Información del libro

Estudio-vida de Númerospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6614-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 48 de 53 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE NÚMEROS

MENSAJE CUARENTA Y OCHO

COMBATEN

(17)

Lectura bíblica: Nm. 36:1-13

Antes de considerar el capítulo 36 de Números, quisiera añadir algo acerca de dos asuntos con respecto a las ciudades de refugio mencionadas en el capítulo 35.

En primer lugar, según 35:25b-29, el homicida rescatado debía permanecer en la ciudad de refugio y vivir en ella hasta que muriera el sumo sacerdote, el cual representa a Cristo, quien murió por nuestros pecados. Puesto que nosotros, los creyentes en Cristo, recibimos la salvación directa de Dios, ¿cómo debemos aplicar el tipo referente a permanecer en la ciudad de refugio hasta que muera el sumo sacerdote? Ya que en tiempos del Antiguo Testamento Cristo todavía no había muerto, era necesario que quienes huyeran para refugiarse en Cristo esperasen allí hasta que Él viniera y muriera en la cruz. Por tanto, este refugio servía a los santos del Antiguo Testamento como una especie de redil, similar al descrito en Juan 10:1, el cual representa la ley, o el judaísmo como religión de la ley, en la cual el pueblo escogido por Dios fue protegido y guardado en custodia y tutela hasta que Cristo viniera.

Dado que la era del Antiguo Testamento ya pasó, ¿aún existe una ciudad de refugio para nosotros hoy, o únicamente tenemos la salvación directa de Dios? Quisiera contestar a esta pregunta relacionándola con la certeza de la salvación. En lo que se refiere al perdón de pecados y a la certeza de la salvación, muchos creyentes aún continúan en el Antiguo Testamento. Ellos parecen estar en espera de que se les dé esta certeza en el futuro. Por ejemplo, si le preguntáramos a uno de estos creyentes si han sido perdonados sus pecados, tal vez conteste: “No sé. Huí a Cristo y estoy en Cristo, pero no estoy seguro de que mis pecados hayan sido perdonados; tal vez no obtenga esta certeza hasta que muera. Sólo entonces sabré con seguridad que voy al cielo”. Tal creyente toma a Cristo como su ciudad de refugio. Sin embargo, los que creemos en Cristo podemos tener la certeza de la salvación y la certeza de que nuestros pecados han sido perdonados. Debemos ser capaces de decirles a los que han huido a Cristo como su ciudad de refugio: “Puesto que usted ya entró en Cristo y está en Él, sus pecados han sido perdonados. Cristo ya murió por usted y por sus pecados. La muerte redentora que Él sufrió por usted ya fue efectuada. Puesto que Cristo murió por sus pecados, sus pecados ciertamente han sido perdonados”. El creyente que reciba estas palabras no será más como los santos del Antiguo Testamento que esperan en la ciudad de refugio, sino que disfrutará la salvación directa de Dios.

Lo que debemos ver aquí es que existe una importante diferencia dispensacional entre el significado de las ciudades de refugio para los santos del Antiguo Testamento y para nosotros hoy en día. En la época del Antiguo Testamento, las ciudades de refugio eran lugares en los que una persona se escondía y esperaba la muerte del sumo sacerdote. Quienes hoy entramos en Cristo podemos hacerlo con la certeza de que Él ya murió y que nuestros pecados ya fueron perdonados. Cristo murió por nosotros aun antes de que naciéramos. Ahora sencillamente debemos aplicar lo que Él ya hizo por nosotros, diciendo: “Oh, Señor Jesús, te amo. Tú moriste por mí antes que yo naciera. ¡Aleluya, mis pecados han sido perdonados, y yo he quedado libre!”.

En segundo lugar, Dios estableció que hubiera seis ciudades de refugio, tres al otro lado del Jordán y tres en la tierra de Canaán. Este arreglo fue hecho en conformidad con la creación y la soberanía de Dios. Dios creó el río Jordán y también la tierra que se hallaba al oriente y al occidente del Jordán. Según la tipología, los dos grupos de tres ciudades de refugio testifican y proclaman al universo entero que el Dios Triuno vive en la tierra entre los seres humanos a fin de ser su ciudad de refugio.

Además, la repartición de las seis ciudades de refugio en diferentes lugares indica que el Dios Triuno está cercano y disponible. Sin importar dónde nos encontremos, Cristo, la corporificación del Dios Triuno, está cercano y disponible. Puesto que Él está en todas partes, Él está dondequiera que nosotros estemos. El Dios Triuno se propagó entre los hombres a fin de ser una ciudad de refugio para todo el que comete errores. Todos nosotros hemos cometido errores y a diario seguimos cometiendo errores; pero el Dios Triuno se propagó hasta llegar adonde nos encontramos. Ahora sencillamente debemos volvernos a Él y entrar en Él.

Consideremos ahora el estatuto hallado en 36:1-13, que es el último asunto referente a lo dispuesto de antemano con respecto a la repartición de la buena tierra.


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