Información del libro

Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 115 de 185 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE CIENTO QUINCE

EL ALUMBRADO DE LAS LAMPARAS
Y LAS VESTIDURAS SACERDOTALES
(2)

Lectura bíblica: Ex. 27:20—28:5

NOS REUNIMOS PARA ENCENDER LAS LAMPARAS

A través de los siglos, los cristianos han debatido en cuanto a la manera de reunirse, particularmente desde la Reforma. Todas las denominaciones y los grupos cristianos se reúnen de manera distinta. Por ejemplo, la manera presbiteriana de reunirse es diferente a la manera bautista. ¿Cuál es su manera de reunirse? La manera apropiada de reunirse se basa en el tipo presentado en el Antiguo Testamento de encender las lámparas que estaban en el Lugar Santo. Jamás debemos pensar que encender las lámparas es algo insignificante. En tipología, encender las lámparas al menos implica la manera apropiada de reunirse.

Las lámparas siempre se encendían en el tabernáculo de reunión. El tabernáculo no sólo era la morada de Dios, sino también el lugar de reunión. Por lo tanto, era el lugar donde Dios moraba y donde el pueblo de Israel se reunía.

Encender las lámparas se relaciona con la reunión del pueblo de Dios. Si nos preguntaran de que manera nos reunimos en la vida de iglesia, diríamos que nos reunimos de manera que encendamos las lámparas. La manera adecuada de reunirnos como cristianos es encendiendo las lámparas. Cada vez que nos reunimos como iglesia, necesitamos la luz de las lámparas. Además, todo lo que hagamos en la reunión debe hacer que las lámparas brillen. Cantar himnos y dar testimonios debe encender las lámparas.

NECESITAMOS LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL

Reunirnos para encender las lámparas abarca todos los aspectos de nuestra experiencia espiritual en la vida cristiana. Incluye nuestra experiencia de Cristo como corporificación del Dios Triuno, de la naturaleza divina, de la humanidad elevada de Cristo que arde a fin de alumbrar ante Dios y ante Su testimonio, del Espíritu de Dios como el aceite que se obtiene de las olivas y de los procesos por los cuales Cristo pasó, a saber, la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, y la resurrección. Además, incluye que llevemos las vestiduras sacerdotales, o sea, que expresemos a Cristo.

Como ya mencionamos, necesitamos todos los aspectos de las vestiduras sacerdotales a fin de estar calificados para encender las lámparas que estaban en el Lugar Santo. Si tenemos la túnica sacerdotal sin el efod sin el pectoral, no tenemos la expresión completa de Cristo y no estamos calificados. Por esto algunos de los que asisten a las reuniones no pueden encender la luz de las lámparas.

¿Sabe usted lo que significa encender las lámparas en el santuario? Encender las lámparas es emitir luz. Cuando algunos santos hablan en la reunión, todos tenemos el sentir de que la luz está brillando y que se disipan las tinieblas. Aquellos que emiten la luz de esta manera sin duda alguna tienen las vestiduras sacerdotales, las cuales son la expresión de Cristo. Cuánta luz habrá en el santuario depende de cuán calificados estemos para encender las lámparas al ponernos a Cristo como las vestiduras sacerdotales. Para encender las lámparas, debemos expresar a Cristo, y debemos tener la experiencia de la corporificación de Dios, de la naturaleza divina, de la humanidad de Jesús, y del Espíritu de Cristo con los elementos de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, y la resurrección. Estos elementos deben ser los componentes de nuestra vida cristiana. Si este es el caso, entonces estaremos calificados para encender las lámparas que están en el santuario de Dios.

EL ACEITE DE OLIVA PURO

Tal vez al venir a la reunión con el deseo de encender las lámparas, estemos escasos de la experiencia genuina de Cristo como corporificación del Dios Triuno. Tal vez nos falte también algo de la experiencia de la naturaleza divina y de la humanidad de Cristo. Además quizás no tengamos el aceite del Espíritu de Cristo. A consecuencia de esto, trataremos de encender las lámparas con algo que no es aceite de oliva. En ocasiones cuando algunos santos oran-leen e invocan al nombre del Señor Jesús, no tienen el aceite de oliva. No tienen el aceite que se obtiene de Cristo como el olivo, sino que lo obtienen de alguna otra fuente. Si alguien ora-lee o invoca al Señor de una forma ligera, no puede encender las lámparas con aceite de oliva puro. Cuando algunos santos escuchan este hablar, se desaniman y dicen: “Ahora me siento condenado por la forma en que yo oro-leo, invoco el nombre del Señor, y le alabo. De ahora en adelante permaneceré callado en las reuniones. No quiero usar aceite que no sea de oliva”. No tenemos que desanimarnos, más bien, lo que necesitamos es ser purificados. Los jóvenes deben admitir que en ocasiones cuando gritan “¡Alabado sea el Señor!” no tienen el aceite de oliva. Debemos alabar al Señor de la manera apropiada, con el aceite de oliva puro del Espíritu.

Yo no estoy de acuerdo con orar-leer, invocar o gritar que de por resultado un elemento impuro y natural. La pureza y santidad de estas prácticas no se debe mezclar con la soltura y la broma. En el momento en que tengamos tal mezcla el resultado será oscuridad en lugar de luz. Todo lo que expresemos en la reunión debe ser aceite puro del olivo. Ese es el único aceite que arderá para dar luz en el Lugar Santo. Orar-leer, el invocar y gritar de una manera natural nunca hace que la luz santa ascienda, y nunca alumbra a los santos.

Necesitamos que la cruz opere en nosotros. El aceite puro de oliva ha pasado por la encarnación y la crucifixión, y ha entrado en la resurrección. Este aceite no posee ninguna mezcla ni elemento natural. Es cierto que debemos liberarnos en las reuniones y estar llenos de gozo. En ocasiones podemos hasta reírnos, pero todo se debe hacer con el aceite puro de oliva.

Cada vez que nos reunimos como iglesia, debemos hacerlo en la morada de Dios. Es muy importante que recordemos esto. Nuestra reunión es un santuario. Por lo tanto, no debemos comportarnos como si estuviéramos en un estadio. Debemos recordar que estamos en una reunión santa de los santos. Ya que la reunión es el santuario de Dios debemos encender las lámparas en el santuario, esto es, en la tienda de reunión. Sabemos que el edificio donde nos reunimos no es el santuario ni el Lugar Santo; es la reunión la que viene a ser el santuario. No importa donde nos reunamos, ya sea en un edificio o al aire libre, nuestra reunión es en el Lugar Santo. Es por esto que no debemos reunirnos de una manera natural o secular. Todo lo que hagamos en la reunión: hablar, cantar, alabar, invocar, clamar, orar-leer, debe propiciar la ascensión de la luz santa. Esto es encender las lámparas en el santuario de Dios para que la luz acabe con las tinieblas.


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