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Estudio-vida de Mateopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1422-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 51 de 72 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE MATEO

MENSAJE CINCUENTA Y UNO

LAS RELACIONES ENTRE
LOS CIUDADANOS DEL REINO

(1)

Los capítulos del dieciocho al veinte del Evangelio de Mateo forman una sección distinta que presenta las relaciones que existen entre los ciudadanos del reino. En los capítulos anteriores vimos la promulgación de la constitución del reino de los cielos efectuada por el Rey, el ministerio del Rey y la revelación del misterio del reino. También vimos la senda que conduce a la gloria, y los asuntos prácticos que siguieron a la transfiguración del Señor. Ahora debemos ver la relación que existe entre los ciudadanos del reino, es decir, cómo deben relacionarse los unos a los otros en el reino. Este es un asunto muy práctico. No es algo doctrinal, como la constitución del reino, ni es profético, como el misterio del reino. En particular, el capítulo dieciocho nos muestra cómo debemos vivir y actuar en el reino de los cielos, esto es: que debemos ser como niños (vs. 2-4); que no debemos hacer tropezar a otros ni ser un tropiezo para ellos (vs. 5-9); que no debemos menospreciar a ningún creyente por más pequeño que éste sea (vs. 10-14); que debemos escuchar a la iglesia para no ser condenados por ella (vs. 15-20); y que debemos perdonar sin límite a nuestros hermanos (vs. 21-35). Todo esto indica que para entrar en el reino de los cielos debemos ser humildes y no menospreciar a ningún creyente, sino amar a nuestros hermanos y perdonarlos.

Antes de estudiar Mateo 18:1-20, debemos tener una vista general de estos tres capítulos, los cuales abarcan cinco asuntos. El primero es el orgullo. Si queremos relacionarnos con otros de una manera apropiada en el reino, es necesario que el Señor toque nuestro orgullo. Debemos ser humildes, y ninguno de nosotros es humilde por naturaleza. Toda persona caída es orgullosa. En el pasado algunos hermanos y hermanas me dijeron que sus esposos o esposas eran humildes. Pero más tarde esos hermanos y hermanas tuvieron que admitir que sus esposos o esposas en realidad no eran tan humildes. Algunos de los hermanos que me habían dicho que sus esposas nunca les habían dado ningún problema, más tarde volvieron a mí con lágrimas hablándome de los problemas que tenían con sus esposas. En realidad no existe ninguna persona humilde.

Estar en el reino es un asunto corporativo. Sin embargo, siempre que nos reunamos como una compañía, habrá dificultades. Esta es la razón por la que ciertos jóvenes no quieren casarse. Pero aunque el matrimonio les ocasione problemas, los jóvenes deben casarse. Debido a la dificultad de estar juntos, Mateo incluye estos capítulos, pues tratan de nuestras relaciones unos con otros. No tenemos otra opción en cuanto a este asunto. Si yo pudiera elegir, prefería estar solo, dedicar toda mi vida a orar, y esperar a solas a que el reino llegue. Pero fuimos predestinados para estar juntos. Sin embargo, al estar juntos, el orgullo es el primer problema.

El segundo problema es nuestra incapacidad para perdonar a otros. El tema del perdón es presentado en la segunda mitad del capítulo dieciocho. Todos debemos aprender a perdonar a los demás, lo cual es un disfrute para ninguno de nosotros. Muy dentro de nuestro corazón no queremos perdonar a los demás.

Según la Biblia, perdonar es olvidar. Para nosotros perdonar a una persona puede significar que simplemente no nos importa cierta ofensa en particular. No obstante, seguimos recordándola. ¡Cuán difícil es olvidar una ofensa hecha en contra de nuestra persona! Aparte de la misericordia y la gracia del Señor, recordaríamos las ofensas de los demás por toda la eternidad. Pero cuando Dios perdona, El olvida por completo. Hebreos 10:17 dice: “Y nunca más me acordaré de sus pecados e iniquidades”. Perdonar algo absolutamente, es olvidarlo. Nuestro Padre que está en los cielos nos ve como si nunca hubiéramos pecado, porque El ha perdonado y olvidado todos nuestros pecados. Pero cuando nosotros perdonamos una ofensa, a menudo les recordamos a los otros dicha ofensa. Por ejemplo, una hermana diría tal vez: “Los ancianos me trataron mal; sin embargo, yo los perdono, pero permítanme contarles un poco de lo que sucedió”. Perdonar genuinamente quiere decir que nos olvidamos por completo de la ofensa.

La raíz de nuestra indisposición en cuanto a perdonar a otros radica en nuestro carácter, en nuestro mal genio. No importa cuán amables podamos ser, tenemos un carácter que se enoja. La razón por la cual nos ofendemos se debe a este carácter. Yo puedo golpear una silla una y otra vez, pero la silla nunca se ofenderá, porque no tiene carácter, no tiene persona. Pero si lo golpeo a usted, rápidamente se ofenderá debido al mal genio que queda escondido en su interior. Todos estamos sujetos a este mal genio. En ocasiones, cuando he ofendido a un hermano, él ha dicho que tal ofensa no tiene importancia, pero en realidad todos le damos importancia cuando nos ofenden. Tal vez nuestra reacción exterior muestre otra cosa, pero en nuestro interior el mal genio es el mismo. Debido a éste nos es difícil perdonar a los demás.

Este carácter natural se pone de manifiesto principalmente entre esposos y esposas. Yo siempre les aconsejo a las hermanas jóvenes a no ofender a sus esposos. Si lo hacen, será difícil para éstos perdonar tal ofensa. Aunque su esposo le diga a usted que ya la ha perdonado, muy profundamente no lo ha hecho. Todo hombre tiene una naturaleza que le lleva a ofenderse fácilmente, especialmente por su esposa. Las mujeres comúnmente se quejan de sus esposos. La razón por la que hay tantas separaciones y divorcios es por las quejas de las esposas y por la incapacidad de los esposos para perdonar. Hermanas, hagan lo posible por no quejarse de su esposo. Si él llega tarde, olvídense de ello. No hagan ninguna insinuación al respecto. Hermanos, les aconsejo que no hagan caso de las quejas de su esposa. Aconsejo a las hermanas que no se quejen y a los hermanos que no se ofendan.

Ya tratados los temas del orgullo y de la incapacidad para perdonar a otros, llegamos al problema de la concupiscencia, que se aborda en el capítulo diecinueve. En la constitución del reino de los cielos se trata completamente el asunto de la concupiscencia. También el capítulo trece, cuyo tema es el misterio del reino de los cielos, trata este problema. La concupiscencia es un gran problema para los ciudadanos del reino. Muchas separaciones y divorcios son ocasionados por la concupiscencia. Por lo tanto, en el capítulo diecinueve el Señor Jesús tocó este asunto. Aparte de la gracia del Señor ninguno de nosotros puede vencer la concupiscencia.

El cuarto problema es el del amor a las riquezas. Es muy difícil que un hombre rico entre en el reino de los cielos, es aun más difícil que pasar un camello por el ojo de una aguja. Las riquezas presentan una gran frustración para la vida del reino. Este problema también se trata en la constitución del reino de los cielos, así como en la parábola del sembrador, en el capítulo trece.

El último problema que debemos enfocar es el de la ambición, el cual se menciona en el capítulo veinte. La esposa de Zebedeo tenía la ambición de que sus dos hijos disfrutaran de una alta posición en el reino; así que, ella dijo al Señor: “Di que estos dos hijos míos se sienten uno a Tu derecha y otro a Tu izquierda en Tu reino” (Mt. 20:21). El Señor le contestó que no sabía lo que pedía. Mateo narra la historia de la esposa de Zebedeo haciendo esta petición por sus hijos, pero Juan no la incluye, porque su evangelio no se ocupa de las relaciones del reino. Mateo sí describe este suceso porque en el reino existe el problema de la ambición por obtener una posición.

La ambición ha sido un problema tanto en el Oriente como en el Occidente. Muchas veces cuando los ancianos fueron designados en las iglesias, otros hermanos se ofendieron porque ellos mismos no fueron los designados. Aunque, a lo más, una iglesia necesita tres o cuatro ancianos, el número de hermanos que se han designados como candidatos para ser ancianos pueden sumar más de quince. Si esos hermanos oraron o no acerca de ser designados como ancianos, yo no lo sé. En cambio, estoy seguro de que esperaban ser designados. Cuando se dieron cuenta de que ellos no fueron los designados como ancianos, empezaron a hablar negativamente de la iglesia, simplemente porque no recibieron la posición que deseaban. Hemos encontrado este problema en la iglesia en Taipéi, una iglesia con más de 20,000 miembros. Cada vez que se abría una nueva reunión de hogar, existía la necesidad de designar a dos o tres hermanos y hermanas responsables para encargarse de los asuntos prácticos de dicha reunión de hogar. Casi en cada ocasión que se nombraban los líderes, alguna hermana se ofendía porque ella no quedó entre los designados. Debido a que se ofendían, dejaban de reunirse por algún tiempo. Esto expone el problema de la ambición.

Estos tres capítulos abarcan los cinco asuntos mencionados. Abordan completamente el asunto del orgullo, el mal genio natural, la concupiscencia, el amor a las riquezas y la ambición. Todos estos problemas se encuentran dentro de nosotros. Si entramos en las profundidades de estos capítulos, ciertamente seremos tocados. De hecho, nos daremos cuenta de que somos personas llenas de orgullo, y que el enojo se encuentra oculto en nuestra naturaleza, en nuestro carácter. No importa cuán pacientes tratemos de ser, el enfado queda profundamente arraigado en nuestro carácter. Esto es lo que causa que difícilmente perdonemos a otros. Además, somos perturbados por la concupiscencia y por el amor al dinero, los cuales dañan igualmente la vida del reino. Finalmente, nos encontramos con el problema de la ambición. Mateo a propósito presenta estos cinco problemas en su evangelio para mostrarnos que debemos guardarnos de ellos si queremos estar en el reino. El orgullo, el enojo, la concupiscencia, las riquezas y la ambición, son todos “escorpiones”. Necesitamos un insecticida divino para matar estos “escorpiones”. Bajo la inspiración de Dios, Mateo escogió varios casos y los puso juntos con el fin de exponer estos problemas. Ahora necesitamos considerarlos uno por uno.


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