de las aguas de muerte que había en nosotros. Cristo surgió, y nosotros ahora tenemos la vida, la vida que genera. Somos salvos y tenemos la vida. En el momento de ser salvos, recibimos vida, pero la vida que llevábamos adentro era muy insignificante. El relato de Génesis presenta eso con la vida del pasto, la vida de las hierbas, y la vida de los árboles frutales.

Aun en la vida vegetal existen tres niveles: el pasto, la vida vegetal inferior; las hierbas que producen semillas, o sea un nivel más elevado; y los árboles frutales, un nivel todavía superior. Si leemos Génesis 1:29-30, veremos que Dios le dio al hombre las hierbas y los árboles frutales para su subsistencia. Luego Dios dio el pasto a los animales y al ganado para proporcionarles el alimento.

Cuando usted llegó a ser cristiano, recibió vida, pero esa vida era muy inferior. Tal vez la vida que hay en usted es semejante al pasto; es vida y crece, pero es inferior. Aun comparado con otra vida vegetal, el pasto es bastante inferior. Aunque la semana pasada usted quizás se parecía al pasto, hoy ha crecido un poco más y ha llegado a ser la hierba que produce semilla. Espero que después de dos meses, usted sea un árbol que dé fruto. ¿Con qué se compararía usted: con el pasto, la hierba o los árboles? Supongamos que el Señor mismo le pregunta: “¿Y qué me dices de ti? ¿Te pareces al pasto, a las hierbas o a los árboles?” Hoy en día usted puede ser una hierba, pero después de cierto tiempo tal vez se parezca a un árbol que produce frutos. Sin embargo, cuando llegue a ser árbol, no se conforme. Este no es el último versículo del capítulo uno; es algo que sucedió en el tercer día.


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