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Estudio-vida de Levíticopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6571-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 18 de 64 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE LEVÍTICO

MENSAJE DIECIOCHO

LA OFRENDA POR EL PECADO:
EL CRISTO QUE SE OFRECIÓ A SÍ MISMO
POR EL PECADO DEL PUEBLO DE DIOS

(1)

Lectura bíblica: Lv. 4:1-35; 1 Jn. 1:5-9; Col. 1:12; Ro. 5:12; 7:17, 20; 8:3; Jn. 1:14; 2 Co. 5:21; Jn. 3:14; Ro. 6:6; He. 2:14; 4:15; Gá. 5:19-21; Jn. 12:31

En los mensajes anteriores abarcamos las primeras tres de las cinco ofrendas básicas: el holocausto, la ofrenda de harina y la ofrenda de paz. La cuarta ofrenda básica es la ofrenda por el pecado, y la quinta es la ofrenda por las transgresiones. En este mensaje empezaremos a considerar la ofrenda por el pecado.

LA SECUENCIA EN QUE
SON DISPUESTAS LAS OFRENDAS

Me siento maravillado al ver la secuencia en que fueron dispuestas las cinco ofrendas básicas. Esta secuencia no es según el pensamiento humano, que pondría la ofrenda por el pecado en primer lugar. Puesto que sabemos que somos pecaminosos, lo primero que queremos es que se ponga fin a nuestro pecado. Después de esto, podríamos escoger el holocausto, la ofrenda de harina y la ofrenda de paz. Sin embargo, la secuencia divina es diferente. La secuencia divina comienza con el holocausto, lo cual nos muestra que con relación a nosotros, lo primordial es que vivamos absolutamente entregados a Dios. Después del holocausto sigue la ofrenda de harina, lo cual nos muestra que debemos tomar a Cristo como nuestro suministro de vida y vivir diariamente por Él. El resultado de tomar a Cristo como nuestro holocausto y nuestra ofrenda de harina es que tenemos paz. No obstante, aunque tenemos paz, aún tenemos ciertos problemas —el pecado por dentro y los pecados por fuera—, a los cuales ciertamente se les debe dar solución.

La secuencia que siguen las ofrendas en Levítico concuerda con la secuencia de 1 Juan 1. El versículo 5 dice: “Dios es luz, y en Él no hay ningunas tinieblas”. El versículo 6 afirma que si decimos que tenemos comunión con el Dios que es la luz misma y “andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad”. El versículo 7 añade: “Pero si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado”. Esto indica que mientras tenemos comunión con Dios y lo disfrutamos, nos daremos cuenta de que entre nosotros y Dios existe un problema, y que este problema es el pecado.

El pecado y los pecados

El Nuevo Testamento trata sobre el problema del pecado usando la palabra pecado, en singular, y la palabra pecados, en plural. Pecado se refiere al pecado que mora en nosotros, el cual provino de Satanás y entró en la humanidad por medio de Adán (Ro. 5:12). Se habla de esto en la segunda sección de Romanos, de 5:12 a 8:13 (con la excepción de 7:5, donde se menciona la palabra pecados). Pecados se refiere a los hechos pecaminosos, a los frutos del pecado que mora en nosotros, los cuales son expuestos en la primera sección de Romanos, de 1:18 a 5:11. Sin embargo, en 1 Juan 1:7 la palabra pecado, en singular, acompañada del adjetivo todo, no se refiere al pecado que mora en nosotros, sino a cada uno de los pecados que cometemos (v. 10) después de haber sido regenerados. Tal pecado contamina nuestra conciencia purificada y debe ser limpiado por la sangre del Señor Jesús en nuestra comunión con Dios.

Cristo, como ofrenda por el pecado (Lv. 4; Is. 53:10; Ro. 8:3; 2 Co. 5:21; He. 9:26), puso fin a nuestro pecado, el pecado que mora en nuestra naturaleza (Ro. 7:17); y Cristo, como ofrenda por las transgresiones, llevó sobre Sí nuestros pecados, nuestras transgresiones (Lv. 5; Is. 53:11; 1 Co. 15:3; 1 P. 2:24; He. 9:28). Sin embargo, después de ser regenerados, todavía necesitamos tomar a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado, como se indica en 1 Juan 1:8, y también como nuestra ofrenda por las transgresiones, como se indica en 1 Juan 1:9.

En 1 Juan 1:8 se nos dice: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”. Este versículo habla del pecado que mora en nosotros, el pecado que heredamos por nacimiento. Éste es el pecado mencionado en Romanos 5:12. Si decimos que, después de ser salvos y regenerados, ya no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos. Aunque hemos sido salvos y regenerados, y aunque buscamos al Señor, lo amamos y tenemos comunión con Él, el pecado sigue morando en nosotros. Esto es un hecho. Si lo negamos, la verdad no está en nosotros.

A continuación, 1 Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda injusticia”. Esto se refiere a la confesión de nuestros pecados después de nuestra regeneración, y no a la confesión de nuestros pecados antes de la regeneración. Aquí pecados denota nuestras acciones pecaminosas.


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