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Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 9 de 185 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE NUEVE

LA AYUDA MASCULINA Y FEMENINA PARA EL QUE HA SIDO LLAMADO

El relato acerca del llamado que Dios hizo a Moisés es el más completo de toda la Biblia. En este mensaje, vamos a estudiar como Aarón (4:10-16) y Séfora (4:24-26) están relacionados con este llamado. Sin la porción acerca de Aarón y Séfora, el llamado que Dios hizo a Moisés estaría incompleto. El relato del llamado de Moisés no se encuentra solamente en Exodo 3, sino también en Exodo 4. Por tanto, si queremos entender completamente el llamado de Moisés, también debemos prestar atención a las pequeñas porciones del capítulo cuatro que forman parte del mismo.

Exodo 4:14 dice “Jehová se enojó contra Moisés”. Aún después de las señales del capítulo cuatro, Moisés todavía estaba renuente a obedecer al Señor. Me parece que Moisés debe de haber dicho: “Señor, puesto que Tú me has llamado y me has dado estas señales, obedezco Tu palabra”. No obstante, Moisés también le dijo al Señor que mandara a otra persona. En ese momento, el Señor se enojó con él. Cuando yo era joven, por un lado entendía por qué el Señor se había enojado pero, por otro pensaba que El es tan grande y esta situación era demasiado insignificante como para que El se enojara con Moisés.

I. AARON COMO SU COMPAÑERO

A. Obedeciendo el principio de que dos constituyen un testimonio

Pienso que el Señor deseaba, en lo profundo de Su corazón, que Aarón fuese el compañero de Moisés. Cuando el Señor Jesús mandó Sus discípulos, El les mandó de dos en dos (Lc. 10:1), es decir, siguiendo el principio de que dos constituyen un testimonio. Estar solo significa ser individualista, pero ser enviado con otra persona significa ser enviado conforme al principio del Cuerpo. Por tanto, el hecho de que Aarón fuese el compañero de Moisés estaba conforme con el principio divino.

Aunque esto estaba conforme a Su principio, Dios no le dijo a Moisés que el necesitaba a Aarón como su compañero. Pero si leemos detenidamente esta porción, veremos que esto ya estaba en el corazón de Dios. El versículo 14 dice así: “Entonces Jehová se enojó contra Moisés y dijo: ¿No conozco Yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón”. El Señor esperaba que Moisés se diera cuenta de que él necesitaba a alguien que le correspondiera. El Señor estaba dispuesto a hacer eso, pero no se lo mencionó a Moisés hasta que éste se diera cuenta de su necesidad. El Señor es muy sabio. El puede estar dispuesto a hacer cierta cosa por nosotros, pero El no hará nada hasta que nos demos cuenta de nuestra necesidad. Este principio se puede aplicar a nosotros en la vida de iglesia. Usted quizá se dé cuenta de que yo necesito algo, pero es mejor que no me lo diga. Más bien, usted debe esperar hasta que yo me dé cuenta de mi necesidad.

Si entendemos claramente lo que estaba en el corazón del Señor podremos entender la razón por la cual el Señor se enojó con Moisés. Aparentemente este enojo no era agradable; pero en realidad era dulce. La gente superficial es la única que dirá que el enojo del Señor aquí era cruel. Los que entienden al Señor profundamente saben que fue agradable. Este enojo indica una comunión dulce, íntima y humana. Algunos se preguntarán cómo el Señor puede tener una comunión humana. Esto fue posible porque el Señor apareció a Moisés como el ángel de Jehová, quien tipificaba a Cristo. Puesto que Cristo es Dios encarnado para ser hombre, El es misterioso. Por esta razón, resulta difícil entender la aparición del ángel de Jehová en el Antiguo Testamento. En Exodo 4, el Señor habló a Moisés como si fuese un hombre hablando a otro hombre. Según el relato, la conversación se parecía más a la de unos amigos que a la del Dios Todopoderoso con un ser humano.

Esta intimidad entre Dios y Moisés puede ser comparada con la intimidad entre un hombre y su esposa. A veces un hombre se enoja con su esposa, pero su expresión de enojo es dulce y agradable. No es la clase de enojo que él mostraría hacia otra persona, pues se trata de un enojo que expresa un sentimiento dulce e íntimo. Esto es muy parecido al sentimiento entre el Señor y Moisés. El enojo del Señor para con Moisés en este capítulo es muy diferente a Su ira hacia Sodoma. En este caso, el enojo es un enojo agradable entre dos personas íntimas. Después de que el Señor hablara a Moisés en los versículos 11 y 12, Moisés contestó: “¡Ay Señor! Envía, te ruego, por medio del que debes enviar” (v. 13). La palabra de Moisés no fue un rechazo duro del Señor. Por el contrario, fue una expresión íntima de su sentimiento personal. A pesar de que la respuesta de Moisés provocó el enojo del Señor para con él. Su reacción obligó al Señor en Su enojo amable a abrir Su corazón acerca de Aarón como el complemento de Moisés.

Fiel al principio divino, el Señor no podía permitir que Su siervo fuese individualista. Moisés necesitaba a Aarón; por esto, la presencia de Aarón no fue accidental. Dios lo había preparado como el compañero de Moisés.

Este principio de emparejarse se aplica hoy en día. Si usted ha sido llamado por el Señor, debe entender que necesita a alguien que lo acompañe. Hemos señalado que el Señor Jesús envió a Sus discípulos de dos en dos. Cuando el apóstol Pablo salió para servir al Señor, él no fue individualista. El siempre tenía a otros que lo acompañaban. Esto queda demostrado en el primer versículo de 1 Corintios: “Pablo, apóstol de Cristo Jesús llamado por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes”. Cuando Pablo escribió esta epístola, ni Timoteo ni Barnabás estaban presentes. Por consiguiente, Pablo tomó a Sóstenes como compañero; él tomó un hermano cuyo nombre casi desconocemos a fin de obedecer al principio.

Actuar de manera individual en el servicio del Señor no está conforme al principio divino. Actualmente, en la economía neotestamentaria, el ser individualista equivale a violar el principio del Cuerpo. No debemos comportarnos de manera individualista, sino que debemos movernos y actuar conforme al principio corporativo, y tener siempre por lo menos otro miembro que nos complemente. Cuanto más miembros tenemos para complementarnos, es mejor. El cuerpo no puede ser representado por un solo individuo. Según el principio divino, la representación apropiada del cuerpo se hace siempre por aquellos miembros que son acompañados de otros.

No obstante, ser complementado es algo difícil. En el caso de Moisés y de Aarón, el hermano menor era el líder, y el mayor era el que seguía. Ser el compañero de alguien es algo difícil. Ser complementado por un hermano en la carne es aún más difícil, y ser complementado de tal manera que el menor sea el líder, es todavía más difícil. Mi hermano menor era un hermano querido en el Señor; él amaba mucho al Señor. Cuando estábamos en la China continental, nos encontrábamos en la misma iglesia local. Pero aprendí por experiencia que era difícil que él me complementara. Puesto que Aarón era el hermano mayor de Moisés en la carne, era muy difícil que Moisés lo complementara. Esta pudo haber sido una razón por la cual el Señor no le dijo a Moisés que Aarón sería su complemento hasta que Moisés hubiese aceptado plenamente delante del Señor su incapacidad de contestar a Su llamado. Esto le dio al Señor el terreno para decirle a Moisés que Aarón sería su portavoz. El Señor había preparado a Aarón para Moisés, y por muy difícil que fuese, Moisés no tenía otra opción más que aceptarlo como su compañero.

En Números 12, vemos un incidente que involucra a Aarón y Miriam y que muestra lo difícil que era para Moisés ser complementado por Aarón. El versículo 1 de este capítulo dice: “Miriam y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita”. Esto indica cuan difícil era para Miriam y Aarón, quienes eran ambos mayores que Moisés, aceptar a Moisés como líder. El error que cometió al casarse con la mujer cusita les proporcionó a Miriam y a Aarón la oportunidad de hablar en contra de él. Lo que dijeron aquí no fue algo accidental; por el contrario, fue una expresión de lo que ya estaba dentro de ellos. ¡Cuán difícil fue para Moisés tomar la delantera sobre su hermana y su hermano! El Señor ciertamente preparó una situación difícil para él.

En principio, pasa lo mismo con nosotros hoy, el Señor a menudo preparará un compañero difícil para nosotros. Pero éste en realidad es una gran ayuda. Sin esto, no tendríamos ninguna restricción, ninguna protección, ni ninguna defensa. La mayor parte del tiempo, Aarón y Miriam se sometían a Moisés. Pero por lo menos en una ocasión no se sometieron. Esta falta de sumisión por parte de ellos fue una protección para Moisés; le impidió ser orgulloso. Números 12:3 dice que Moisés “era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra”. Miriam y Aarón ayudaron a Moisés a ser humilde. No obstante, por mucho que le ayudaron Miriam y Aarón, Dios no toleró lo que ellos hablaron en contra de él.

Los arreglos que prepara Dios al acomodarnos con otros a veces van más allá de nuestra comprensión. No se imagine que un compañero siempre será agradable. La mayor parte del tiempo puede que sea agradable, pero en algunas ocasiones será desagradable. Pero este desagrado es nuestra protección.


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