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Estudio-vida de Marcospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1437-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 27 de 70 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE MARCOS

MENSAJE VEINTISIETE

LAS ACTIVIDADES QUE EL SALVADOR-ESCLAVO
REALIZO EN SU SERVICIO EVANGELICO

(11)

Lectura bíblica: Mr. 9:14-50

En el mensaje anterior vimos que en 8:27—9:13 se da una revelación de Cristo, que incluye Su muerte y Su resurrección, como el reemplazo universal de todo lo que no es Dios. En este mensaje examinaremos 9:14-50.

No es fácil entender lo que revela este pasaje. ¿Cuál es el tema principal de esta porción del Evangelio de Marcos? Si dividimos esta sección en varias partes, tal vez entendamos algunos puntos específicos. Pero ¿qué se ve en estos versículos en conjunto?

ECHA FUERA UN ESPIRITU MUDO

Estos treinta y siete versículos comienzan con la expulsión de un espíritu mudo del hijo de un hombre (9:14-29). Esto ocurrió inmediatamente después de que el Señor y los tres discípulos descendieron del monte de la transfiguración. “Cuando llegaron a donde estaban los discípulos, vieron una gran multitud alrededor de ellos y a unos escribas disputando con ellos. Y en seguida toda la multitud, viéndole, se asombró, y corriendo a El, le saludaron” (vs. 14-15). Cuando el Señor Jesús les preguntó por qué disputaban, “uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a Ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo; y dondequiera que se apodera de él, le tira al suelo; y echa espumarajos, y cruje los dientes; y se está consumiendo; y dije a Tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron” (vs. 17-18).

En este pasaje vemos el caso de alguien que tenía un espíritu mudo, no de una persona que necesitara ser sanada. En el versículo 25 vemos que el espíritu que se expulsó del niño era un espíritu sordomudo. Así que, una vez más se ve la necesidad de resolver de manera específica el problema relacionado con los órganos del habla y del oído.

La razón del fracaso de los discípulos

El padre de aquel muchacho había pedido a los discípulos del Señor que echaran fuera al demonio, pero ellos no pudieron. Ellos eran aprendices y debieron haberlo expulsado. Pero debido a que fracasaron, se produjo una disputa severa. Cuando el Señor descendió del monte de la transfiguración, se enteró de la situación y procedió a echar fuera al espíritu sordomudo.

Marcos 9:28 dice: “Cuando Jesús entró en casa, Sus discípulos le preguntaron en privado: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?” Los discípulos parecían decir al Señor: “Te hemos seguido ya por mucho tiempo y hemos aprendiendo de Ti. Para Ti fue muy fácil expulsar al demonio. Pero ¿por qué nosotros no pudimos hacerlo?”

En el versículo 29 el Señor respondió a los discípulos: “Este género por ningún medio puede salir, sino por la oración”. Esta respuesta indica que ellos no oraron, y que a eso se debía que no pudieran expulsar al demonio.

La oración y la negación del yo

¿Sabe usted qué significa orar? Orar significa reconocer que no somos nada y que no podemos hacer nada. Esto implica que la oración equivale a verdaderamente negar nuestro yo. Por lo tanto, orar es negarnos a nosotros mismos, sabiendo que no somos nada y que no podemos hacer nada. Además, en la práctica, orar equivale a declarar: “Ya no vivo yo, sino Cristo”.

Los discípulos, en lugar de orar primero, trataron de echar fuera al demonio. Quizás dijeron para sí: “Ya hemos visto cómo el Señor echa fuera demonios por más de dos años y hemos aprendido de El. No tendremos ningún problema para echar fuera al demonio de este niño”. Pero aunque intentaron hacerlo, no tuvieron éxito. Podemos decir que ellos trataron de echar fuera al demonio sin el poder, la energía, la electricidad divina.

Quisiera realzar el hecho de que lo que realmente indica la palabra oración en 9:29 es: “Ya no vivo yo, sino Cristo”. Respecto a esto, debemos entender por qué este caso sigue inmediatamente después de que se da la revelación de Cristo como nuestro reemplazo y de lo que dijo el Señor en cuanto a negarnos a nosotros mismos. Debemos negarnos a nosotros mismos para que Cristo nos reemplace y llegue a ser el todo para nosotros. Aunque los discípulos tuvieron esta revelación, no la llevaron a la práctica, no vivieron conforme a ella. Recibir la revelación es una cosa, pero vivirla es algo muy diferente.


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