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Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1445-9
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ESTUDIO-VIDA DE
LA PRIMERA EPISTOLA A LOS CORINTIOS

MENSAJE SESENTA Y SEIS

LO TOCANTE A LA RESURRECCION

(2)

Lectura bíblica: 1 Co. 15:12-28

En este mensaje examinaremos dos temas que se mencionan en 15:12-28: la refutación que Pablo presenta a los que negaban que hubiera resurrección; y la historia de la resurrección.

II. LA REFUTACION DE “NO HAY RESURRECCION”

Leamos el versículo 12: “Pero si se proclama a Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?” En este capítulo el apóstol confrontó la herejía de los corintios que afirmaba que no había resurrección de muertos; tales personas eran como los saduceos (Mt. 22:23; Hch. 23:8). Este era el décimo problema que existía entre los corintios, y el más dañino y destructivo para la economía neotestamentaria de Dios, peor aún que la herejía propagada por Himeneo y Fileto con respecto a la resurrección (2 Ti. 2:17-18). La resurrección es el pulso vital y lo que sustenta la economía divina. Si no hubiera resurrección, Dios sería un Dios de muertos, y no de vivos (Mt. 22:32). Si no hubiera resurrección, Cristo no habría resucitado de entre los muertos. Sería un Salvador muerto, y no un Salvador viviente que vive para siempre (Ap. 1:18) y que nos puede salvar por completo (He. 7:25). Si no hubiera resurrección, no habría prueba viva de que fuimos justificados por Su muerte (Ro. 4:25 y la nota), ni se nos impartiría la vida (Jn. 12:24), ni habría regeneración (Jn. 3:5), ni renovación (Tit. 3:5), ni transformación (Ro. 12:2; 2 Co. 3:18), ni tampoco conformación a la imagen de Cristo (Ro. 8:29). Si no hubiera resurrección, no habría miembros de Cristo (Ro. 12:5), ni Cuerpo de Cristo como la plenitud de El (Ef. 1:20-23), ni tampoco existiría la iglesia como la novia de Cristo (Jn. 3:29), y por lo tanto, tampoco el nuevo hombre (Ef. 2:15; 4:24; Col. 3:10-11). Si no hubiera resurrección, la economía neotestamentaria de Dios se derrumbaría por completo y el propósito eterno de Dios sería anulado.

En el versículo 12 Pablo se refiere a la predicación de que Cristo resucitó de entre los muertos. Esto indica claramente que los apóstoles predicaban la resurrección de Cristo. Conforme al libro de Hechos, la predicación del evangelio consistía principalmente en proclamar la resurrección de Cristo. Aunque los apóstoles recalcaban la resurrección de Cristo, la predicación cristiana de hoy da más énfasis a Su crucifixión. Sin embargo, nosotros debemos seguir a los apóstoles y dar a nuestro mensaje el mismo énfasis que ellos.

El versículo 13 añade: “Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó”. Este es el primer argumento que Pablo presenta en su refutación. La resurrección de Cristo es un hecho. Entonces, ¿cómo se atrevían algunos a decir que no había resurrección? Si no hubiese resurrección, Cristo no habría resucitado de entre los muertos.

En el versículo 14 Pablo dice: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra proclamación, vana es también vuestra fe”. La palabra griega traducida “vana” significa vacía, nula. Sin el Cristo vivo en resurrección, tanto nuestra proclamación como nuestra fe en el evangelio estarían huecas, serían nulas y carecerían de realidad. Sería vano predicar la muerte de Cristo sin proclamar Su resurrección. La resurrección de Cristo es el hecho que vitaliza nuestra predicación y hace que ésta prevalezca. Esta predicación nunca se hará en vano. Además, sin la resurrección de Cristo, nuestra fe también sería vana; tanto nuestra predicación como nuestras creencias estarían totalmente vacías. Esto es algo sumamente grave.

En el versículo 15 Pablo añade: “Además, somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que El resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan”. Este es otro argumento expuesto por Pablo en su refutación.

En el versículo 16, Pablo dice: “Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó”. Luego, el versículo 17, declara: “Y si Cristo no resucitó, nula es vuestra fe; aún estáis en vuestros pecados”. La palabra griega traducida “nula” significa infructuosa, sin valor. Si Cristo no hubiera resucitado para vivir en nosotros como nuestra vida y el todo para nosotros, nuestra fe en El sería infructuosa, no tendría valor y no produciría resultados, tales como la impartición de vida, la liberación del pecado, la victoria sobre Satanás y el crecimiento en vida. La palabra nula usada en este versículo es aún más fuerte que la palabra vana mencionada en el versículo 14. Algo vano es algo vacío. Pero la palabra nula indica una labor sin resultado, una obra sin ningún provecho. Sin la resurrección, podemos creer, pero al final nuestra fe no producirá ningún resultado, y por consiguiente, llegará a ser nula.

Además, el versículo 17 dice que si Cristo no hubiese resucitado, estaríamos todavía en nuestros pecados. La muerte de Cristo nos salva de ser condenados a causa de nuestros pecados, pero no nos salva del poder del pecado. Es la vida de resurrección de Cristo la que nos libera del poder del pecado (Ro. 8:2). Si Cristo no hubiese resucitado, todavía estaríamos en nuestros pecados y bajo el poder del pecado.

Una cosa son los pecados, y otra, el poder del pecado. Los pecados trajeron la condenación; llegamos a ser pecadores, saturados de pecados, y esto trajo la condenación. Pero la muerte de Cristo eliminó dicha condenación. Por lo tanto, la muerte de Cristo nos salvó de la condenación de los pecados. Pero Su muerte no puede salvarnos del poder del pecado. La condenación es algo objetivo, mientras que el poder del pecado es algo subjetivo. Ser salvos de la condenación de los pecados es algo que ocurrió de una vez por todas, pero ser libres del poder del pecado es una experiencia que dura toda la vida, una vivencia cotidiana y aun de cada momento. El problema que todos tenemos con nuestro mal genio ejemplifica cuánto necesitamos ser salvos cada día del poder del pecado. Usted ya fue salvo de la condenación de los pecados, pero aún necesita ser salvo del mal genio.

Cuando alguien le pregunta si usted es salvo, debe contestar correctamente. Puede contestar con una pregunta: “¿Se refiere a ser salvo del infierno y del juicio de Dios, o a ser salvo del poder del pecado?” Luego, puede añadir: “Usted me pregunta si soy salvo. Ahora quisiera preguntarle si usted es salvo del mal genio”. ¿Quién puede afirmar que ha sido completamente salvo del enojo? Debemos ayudar a los demás a comprender que fuimos salvos de los pecados, pero que todavía debemos ser salvos del poder del pecado. Para esto necesitamos el poder de la resurrección.

Conforme a Romanos 8:2, la ley del Espíritu de vida nos libera de la ley del pecado. La ley del pecado alude al poder del pecado, así como la ley de la gravedad se refiere al poder de la gravedad. La vida de resurrección es lo único que nos puede librar del poder del pecado y de la ley del pecado. La vida de resurrección contiene una ley más poderosa que la ley del pecado. Un avión puede volar debido a la operación de un poder que se impone a la gravedad. Del mismo modo, la operación de la poderosa vida de resurrección de Cristo nos ayuda a vencer el poder del pecado.

En el versículo 17 Pablo no escribe de manera filosófica ni teórica. El apela a la experiencia de los que argumentaban en contra de la resurrección y luego usa la propia experiencia de ellos para confundirlos. En otras palabras, la refutación de Pablo es muy práctica. Si alguien afirma que no hay resurrección, entonces quiere decir que Cristo no resucitó. Y ¿qué haremos con respecto al poder del pecado? Para resolver el problema del pecado, necesitamos la resurrección.

En el versículo 18 Pablo continúa su refutación: “Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron”. Los que duermen son los que han muerto (1 Ts. 4:13-16). La palabra “perecieron” significa que no resucitarán nunca, que permanecerán en la muerte para siempre. Si Cristo no hubiera resucitado de los muertos, entonces los creyentes que han muerto, perecieron. Ellos creyeron en Cristo para ser salvos; pero si Cristo no resucitó, tampoco ellos resucitarán, sino que permanecerán en la muerte y perecerán. Este es el argumento de Pablo, en el cual vemos una vez más que él discutía sobre la resurrección de manera práctica.

Hace más de cuarenta y cinco años, tuve una experiencia en la que presenté un argumento doctrinal de una manera muy practica. Un día, me encontré con un querido amigo cristiano en la calle. Al principio, él me hablaba con educación, diciéndome que alababa al Señor por usarme. Pero finalmente, él me dijo que no podía aceptar la enseñanza que afirmaba que los cristianos genuinos podían ser puestos en las tinieblas cuando volviera el Señor Jesús. En lugar de argumentar con él doctrinalmente, le hice esta pregunta práctica: “Hermano, preocupémonos por el tiempo actual. ¿Cree usted que no exista ningún creyente genuino que esté en tinieblas hoy en día?” El tuvo que reconocer que muchos creyentes siguen viviendo en tinieblas. Entonces, añadí: “Hermano, entonces qué pasará con estos creyentes cuando vuelva el Señor Jesús?” Esto muestra cómo se puede argumentar de manera práctica y no teórica con aquellos que se oponen a la verdad.

Leamos el versículo 19: “Si solamente en esta vida esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres”. Si no hubiera resurrección, no tendríamos futuro ni esperanzas para el futuro, tales como Cristo nuestra esperanza de gloria (Col. 1:27), la heredad de nuestra bendición eterna (Dn. 12:13), reinar con Cristo en el milenio (Ap. 20:4, 6), y la recompensa de la resurrección de los justos (Lc. 14:14). Una vez más, el argumento de Pablo es muy práctico.

Luego Pablo inserta como paréntesis algo acerca de la historia de la resurrección en los versículos 20-28. El vuelve a argumentar acerca de la resurrección de manera práctica en los versículos 29-32. En el versículo 32, dice: “Si como hombre batallé en Efeso contra fieras, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos”. Pablo estaba dispuesto a sufrir por la vida de resurrección y con miras a la resurrección. El sabía que llegaría el día de la resurrección, y que en la resurrección habría una recompensa.


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