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Estudio-vida de Gálataspor Witness Lee

ISBN: 0-87083-671-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 37 de 46 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE GALATAS

MENSAJE TREINTA Y SIETE

RECIBIR Y DISFRUTAR LA GRACIA
DEL SEÑOR EN NUESTRO ESPIRITU

Lectura bíblica: Gá. 6:18, 1; 1:6; 2:21; 5:4; Jn. 1:14, 16-17; He. 10:29b; 4:16

PAZ Y GRACIA

Pablo concluye de esta manera el libro de Gálatas: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu, hermanos. Amén”. Al principio de la epístola, Pablo dijo: “Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo” (1:3). Pero al final, Pablo habla primero de la paz (6:16) y después de la gracia.

En 6:16 Pablo dice: “Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios”. Según este versículo, la paz está en aquellos que “anden por esta regla”. Esta regla es la de sembrar para el Espíritu a fin de vivir como una nueva creación. Si andamos por esta regla, la paz será con nosotros. El Israel de Dios está formado por todos aquellos que andan conforme a esta regla. En otras palabras, todos los que viven como nueva creación por medio de sembrar para el Espíritu son el verdadero Israel de Dios, y la paz está en ellos. La forma en que Pablo usa la preposición “a” implica que la paz llueve sobre nosotros. La paz llueve sobre el verdadero Israel de Dios, quienes andan por la regla de vivir como una nueva creación por medio de sembrar para el Espíritu. Dios está otorgando paz a Su verdadero Israel.

En 6:17 Pablo prosigue: “De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas de Jesús”. En este punto parece como si Pablo estuviera diciendo: “Estoy disfrutando de paz. Que ninguna otra cosa me cause molestias. Tengo una sola meta, y tal meta es andar por esta regla. Debido a que soy parte del verdadero Israel de Dios, se me es concedida la paz. Estoy bajo la lluvia de paz. No me habléis de la ley, de la circuncisión ni del sacerdocio. De aquí en adelante, no me causéis molestias”.

A qué se debe que en el principio de Gálatas Pablo mencione la gracia antes de la paz y que al final hable de la paz antes de la gracia? La gracia es Dios como nuestro disfrute y la paz es la condición que resulta de la gracia. Por consiguiente, al principio tenemos primero gracia y luego paz. Pero después de que por la gracia entramos en una condición de paz, tanto con Dios verticalmente como con los demás horizontalmente, necesitamos que la gracia nos mantenga en esa situación de paz.

GRACIA CON NUESTRO ESPIRITU

Según 6:18, la gracia que disfrutamos es la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Además, Pablo señala que esta gracia es con nuestro espíritu. En el libro de Gálatas, Pablo se refiere al espíritu humano solamente en el capítulo seis. En 6:1 él dice: “Hermanos, si alguno se encuentra enredado en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre”. El espíritu aquí mencionado es el espíritu humano regenerado en el cual mora el Espíritu Santo y con el cual éste se ha mezclado. El hecho de que Pablo mencione al espíritu humano al principio y también al final del capítulo seis indica que este capítulo habla principalmente de nuestro espíritu.

Si no conocemos nuestro espíritu humano, el cual ha sido regenerado por el Espíritu Santo, no tenemos manera de disfrutar a Cristo como el Espíritu todo-inclusivo. Podemos usar la aplicación práctica de la electricidad como ejemplo de esto. Aunque la electricidad haya sido instalada en nuestro hogar, todavía es necesario que usemos el interruptor para aplicar la electricidad. Si usted no sabe dónde está el interruptor, no tendrá manera de experimentar el beneficio de la electricidad. La “electricidad” celestial ya ha sido instalada en nosotros y nuestro espíritu humano es el “interruptor” por medio del cual la aplicamos. La gracia del Señor Jesucristo, la “electricidad” celestial, es con nuestro espíritu, el “interruptor”.

En 6:18 Pablo no dice que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con nuestra mente, nuestra parte emotiva o nuestra voluntad. Muy clara y concisamente él dice que esta gracia es con nuestro espíritu. ¿Sabe usted dónde se encuentra su espíritu, su mente, su parte emotiva y su voluntad y la diferencia que existe entre estas partes? Sabemos que tenemos todas estas facultades, pero es difícil definirlas o localizarlas. Como fruto de nuestra experiencia hemos descubierto estos distintos aspectos de nuestro ser. Cuando estamos contentos o enojados, estamos haciendo uso de nuestra parte emotiva. Cuando tomamos una decisión, estamos usando nuestra voluntad. Cuando pensamos, obviamente usamos nuestra mente. Cuando marido y mujer entran en discusión, ellos pueden expresar su ardiente emoción, usar su mente para presentar sus argumentos y ejercitar su voluntad para tomar decisiones respecto a la situación. Sin embargo, mientras discuten, es posible que algo en lo profundo de ellos les diga que se calmen y guarden silencio. Esto no es la mente, la parte emotiva ni la voluntad. Se trata del espíritu, cuya parte principal es la conciencia. Siempre que la conciencia actúa, significa que el espíritu está funcionando. En otras palabras, el espíritu de usted funciona principalmente por medio de la conciencia. El meollo de esto es que además de la mente, la voluntad y la parte emotiva, dentro de nosotros tenemos otra facultad, la cual es el espíritu.

Según la Biblia, la función del espíritu es tener contacto con Dios. Cuando oímos el evangelio, nos arrepentimos de nuestros pecados. El arrepentimiento tiene que ver con el ejercicio de nuestra conciencia. Cuando la luz de la verdad pudo resplandecer a través de nuestra mente y entrar en nuestra conciencia, nuestra conciencia hizo que nos arrepintiésemos. Por lo tanto, el arrepentimiento tiene que ver con el ejercicio de la parte principal de nuestro espíritu. Aunque probablemente al momento no nos dimos cuenta de ello, cuando fuimos salvos ejercitamos nuestro espíritu. Además de arrepentirnos, también dirigimos una oración al Señor e invocamos Su nombre. Tal vez hayamos dicho: “Señor Jesús, Tú eres mi Redentor. Te agradezco que hayas muerto en la cruz por mis pecados. Señor, te amo y te acepto como mi Salvador”. Cuando oramos de este modo, ejercitando fe en el Señor, el Espíritu de Dios entró en nuestro espíritu y lo regeneró. En el momento en que fuimos salvos, nuestro espíritu fue ejercitado para arrepentirse y recibir al Señor. A partir de entonces, el Espíritu ha estado morando en nuestro espíritu. Por lo tanto, el espíritu es el lugar de nuestro interior donde tenemos contacto con Dios, porque es allí donde el Dios Triuno procesado mora como el todo-inclusivo Espíritu vivificante.

A menudo, cuando comenzamos a orar, estamos en nuestra mente o en nuestra parte emotiva. Pero poco a poco oramos hasta entrar en el espíritu. Entonces tenemos el sentir de que estamos con el Señor y de que El y nosotros somos uno. No hay palabras que puedan describir qué bueno es ser uno con el Señor. ¡Cómo se disfruta! Este disfrute provee la certeza de que el Dios Triuno es real.


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