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Estudio-vida de Romanospor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2929-3
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ESTUDIO-VIDA DE ROMANOS

MENSAJE VEINTIUNO

HEREDEROS DE LA GLORIA

(4)

2. Al cooperar todas las cosas para nuestro bien en las circunstancias externas

No podemos eludir el proceso mencionado en el mensaje anterior, pues por esto el Espíritu Santo intercede con gemidos. Dios el Padre conoce el propósito de los gemidos del Espíritu y, por eso, causa que todas las cosas cooperen para nuestro bien (v. 28). Después de los versículos 26 y 27, donde se menciona la intercesión del Espíritu, tenemos el versículo 28, que dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados”. El Espíritu Santo gime dentro de nosotros, intercediendo a nuestro favor, y Dios el Padre responde a esta intercesión causando que todas las cosas cooperen para nuestro bien. En el idioma griego, la frase traducida “todas las cosas” denota todos los asuntos, todas las personas y todas las cosas, todo en todo. Dios el Padre es soberano y dispone todas las cosas. Él sabe cuántos cabellos necesitamos (Mt. 10:30) y cuántos hijos debemos tener. Uno no debe quejarse de sus hijos, porque Dios no le daría ni más ni menos de los que necesita. Él es soberano. Él lo sabe todo. Él sabe si uno necesita hijos obedientes o desobedientes; Él sabe si los hijos de usted deben ser hombres o mujeres. Una y otra vez vuelvo a decir que Él lo sabe todo. Él dispone que todas las cosas, todos los asuntos y todas las personas cooperen para nuestro bien. Parece que Dios sacrifica a todos los demás sólo por nosotros. El esposo es sacrificado por el bien de la esposa, y la esposa por el bien del esposo. Asimismo los padres son sacrificados por el bien de los hijos, y los hijos por el bien de los padres. ¿Quién puede realizar tal obra? Solamente Dios. Yo le he dicho al Señor: “Señor, ¿por qué sacrificas a todos sólo por mí?”. Tengo la sensación interior de que todos los hermanos con quienes coordino, y aun todas las iglesias, son sacrificados sólo por mí. No obstante, cuando ustedes sufren, yo sufro aun más. Cuando la esposa sufre alguna pérdida, el esposo sufre más, y cuando los hijos sufren, los padres sufren más. Alabado sea el Señor porque Dios dispone que todas las cosas, todos los asuntos y todas las personas cooperen para el bien de aquellos que le aman y que han sido llamados por Él con el fin de cumplir Su propósito.

El destino que Dios determinó de antemano para nosotros nunca puede cumplirse sin el arreglo divino que causa que todas las cosas cooperen para nuestro bien. Nuestro destino es ser hechos conformes a la imagen del Hijo primogénito de Dios. Todavía no hemos llegado a tener esta imagen, pero Dios el Padre está planeando, moldeándonos y actuando al causar que todas las cosas cooperen para nuestro bien. ¡Alabado sea el Señor! Mientras nosotros gemimos, Él está moldeándonos.

Esto debe consolarnos. Si usted tiene un cónyuge agradable, debe darle alabanzas al Señor por ello, pero si su cónyuge es problemático, debe alabar al Señor por tal cónyuge. Ya sea que su cónyuge sea agradable o difícil, amable u hostil, o que sus hijos sean obedientes o desobedientes, de cualquier manera usted tiene un gran consuelo porque puede decirle al Señor: “Yo puedo cometer errores muchas veces, e incluso he cometido muchos errores, pero Tú nunca lo haces. Aun mis errores están en Tus manos. Si Tú no quisieras que yo cometiera errores, cambiarías toda la situación con tan sólo mover Tu dedo meñique, yo no los cometeré. Todo está en Tus manos”. Por lo tanto, todos debemos estar contentos cualquiera que sea nuestra situación.

Sin embargo, no debemos ser tan espirituales que nos vayamos al extremo de pedirle al Padre que nos envíe sufrimientos. No oremos por sufrimientos; en vez de eso, debemos orar: “Padre, líbrame de la tentación; líbrame de toda clase de sufrimientos; guárdame de todo tipo de perturbación”. Aunque oremos de esta forma, algunas dificultades y aflicciones nos sobrevendrán. Cuando esto le suceda a usted, no se queje ni se preocupe; por el contrario, debe decir: “Padre, gracias por esto. Padre, si es posible, pasa de mí esta copa. No obstante, Padre, no se haga mi voluntad sino la Tuya”. Ésta es la actitud apropiada. Nunca debemos orar pidiendo al Padre que envíe los sufrimientos, sino que nos libre de los sufrimientos. Sin embargo, cuando éstos se presenten, no debemos desanimarnos, sino aceptarlos y continuar orando: “Padre, si es posible, aparta esto de mí. Manténme en Tu presencia; apártame de todo problema y distracción”. Por un lado, debemos orar de esta manera; por otro, debemos estar conformes con todo lo que el Padre nos dé, porque sabemos que todo está en Sus manos, y se nos presenta para que podamos ser conformados a la imagen de Su Hijo primogénito. Esta conformación nos prepara para ser glorificados.

Ahora prosigamos a Romanos 8:31, donde dice: “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”. No debemos tomar esta palabra conforme a nuestro concepto natural. Dios no es por nosotros conforme a nuestra manera, sino conforme a la Suya.

El versículo 32 dice: “El que no escatimó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará gratuitamente también con Él todas las cosas?”. La palabra todas en este versículo es la palabra griega pánta, que significa “todas las cosas, todos los asuntos y todas las personas”. Todos las cosas, todos los asuntos y todas las personas se nos dieron gratuitamente. Debemos creer que todas las cosas cooperan para nuestro bien. Aun nuestros enemigos existen para nuestro bien.

“¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica” (v. 33). Solamente Dios puede acusarnos, pero Él no lo hace sino que nos justifica.

“¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”. En el versículo 10 vemos claramente que Cristo está en nosotros, pero aquí en el versículo 34 se nos dice que Cristo está a la diestra de Dios. Así que, en un mismo capítulo se nos dice que Cristo está en dos lugares distintos: en nosotros y a la diestra de Dios. ¿Dónde está Cristo? Debido a que Él es el Espíritu (2 Co. 3:17), Él es omnipresente. Cristo está tanto en los cielos como en la tierra, tanto a la diestra de Dios como en nuestro espíritu. Según el versículo 26, el Espíritu intercede dentro de nosotros, pero según el versículo 34, Cristo intercede por nosotros estando a la diestra de Dios. ¿Acaso tenemos dos intercesores, uno dentro de nosotros y otro a la diestra de Dios? No; los dos son uno solo. Esto es semejante a la electricidad que se encuentra en nuestros hogares así como en la central eléctrica; no obstante, la electricidad es una sola. De igual forma, Cristo intercede por nosotros, estando tanto a la diestra de Dios como en nuestro espíritu.

Ahora me gustaría dirigir su atención al hecho de que en el versículo 30 todos los verbos están en tiempo pasado. Leamos este versículo de nuevo: “Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”. Ya que la glorificación ocurrirá en el futuro, ¿por qué Pablo dice “glorificó” y no “glorificará”? Aunque la glorificación no ha ocurrido aún, Pablo usa el tiempo pasado. ¿Qué significa esto? Una vez más vemos que si sólo leemos la Biblia según las letras impresas, tendremos dificultad para entenderla. Yo le pregunto, ¿ya se llevó a cabo la glorificación? ¿Por qué el apóstol Pablo aquí dice “glorificó”? ¿Ha sido usted glorificado? La Biblia dice que ya fuimos glorificados. Todo lo que se menciona en el versículo 30 es un hecho consumado: fuimos predestinados, llamados, justificados y glorificados. No hay ningún problema con decir que fuimos predestinados, porque ésa fue una acción realizada en el pasado. Podemos también decir que fuimos llamados; sin embargo, muchos todavía no han sido llamados, por lo que debemos predicarles el evangelio para que puedan así ser llamados. Además, aunque fuimos justificados, muchos recién convertidos han de ser justificados. Más aun, ninguno de nosotros ha sido glorificado, incluyendo a Pablo mismo. No obstante, Pablo puso todo en tiempo pasado.

Debemos tener presente que nosotros estamos limitados por el tiempo. Un gran maestro dijo que en el cielo no existe reloj, porque Dios es el Dios de la eternidad. Él es el Dios eterno; para Él no existe el tiempo. ¿Cuándo fuimos glorificados? Fuimos predestinados, llamados, justificados y glorificados en la eternidad pasada. Ante Dios, y de acuerdo con Su concepto, todo ya está cumplido. Dígame, si la glorificación no ha sido realizada todavía, ¿cómo podía el apóstol Juan haber visto la Nueva Jerusalén hace mil novecientos años? Él no estaba soñando; realmente la vio (Ap. 21:2). ¿Ha notado usted que casi todos los verbos usados en el libro de Apocalipsis, el cual está lleno de profecías de eventos futuros, se encuentran en tiempo pasado, indicando que todas esas cosas han sido realizadas? ¿Por qué menciono esto? Porque esto explica la razón por la cual el versículo 31 viene después del versículo 30. Nuestra predestinación ha sido asegurada; no necesitamos ninguna compañía de seguros. Nuestra justificación y glorificación están plenamente firmes, pues fueron aseguradas en el mismo Dios eterno. En todo el mundo no existe compañía de seguros que pueda igualarse con Él. Él mismo es la más grande compañía aseguradora. Nuestra salvación, justificación y glorificación están seguras porque Él ya lo realizó todo. Nosotros pensamos que la glorificación se llevará a cabo en el futuro, pero Dios la ve cumplida. En Dios todo es eterno. El hecho de que fuimos predestinados, llamados, justificados y glorificados, es eterno y no está sujeto al tiempo. Por eso, estamos asegurados.


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