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Estudio-vida de Apocalipsispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1446-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 18 de 68 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS

MENSAJE DIECIOCHO

EL LEON-CORDERO ES DIGNO

En el capítulo cuatro vemos lo que ocurre en el cielo después de la ascensión de Cristo. El trono de Dios es el centro de la escena del capítulo cuatro. Dios está sentado en el trono, preparado para ejercer Su administración universal a fin de cumplir Su propósito eterno. En el capítulo cinco vemos la misma escena, es decir, lo que ocurre después de la ascensión de Cristo. Como veremos en este mensaje, el centro de esta escena es el León-Cordero, quien es digno.

I. LA ADMINISTRACION DE DIOS ESTA SELLADA

En Apocalipsis 5:1 dice: “Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos”. La administración de Dios es un secreto, un misterio. A lo largo de los siglos, muchos hombres sabios han procurado con ahínco descubrir cuál es la clave del universo. Debido a que no tenían la revelación no lo lograron. En el Apocalipsis, el último libro de la Biblia, se nos revela la economía de Dios.

En 5:1 vemos que el que está sentado en el trono tiene un libro en Su mano, el cual está sellado con siete sellos. Estos siete sellos constituyen el contenido de dicho libro y también del libro de Apocalipsis, puesto que éste es la apertura, la revelación, de los siete sellos. El libro debe de ser el nuevo pacto, el gran título de propiedad puesto en vigencia por la sangre del Cordero. El Nuevo Testamento es un libro donde vemos la redención de la iglesia, de Israel, del mundo y del universo. El libro de Apocalipsis es una crónica de la intención que Dios tiene para con la iglesia, para con Israel, para con el mundo y para con el universo. Cuando Cristo murió en la cruz, El gustó la muerte no sólo por el hombre, sino también por todas las cosas (He. 2:9). Aquí vemos cuán escondida está la administración de Dios en el universo. Aunque el Nuevo Testamento fue puesto en vigencia con la muerte de Cristo, ha sido un misterio para la humanidad. El secreto del universo y también el contenido del libro de Apocalipsis es el nuevo pacto. Cuando leemos el Apocalipsis, debemos darnos cuenta de que en visión tras visión entendemos lo que está incluido en este nuevo pacto, es decir, el contenido de este libro secreto y sellado.

Ahora, después de la ascensión de Cristo, no deben quedar secretos, pues ya han sido revelados por la muerte, la resurrección y la ascensión de Cristo. Antes de Su muerte había un misterio que ningún hombre conocía. Pero por Su muerte, resurrección y ascensión, El cumplió todo lo que Dios exigía. De modo que, como veremos, El reveló el misterio y se lo manifestó a Juan y le mandó que lo escribiera. Por consiguiente, el libro que está en la mano de Dios es el secreto abierto. Ya no es un secreto, sino un misterio revelado. Ahora, cuando leemos el libro de Apocalipsis, leemos el contenido del libro cuyos sellos abrió el Cristo ascendido. Esto es un asunto importante, y pocos cristianos están conscientes de ello. Los cristianos en su gran mayoría tienen el libro de Apocalipsis, pero pocos tienen el libro cuyos sellos han sido abiertos, porque ellos no saben que el Apocalipsis es el libro de los sellos desatados.

II. NADIE FUE HALLADO DIGNO

En Apocalipsis 5:2-4 vemos que nadie en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra fue digno de abrir el libro ni de mirar su contenido. Cuando Juan vio el libro, éste todavía estaba sellado. Si nosotros hubiéramos estado allí, también habríamos tenido el deseo de ver su contenido. Pero Juan lloraba mucho, “porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de mirarlo”. Si en verdad no se hubiese hallado a nadie digno de abrir el libro en todo el universo, ciertamente nosotros también lloraríamos, porque el universo entero sería vanidad, sin nadie calificado para revelar su secreto. Si Cristo no existiera, el universo entero tendría que llorar. Pero Cristo existe; no tenemos que llorar.

III. EL LEON-CORDERO ES DIGNO

A. El León de la tribu de Judá

Mientras Juan lloraba, uno de los ancianos le dijo: “No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos”. Este pasaje se refiere a Génesis 49:8-9, donde el león simboliza a Cristo, presentándolo como un poderoso guerrero que se opone al enemigo. Ya indicamos que casi todo el contenido del libro de Apocalipsis es el cumplimiento de lo que se menciona en el Antiguo Testamento. Cristo es el León guerrero, victorioso y vencedor. El ganó la batalla. Por consiguiente, Su victoria lo califica para abrir el libro y sus siete sellos.

El ángel le había presentado a Juan el León de la tribu de Judá; sin embargo, en el versículo 6 dice: “Y vi en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, un Cordero en pie, como recién inmolado”. El ángel presentó a Cristo como el León, pero Juan lo vio como el Cordero. Como León, Cristo pelea contra el enemigo; como Cordero, El nos redime. El peleó para redimirnos; El ganó la batalla sobre el enemigo, y efectuó la redención. Para el enemigo El es un León, mas para nosotros El es un Cordero. Aunque los ángeles no necesitan redención, sí necesitan que alguien derrote al enemigo de Dios, debido a que uno de ellos se convirtió en enemigo de Dios. De manera que los ángeles saben que es menester que alguien derrote a este rebelde. Para los ángeles, Cristo fue el León que derrotó al enemigo rebelde, pero para nosotros, incluyendo al apóstol Juan, Cristo es el Cordero que nos redimió. Nosotros necesitamos la redención de Cristo. Como dijimos antes, en el universo hay dos problemas principales: Satanás y el pecado. Como León, Cristo derrotó y destruyó a Satanás, y como Cordero, quitó nuestro pecado. El ganó la victoria y realizó la redención. Ahora El es el León-Cordero.

El versículo 6 nos revela que el Cordero está de pie en medio del trono. En lo relativo a la redención, Cristo se sentó a la diestra de Dios en el cielo después de haber ascendido (He. 1:3; 10:12), mientras que en lo tocante a la administración de Dios, El continúa de pie en Su ascensión.


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