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Estudio-vida de 2 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-2362-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 46 de 59 Sección 1 de 5

ESTUDIO-VIDA DE 2 CORINTIOS

MENSAJE CUARENTA Y SEIS

LA COMUNIÓN DEL APÓSTOL EN CUANTO
A LA MINISTRACIÓN A LOS SANTOS NECESITADOS

(1)

Lectura bíblica: 2 Co. 8:1-15

Pablo escribió las epístolas de 1 y 2 Corintios como un padre amoroso. En su primera epístola, él disciplinó a los corintios. Los padres sabemos que al disciplinar a los hijos, corremos el riesgo de alejarlos de nosotros. Si un padre disciplina a su hijo sin restringirse, el hijo querrá irse de la casa. Habiendo escrito Pablo 1 Corintios, le preocupaba cómo reaccionarían los creyentes corintios ante su disciplina. Él estaba un poco inquieto al respecto e incluso se lamentó por haber escrito la epístola. Le preocupaba que toda la iglesia que estaba en Corinto se apartara de él. Debido a su profunda preocupación, él esperaba ansiosamente que Tito le trajera noticias con respecto a la manera en que los corintios respondieron a su primera epístola. En el capítulo dos, Pablo no tuvo reposo en su espíritu por no haber encontrado a Tito. Pero vemos, en el capítulo siete, que Tito llegó con buenas noticias.

La primera epístola de Pablo había causado tristeza a los corintios, pero aquella tristeza produjo arrepentimiento para salvación, y esa salvación fue una plena reconciliación. Cuando Pablo oyó estas buenas nuevas, él estaba fuera de sí por el gozo que sentía. Como dice en 7:13: “Nos gozamos más abundantemente por el gozo de Tito”. Cuando Pablo escribió su segunda epístola, se encontraba en un ambiente de aliento y gozo. Así que, al leer nosotros el capítulo siete, podemos percibir el sentir que había en el espíritu de Pablo, un sentir de profunda preocupación por la iglesia que estaba en Corinto.

UNA PROFUNDA COMUNIÓN

Todos los que desean cuidar de las iglesias o servir al Señor deben admirar el espíritu que Pablo manifiesta en el capítulo siete. Aquí vemos la apropiada actitud que es necesaria para servir al Señor. También podemos ver que en tiempos antiguos la comunión que existía entre los creyentes y los apóstoles no era tan superficial como sucede entre los creyentes de hoy. En tiempos de antaño, los creyentes estaban en los corazones de los apóstoles, y los apóstoles, en los corazones de los creyentes. La comunión que disfrutaban entre ellos era muy profunda. Vivían juntos en una comunión tan profunda, que incluso estaban dispuestos a morir juntos.

La situación que existe entre muchos cristianos de hoy es muy diferente. Hay cristianos que viajan de grupo en grupo sin tener una comunión profunda con nadie. Para ellos, un grupo cristiano es como un hotel donde llega la gente, se queda por un rato y luego se va. La comunión que disfrutamos en el recobro del Señor no debe ser así. Las iglesias locales no deben ser moteles para los que viajan de lugar en lugar. Como miembros de la familia de nuestro Padre, nuestra comunión debe ser profunda; debemos llevarnos los unos a los otros en nuestros corazones, y no debe haber ninguna separación entre nosotros. Aun cuando algunos miembros nos disciplinen, debemos seguir amando a la familia de la iglesia y no abandonarla nunca.

UN MINISTERIO EXTRAORDINARIO

Los capítulos ocho y nueve de 2 Corintios tratan de la comunión del apóstol en cuanto a la ministración a los santos necesitados. Aparentemente esto no tiene nada que ver con lo que Pablo ha abarcado en los capítulos seis y siete. En 2 Corintios 6 y 7 vemos la obra de la reconciliación que Pablo lleva a cabo, y en los capítulos ocho y nueve, la ministración a los santos necesitados. Sin la reconciliación descrita en los capítulos seis y siete, no se podría llevar a cabo la ministración a los santos necesitados presentada en los capítulos ocho y nueve. Por tanto, la ministración descrita en estos capítulos surge de la obra de reconciliación mencionada en los capítulos anteriores. Esto significa que si deseamos llevar a cabo un ministerio adecuado para los santos necesitados, debemos ser reconciliados con Dios, esto es, traídos de nuevo a Él por completo. Debemos vivir en Dios, y no permitir que nada nos separe de Él. La ministración para los santos necesitados narrada en los capítulos ocho y nueve es extraordinaria. Si queremos experimentar esta extraordinaria ministración, la cual se lleva a cabo para los santos necesitados de otras partes del mundo, necesitamos llevar una vida reconciliada, es decir, una vida plenamente reconciliada con Dios.

En su segunda epístola, Pablo primero les mostró a los creyentes corintios que los apóstoles, como ministros del nuevo pacto, habían recibido el ministerio que consistía en plenamente reconciliar con Dios al pueblo de Dios. Luego, en el capítulo seis, Pablo llevó a cabo dicho ministerio haciendo una obra extraordinaria que consistía en reconciliar con Dios de forma completa a los creyentes corintios, quienes se hallaban distraídos. Después de concluir dicha obra, él tuvo comunión con ellos diciéndoles que debían llevar a cabo un ministerio dirigido a ayudar a los santos necesitados.

En estos capítulos, la secuencia es importante. Si los capítulos ocho y nueve se encontraran al principio de este libro, ciertamente estarían fuera de lugar. Pero, en lugar de ello, un capítulo sigue al otro, como los peldaños de una escalera. Yo creo que mientras Pablo escribía esta epístola, él sentía que iba escalando paso a paso. Él no les presentó el ministerio que consiste en cuidar a los santos necesitados sino hasta después de haber realizado la excelente labor de reconciliar con Dios, de llevarlos de nuevo a Él, a los distraídos santos. Por tanto, no debemos pensar que estos capítulos están separados y aislados. Aparentemente, los capítulos ocho y nueve tratan de un tema diferente al de los capítulos seis y siete, pero, de hecho, según el pensamiento de Pablo, todos estos capítulos están conectados.

Mediante la obra reconciliadora de Pablo, los santos de Corinto fueron llevados de nuevo a Dios, se arrepintieron y recibieron más salvación. Luego, en 8:1, Pablo declara: “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado en las iglesias de Macedonia”. La palabra “asimismo” indica que se habían hecho ciertos preparativos y que existía un ambiente y una condición propicias para que el escritor presentara algo adicional. Por tanto, Pablo prosigue a hablar de la gracia que Dios concedió a las iglesias de Macedonia. Su objetivo era que los creyentes corintios participaran en abastecer a los santos necesitados.


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