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Estudio-vida de Númerospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6614-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 22 de 53 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE NÚMEROS

MENSAJE VEINTIDÓS

SUS JORNADAS

(7)

Lectura bíblica: Nm. 15

En este mensaje consideraremos las ordenanzas halladas en Números 15.

IV. ORDENANZAS

En medio de todos los disturbios, se inserta el capítulo 15. ¿Por qué es necesario insertar este capítulo? En vista de la conducta de los hijos de Israel, era obvio que a ellos no les importaban mucho los intereses de Dios. Lo que hicieron, lo hicieron principalmente preocupándose por sí mismos. Esta situación les acarreó el juicio y el castigo de Dios. Es muy dudoso que en esos momentos los hijos de Israel se acordaran de todas las instrucciones de cómo ser aceptados por Dios. Ellos no podían ser aceptados por sí mismos ni en sí mismos, sino en Aquel que los había reemplazado, Cristo. Según la tipología del Antiguo Testamento, este Cristo, Aquel que nos reemplaza, tiene muchos aspectos, los cuales se pueden ver en las diversas clases de ofrendas. Los aspectos principales se ven en la ofrenda por el pecado, en el holocausto y en la ofrenda de paz, las cuales se pueden combinar con sus correspondientes ofrendas, tales como la ofrenda de harina de tortas y de hojaldres y la libación.

Números 15 probablemente fue insertado debido a que los hijos de Israel no atendían a los intereses de Dios. Este capítulo servía para recordarles que su situación era del todo desagradable a Dios. Ellos probablemente se habían olvidado de presentar las ofrendas que Dios les exigía para hacer expiación por sus errores, sus malas acciones y su rebelión.

Consideremos nuevamente la situación de los hijos de Israel. Primeramente, los que se encontraban en los extremos de su campamento, no en el centro, murmuraron malignamente delante de Dios. Luego, la multitud mixta entre ellos codició delante de Dios. Ambos grupos recibieron su porción del juicio de Dios. Después de estas cosas, para la gran sorpresa de Moisés, su hermana y su hermano, los cuales eran mayores que él y lo habían acompañado siempre en el centro del mover de Dios, se rebelaron. Esto hizo que la situación y la atmósfera entre los hijos de Israel estuvieran por el suelo, y que el ánimo, junto con todas las demás cosas positivas, desapareciera. Después de esto, fueron enviados los espías para espiar la tierra, de los cuales diez presentaron un mal informe. Ellos también recibieron el debido juicio de Dios. Así que, antes de que se suscitara la siguiente rebelión (véase el capítulo 16), Dios intervino para insertar el capítulo 15. Si los hijos de Israel hubieran guardado las ordenanzas enunciadas en este capítulo, habrían sido librados de un nuevo disturbio.

Dos de las ordenanzas insertadas aquí guardan relación con las ofrendas y con el quebrantamiento del Sábado. Presentar una ofrenda a Dios indica que comprendemos que no podemos hacer nada para agradar a Dios. Ofrecemos Cristo a Dios porque comprendemos que somos incapaces de satisfacer a Dios, de serle agradables y de ser aceptados por Él. Al ofrecer Cristo a Dios, reconocemos que, en nosotros mismos y por nosotros mismos, no podemos agradar a Dios ni ser aceptables ante Él.

Guardar el Sábado significa admitir, reconocer y aceptar el hecho de que Dios lo ha hecho todo por nosotros. No necesitamos hacer nada, ni tampoco podemos hacer nada, para nosotros mismos. Dios lo ha hecho todo, y nosotros simplemente debemos reconocer y aceptar lo que Dios ha hecho por nosotros y descansar en ello. Esto es lo que significa guardar el Sábado.

Dios creó todas las cosas en seis días. Al concluir Su obra de creación, Él creó al hombre. Cuando el hombre salió de la mano creadora de Dios, no necesitó hacer nada. Él de inmediato comenzó a disfrutar de lo que Dios había hecho por él, y reposó en ello.

Quebrantar el Sábado es negar lo que Dios ha hecho por nosotros y tratar de hacerlo todo para nosotros mismos. Esto constituye una blasfemia para Dios. Si en nosotros mismos intentamos hacer algo para agradar a Dios, nuestro esfuerzo será una blasfemia para Dios por cuanto estaremos negando lo que Dios ha hecho por nosotros.

Siempre debemos tener muy claro que no somos nada y que no podemos hacer nada. Lo que sí podemos hacer, y debemos hacer, es ofrecerle Cristo a Dios, quien nos reemplazó. Cristo es Aquel en quien confiamos.

Debemos tener presente también que esforzarnos en nosotros mismos y para nosotros mismos no significa nada, y que eso, de hecho, constituye una blasfemia. Sencillamente debemos recibir a Dios y lo que Él ha hecho por nosotros. No debemos ser como las personas del mundo, quienes con todos sus empeños, niegan a Dios. Ellas niegan a Dios con lo que hacen. Algunos ateos incluso dicen: “¿Quién es Dios? Yo no necesito a Dios. Yo puedo hacerlo todo por mí mismo”. Esto equivale a negar a Dios y blasfemarlo.

Ahora que llegamos a las ordenanzas de Números 15, quisiera recordarles la diferencia que hay entre las ordenanzas y los estatutos. Los estatutos son preceptos que no van acompañados de ningún juicio, mientras que las ordenanzas son preceptos a los que se les ha añadido un juicio. Por ejemplo, el precepto sobre quebrantar el Sábado involucra un juicio.


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