Información del libro

Estudio-vida de Hebreospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3845-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 45 de 69 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE HEBREOS

MENSAJE CUARENTA Y CINCO

NO PERDICIÓN ETERNA
SINO UN CASTIGO DISPENSACIONAL

Este mensaje titulado: “No perdición eterna, sino un castigo dispensacional”, es necesario para que podamos tener un fundamento básico con respecto al recobro del Señor. La expresión castigo dispensacional tal vez no se encuentre en otros libros o mensajes cristianos, ya que éste es un término nuevo en el recobro del Señor. Este término es necesario porque muchos cristianos han confundido el asunto del castigo dispensacional con la perdición eterna. Según el Nuevo Testamento, estos dos asuntos son completamente distintos y no tienen nada en común. La perdición eterna se aplica a los incrédulos, mientras que el castigo dispensacional se aplica a los creyentes. Debido a la confusión que ha habido entre estos dos conceptos se han suscitado muchos problemas.

Actualmente en el cristianismo existen dos corrientes teológicas con respecto a la salvación. Una de ellas afirma que la salvación es eterna. Según esta corriente de pensamiento, una vez que somos salvos, lo somos eternamente, no importa lo que hagamos después de haber sido salvos, pues la salvación jamás puede perderse. La postura de la segunda corriente teológica declara que si no somos cuidadosos después de haber sido salvos, podemos perder nuestra salvación. La mayoría de las llamadas iglesias de santidad pertenecen a esta corriente de pensamiento, creyendo que una persona puede ser salva y volver a perderse una y otra vez. Ya que la salvación de ellos sube y baja como un ascensor, podemos llamar a este concepto: “la salvación de ascensor”. Una vez, cuando tenía menos de treinta años de edad, vino un predicador a nuestro pueblo diciendo que podíamos ser salvos por la mañana y volver a perdernos por la noche, y que después, si nos arrepentíamos una vez más y confesábamos nuestros pecados, podíamos ser salvos otra vez a la mañana siguiente. Cuando escuché esto, hablé con denuedo a los santos de ese pueblo que esa predicación era ilógica y que nuestro Dios jamás nos daría una salvación así.

Aquellos que predican y enseñan la “salvación de ascensor” aparentemente tienen una base bíblica para afirmar esto, pero en realidad no la tienen. Son como aquellos que padecen de miopía y confunden la letra C con la letra G. Cometen un grave error al interpretar algunos pasajes de la Biblia. Usan todos los versículos que hablan del castigo dispensacional para fundamentar su creencia de que una persona salva puede volver a perderse. Aquellos que siguen esta corriente teológica no tienen ninguna seguridad con respecto a su salvación. En cuanto a la salvación se refiere, si ellos están “arriba” cuando mueren, entonces son salvos eternamente, pero si se encuentran “abajo”, entonces se perderán eternamente. ¿Qué clase de evangelio es éste? ¡Esto es terrible!

Sin embargo, también es erróneo enseñar que no importa lo que hagamos después de ser salvos, seguiremos siendo salvos sin sufrir ninguna consecuencia. Según esta enseñanza, mientras tengamos la seguridad de ser salvos por la eternidad, todo estará bien. Debemos desechar y dejar la enseñanza de estas dos corrientes teológicas, y ver lo que dice la Palabra pura de Dios respecto a este asunto.

I. LA CERTEZA DE LA SALVACIÓN ETERNA QUE DIOS
HA PROVISTO PARA LOS CREYENTES

La salvación que Dios nos ha provisto es eterna. Una vez que la recibimos, está eternamente asegurada. Esto lo demuestran once factores.

A. La voluntad de Dios

La salvación eterna de Dios está asegurada por la voluntad de Dios. Efesios 1:5 dice que fuimos predestinados según la voluntad de Dios, y Juan 6:39 afirma que la voluntad del Padre es que ninguno de los que Él ha dado al Hijo se pierda. Ésta es la voluntad de Dios concerniente a nuestra salvación. La voluntad de Dios es más firme y más estable que una roca. Los cielos y la tierra pasarán, pero la voluntad de Dios permanecerá para siempre. Su voluntad no “sube y baja” como un ascensor.

B. La elección y el llamamiento de Dios

Nuestra salvación está asegurada por la elección y el llamamiento de Dios. Él nos escogió, nos eligió, antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4). No lo elegimos nosotros a Él, sino que Él nos eligió a nosotros (Jn. 15:16), y Su elección no depende de nuestras obras sino de Él, quien llama (Ro. 9:11). Además, Él no sólo nos predestinó sino que también nos llamó (Ro. 8:30), y esto no conforme a nuestras obras sino según Su propósito (2 Ti. 1:9). Además, Su llamamiento es irrevocable. Él nunca se arrepentirá ni se lamentará de habernos llamado. Su elección y Su llamamiento no dependen en lo absoluto de nuestras obras, ni pueden ser afectados por ellas, puesto que son inmutables. La elección y el llamamiento de Dios, los cuales son iniciados por Él y no por nosotros, son la garantía de nuestra salvación.


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