Información del libro

Estudio-vida de 1 y 2 Tesalonicensespor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2821-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 22 de 31 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE 1 TESALONICENSES

MENSAJE VEINTIDÓS

LA NECESIDAD DE QUE NUESTRO CORAZÓN
SEA AFIRMADO IRREPRENSIBLE EN SANTIDAD
Y NUESTRO CUERPO SEA GUARDADO
LIMPIO EN SANTIFICACIÓN

Lectura bíblica: 1 Ts. 3:13; 4:3-8; He. 12:14; Ro. 12:1-2; Ef. 3:17-19; Mr. 12:30; Fil. 2:5

Al leer las Escrituras, debemos percatarnos de la carga que embargaba el espíritu del escritor. En particular, debemos conocer la carga que había en el espíritu de Pablo cuando escribió 1 Tesalonicenses. En el capítulo tres de 1 Tesalonicenses, Pablo concluye dando unas palabras de bendición: “Para afirmar vuestros corazones irreprensibles en santidad delante de nuestro Dios y Padre, en la venida de nuestro Señor Jesús con todos Sus santos” (v. 13). El deseo de Pablo era que los corazones de los que leyeran esta epístola fuesen afirmados irreprensibles en santidad.

En el capítulo cuatro Pablo exhorta a los santos a que se abstengan del contaminante pecado de la fornicación: “Pues ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; que os obtengáis de fornicación”. ¿De qué manera Pablo quería que los santos se abstuvieran de este pecado? Él quería que ellos se abstuvieran de este pecado por medio de la santificación. Él primero les dice que la voluntad de Dios es nuestra santificación. La voluntad de Dios es que seamos santificados, protegidos y guardados en santificación. La mejor forma de abstenernos de fornicación es ser santificados o resguardados en la santidad de Dios.

En 4:3, 4 y 7 Pablo usa la palabra “santificación” tres veces. En el versículo 3 él dice que la voluntad de Dios es nuestra santificación; en el versículo 4 dice que debemos saber cómo poseer nuestro vaso, nuestro cuerpo, en santificación y honor; y en el versículo 7 dice que Dios nos ha llamado en santificación. Según 4:4, debemos poseer nuestro cuerpo en santificación y honor. La santificación se necesita para estar bien delante de Dios, y el honor, para estar bien delante de los hombres. Todo fornicario pierde su honor delante los hombres. En cualquier sociedad los fornicarios son menospreciados, pues han perdido su honor ante los hombres. Así que, debemos guardar nuestro cuerpo de ese pecado, y la manera en que podemos hacerlo es en santificación.

NUESTRA RESPONSABILIDAD CON RESPECTO A NUESTRA SANTIFICACIÓN

En 5:23 Pablo concluye este tema de la santificación con estas palabras: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y vuestro espíritu y vuestra alma y vuestro cuerpo sean guardados perfectos e irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Aquí vemos que todo nuestro ser —espíritu, alma y cuerpo— necesita ser santificado. Necesitamos que el Dios de paz santifique no solamente nuestra alma y nuestro cuerpo, sino también nuestro espíritu.

Según 5:23, nosotros somos responsables, hasta cierto punto, de la santificación de todo nuestro ser. Por un lado, Dios nos santificará por completo; por otro, nuestro espíritu, nuestra alma y nuestro cuerpo deben ser guardados. Aunque es Dios quien nos guarda, nosotros asimismo tenemos cierta responsabilidad de guardarnos.

La frase “sean guardados” puede considerarse en un sentido tanto activo como pasivo. Esto significa que, aunque estamos siendo guardados, nosotros tenemos que tomar la iniciativa para ser guardados en ello. Así que, “sean” tiene un sentido activo, mientras que “guardados” tiene un sentido pasivo.

Dios desea guardarnos, pero, ¿estamos nosotros dispuestos a ser guardados? A fin de poder entender mejor nuestra responsabilidad con respecto a ser guardados, usemos el ejemplo de un padre que tiene que darle medicina a su hijo. Si bien es posible que el niño necesite la medicina, tal vez no esté dispuesto a recibirla. De hecho, es posible que se resista a tomarla y su padre tenga que usar la fuerza para dársela. Los padres hacen esto para proteger la salud del niño. De igual modo, nosotros a veces no cooperamos con el Señor, quien desea guardarnos, y esto lo obliga a hacer ciertas cosas para sujetarnos y restringirnos, a fin de que recibamos lo que necesitamos para ser santificados y guardados.

En 1 Tesalonicenses, un libro que trata de la vida santa para la vida de iglesia, se nos dice que ciertas partes de nuestro ser necesitan ser guardadas. Nuestro corazón necesita ser santificado, nuestro cuerpo necesita ser guardado en santificación y, finalmente, nuestro espíritu, la parte más recóndita de nuestro ser, necesita también ser santificado.


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