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Estudio-vida de Númerospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6614-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 14 de 53 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE NÚMEROS

MENSAJE CATORCE

CONFORMAN UN EJÉRCITO

(13)

Lectura bíblica: Nm. 7:1, 87-88; 8:12; 6:14-17

En este mensaje quisiera hablar acerca de las provisiones divinas reveladas en los capítulos del 6 al 9.

Números 5:1—9:14 constituye una sección que puede ser considerada una inserción en el relato sobre la formación del ejército. Esta inserción incluye dos asuntos: los requisitos de Dios y la provisión de Dios. Primero se nos presentan los requisitos de Dios, y después, Su provisión. Los capítulos 5 y 6 pueden ser considerados los requisitos de Dios, los cuales incluyen diferentes medidas que había que tomar, una prueba y los elevados requisitos del nazareo. Todos éstos son los requisitos que Dios les impuso a Sus redimidos para hacer de ellos Su ejército. Luego, los capítulos 7 y 8 y la primera parte del capítulo 9 pueden ser considerados la provisión divina.

Veamos ahora los ítems incluidos en la provisión de Dios.

EL UNGÜENTO

Tipifica al Dios Triuno procesado y consumado

El primer ítem de la provisión divina hallada en estos capítulos es el ungüento que se usaba para ungir el tabernáculo con todos sus enseres y el altar con todos sus utensilios (7:1). El ungüento tipifica al Dios Triuno consumado después de haber pasado por todos los procesos. En toda la Biblia, este ungüento constituye una de las más grandes provisiones que Dios ha preparado para Sus redimidos.

Para la época de Números 7, el tabernáculo y el altar ya habían sido edificados por Dios mediante Su pueblo y pertenecían a Dios. Pero, debido a que aún no habían sido ungidos, el tabernáculo y el altar seguían siendo ajenos a Dios, pues no tenían nada que ver con la vida de Dios, la naturaleza de Dios, ni con nada de lo que Dios había logrado, obtenido y alcanzado.

Con respecto a nosotros, ser ungidos significa que el Dios Triuno procesado vino a nuestro interior, está sobre nosotros y se mezcló con nosotros. Usemos como ejemplo la acción de pintar un objeto de madera. Después que al objeto le son aplicadas varias capas de pintura, éste llega a ser totalmente uno con la pintura. El artículo podrá ser de madera, pero después de pintado, ya no vemos la madera; más bien, vemos la naturaleza, la esencia, el elemento, las características, la apariencia, el color y la expresión de la pintura, debido a que la pintura ha sido aplicada al objeto de madera y se ha hecho uno con él. Que nosotros seamos ungidos por Dios significa que somos “pintados” con Él, es decir, que Dios mismo vino a nuestro interior y está sobre nosotros.

Después que fueron hechos el tabernáculo y el altar, Dios los “pintó” con un ungüento, el cual era un tipo de Él mismo, no como el Dios original sino como el Dios consumado. En la eternidad pasada, Dios era perfecto en todo sentido, mas no había sido completado. Él poseía la naturaleza divina, mas no la naturaleza humana. Sin embargo, conforme a Su intención, en la eternidad venidera, Él, el propio Dios, será un Dios que además de la naturaleza divina poseerá la naturaleza humana. Puesto que en la eternidad pasada Dios no había sido completado, Él necesitaba entrar en el tiempo —el puente entre las dos eternidades— para pasar por muchos procesos a fin de ser completado.

Antes de hacerse hombre, Dios vino a Abraham en Génesis 18 en forma de hombre. Hace aproximadamente dos años, un periódico denominacional reconoció que el que vino a Abraham era Jesús. Dios vino y conversó con Abraham como amigo. Abraham le sirvió al Señor algo de comer, y Él lo comió. El propio Dios comió la comida que Abraham le sirvió. Además, Abraham le trajo agua, y Él se lavó los pies. Cuando el Señor se marchó, no lo hizo apresuradamente. Acompañando a Dios, Abraham caminó con Él y lo despidió. Abraham no le oró a este hombre, sino que habló con Él como amigo. Según Génesis 18, Dios apareció a Abraham en forma de hombre mucho antes que se encarnara. Cosas como éstas en cuanto a la persona del Señor, no las podemos comprender.

Por la tarde del día de Su resurrección, el Señor Jesús volvió a Sus discípulos en un cuerpo físico (Lc. 24:37-43; Jn. 20:19-29). Sin que se abriera ninguna puerta, Él apareció repentinamente en medio de ellos (v. 19). “Espantados y atemorizados, pensaban que veían un espíritu” (Lc. 24:37). Entonces el Señor Jesús les dijo: “Mirad Mis manos y Mis pies, que Yo mismo soy; palpadme, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que Yo tengo” (v. 39). Después de decir estas palabras, “les mostró las manos y los pies” (v. 40). Luego les preguntó si tenían algo de comer, y cuando le dieron parte de un pescado asado, “Él lo tomó, y comió delante de ellos” (vs. 41-43). Nuestra mente limitada no puede comprender cómo el Señor Jesús, con un cuerpo de carne y hueso, pudo aparecer de repente en un cuarto donde las puertas estaban cerradas. Ésta es la maravillosa persona de Cristo.

En la eternidad pasada, Dios no tenía un cuerpo físico. Él necesitaba pasar por algunos procesos para alcanzar una consumación a fin de ser completado. Él ya era perfecto; pero Él no sólo quería ser perfecto, sino también ser procesado a fin de ser completado. Él no quería ser únicamente Dios por la eternidad; Él deseaba ser un Dios-hombre. En la eternidad pasada Él era Dios, pero no un Dios-hombre. Por consiguiente, en el tiempo Él pasó por muchos procesos a fin de ser consumado y completado.


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