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Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 44 de 120 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE CUARENTA Y CUATRO

CONOCER LA GRACIA
PARA CUMPLIR EL PROPOSITO DE DIOS:
LA SIMIENTE Y LA TIERRA

En este mensaje vamos a ver un gran giro en la experiencia de Abraham en Dios. Hasta ahora todo lo que hemos visto acerca de la experiencia de Abraham en Dios ha sido externo. Abraham fue llamado por Dios y respondió dirigiéndose al lugar donde Dios deseaba que estuviese. Esto fue un asunto totalmente externo. Más adelante, la segunda experiencia de Abraham consistió en vivir por la fe y confiar en Dios en lo relacionado con su sustento.

La primera prueba con la cual él se enfrentó al vivir por la fe fue una terrible hambre por la cual aprendió a confiar en Dios para la obtención del sustento. Antiguamente y en tiempos modernos, tanto en el oriente como en el occidente, toda la gente, por muchos logros, educación o posición que tenga, debe ocuparse de su supervivencia. La vida depende totalmente de la comida, la supervivencia. En la Biblia y en la historia humana, muchas veces Dios ha ejercido Su control sobre el linaje humano con este asunto de la comida. No sea orgulloso, porque cuando Dios le quite las provisiones, usted se inclinará y dirá: “Oh Dios, ¡ayúdame!”.

En mensajes anteriores hemos visto que después de que Abraham llegó al lugar donde Dios deseaba que él estuviera, tuvo que aprender una primera lección: confiar en Dios para la obtención de su sustento. El falló en esta prueba y descendió a Egipto. Allí aprendió a confiar en Dios. Después de aprender esta lección, volvió al lugar donde había estado entre Bet-el y Hai. Inmediatamente después, se le presentó otra lección en la misma esfera, en el sustento, cuando hubo una contienda entre los pastores de Lot y los suyos. Estos pastores luchaban por su sustento, peleándose por mejorar su vivir. No querían que otros les quitaran su medio de supervivencia. Abraham obtuvo la victoria en la segunda prueba, pues había aprendido en la primera ocasión que Dios era soberano en su vida diaria. Abraham descubrió que el Dios que lo había llamado era el Dios Altísimo, el Dueño de los cielos y de la tierra. El no debía preocuparse por su propio sustento, pues había aprendido que quien lo había llamado se encargaría de eso.

La contienda entre los cuatro reyes y los cinco reyes se relacionó también con los medios de supervivencia. La historia nos muestra que todas las guerras entre los hombres giran en torno a ese asunto. Todas las guerras que suceden en el mundo persiguen un solo propósito: obtener el pan. Génesis 14:11 indica que la lucha entre los cuatro reyes y los cinco reyes tenía este propósito.

Abraham no tuvo temor de estos cuatro reyes, pues salió osadamente a enfrentarse con ellos, y después de darles muerte recuperó las provisiones. Después de la victoria de Abraham sobre los cuatro reyes, Melquisedec vino a su encuentro con pan y vino (14:18). Este pan era misterioso. Abraham no tuvo que hacer nada para conseguirlo y tampoco tuvo que pelear por él. El sólo libró la batalla y recobró la provisión de alimentos, y luego Melquisedec vino a él trayendo pan.

Hasta el final del capítulo catorce todas las experiencias de Abraham eran externas, pues giraban en torno a la bendición, el cuidado y la provisión externos. Cuando Abraham bajó a Egipto, Dios lo cuidó exteriormente, pues le dio ganado y siervos. La victoria que él ganó sobre los cuatro reyes también era externa. Incluso lo que Melquisedec trajo a Abraham era externa. Todo lo que Abraham había experimentado hasta ahora era externo. Antes de escuchar eso, usted quizás haya pensado que al final del capítulo catorce, Abraham probablemente estaba en la cumbre de su experiencia con Dios. Efectivamente, en cierto sentido él estaba en la cima, pero era la cima de la etapa elemental de su experiencia. Todo lo que Abraham había experimentado antes del capítulo catorce era elemental. Al principio del capítulo quince, Dios empezó a llevarlo a una etapa avanzada en la experiencia con El.

c. Conocer la gracia que cumple el propósito de Dios

En Génesis 15:1 leemos: “Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande”. Cuando Dios pronunció estas palabras, Abraham todavía estaba en una etapa elemental. Después de haber dado muerte a los reyes, se levantó una gran enemistad entre él y el pueblo que pertenecía a esos reyes. Cuando Abraham libró la batalla contra el enemigo, fue valiente y decidido. Pero después de su victoria al regresar a casa, él quizás haya dicho para sí: “¿Qué he hecho? Esta gente podría volver. Entonces ¿qué haré? Sólo tengo trescientos dieciocho hombres, pero aquel pueblo es mucho más numeroso”. Abraham empezó a tener miedo. Con frecuencia nos parecemos a Abraham. Cuando estamos en la fe, somos valientes y decimos: “Aleluya al Dios Altísimo, el Dueño de los cielos y de la tierra. He alzado mis manos hacia El”. Después de ganar la victoria y de gritar aleluyas en las reuniones, usted regresa a casa y empieza a pensar: “¿Qué he hecho? ¿Qué haré si vuelve el enemigo?”.

Cuando Dios se apareció a Abraham en 15:1, le dijo: “No temas”. El hecho de que Dios le haya dicho eso a Abraham indica que éste temía a sus enemigos. Dios parecía decirle: “Abraham, no debes temer. Yo soy tu escudo. Tranquilízate. Yo también soy tu gran galardón”. Abraham todavía se encontraba en una etapa elemental en ese entonces y se preocupaba por dos cosas: el regreso de sus enemigos a luchar contra él y su carencia de prole. Tal vez Abraham haya dicho: “Mírame, estoy viejo. Mira a mi esposa; casi ha perdido su fecundidad. Todavía no tenemos hijo. Señor, ¿acaso no sabes que nos estamos envejeciendo? ¿Cuándo nos darás un hijo?”. Cuando Dios se le apareció a Abraham, éste estaba preocupado por estas dos cosas.

En la presencia de Dios no podemos esconder nuestra intención. Si nos brindan la oportunidad, tarde o temprano declararemos lo que tenemos en el corazón. Por consiguiente, en 15:2 Abraham dijo: “Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?”. Lo que Abraham añadió no fue muy cortés. El le dijo al Señor: “Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa” (15:3). Aparentemente Abraham decía: “Señor, no tengo hijo porque Tú no me has dado uno. Tú tienes la culpa de esta situación. ¿Por qué no tengo hijos? ¡Porque Tú no me has dado ninguno! Ahora me dices que Tú eres mi gran galardón. ¿De qué me sirve recibir un galardón si no tengo ningún hijo?”.

Abraham le dijo al Señor que un hijo nacido en su casa, Eliezer de Damasco, sería su heredero. En New Translation [Nueva Traducción de la Biblia] hecha por Darby, la nota de pie de página [de ese versículo] dice que “un esclavo nacido en su casa” significa “uno de sus siervos”. Esto indica que Eliezer era probablemente de Damasco. Tal vez Abraham lo adquirió en su paso por Damasco. Ninguno de nosotros responde con franqueza el llamado de Dios; todos vacilamos en el lodo y en el agua. Abraham incluso sufrió la muerte de dos parientes: Harán, su hermano mayor, y Taré, su padre. Finalmente, Abraham respondió al llamado de Dios, pues no pudo posponerlo más. El se fue de Harán, donde había sido llamado la segunda vez, y llevó consigo a Lot. Pasó por Damasco donde tomó a Eliezer. Cuando el Señor se le apareció a Abraham, y le dijo que El era su escudo y su gran galardón, Abraham pareció contestarle: “Señor Jehová, no tengo hijo porque Tú no me has dado hijo. El que ha de heredar y poseer mi casa es mi siervo Eliezer”.

El Señor le dijo a Abraham: “No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará” (15:4). El Señor parecía decirle a Abraham: “Yo no estuve interesado en Lot. Tampoco me intereso en éste. Debe haber una simiente nacida de ti, y no uno de tus siervos”. Entonces el Señor le dijo: “Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia” (15:5). En aquel momento Abraham creyó en el Señor. El versículo 6 dice que él “creyó a Jehová, y le fue contado por justicia”. La fe de Abraham le fue contada por justicia, y al mismo tiempo él fue justificado. Esta es la justificación por la fe.

La simiente de Abraham no era un asunto externo, sino totalmente interno. Abraham intentó hacer de eso un asunto externo, pues Eliezer era un extraño y no procedía de él. Debemos ver la diferencia aquí. En la actualidad son pocos los cristianos que se preocupan por la experiencia interna. La mayoría de ellos se interesa en las experiencias externas. La mayoría de las enseñanzas dispensadas entre los cristianos de hoy no pasa de Génesis 14. Algunos argumentarán al respecto, diciendo: “¿Acaso no son justificados por la fe, y no está esto en el capítulo quince?”. Sí, ellos son justificados por la fe, pero aun eso lo convirtieron en algo externo.

Abraham no fue justificado por la fe cuando creyó que Dios era el Dios Altísimo, el Dueño de los cielos y de la tierra, en el capítulo catorce. Dios no contó por justicia esa clase de fe. ¿Qué clase de fe le fue contada por justicia a Abraham? La fe que creyó que Dios podía hacer algo dentro de él para producir la simiente. Creer que Dios suplirá nuestras necesidades cotidianas y que proveerá nuestro pan de cada día, es bueno, pero no es la clase de fe preciosa a los ojos de Dios. ¿Qué clase de fe es preciosa a los ojos de Dios? La fe que cree que El puede forjarse en nosotros para producir a Cristo. La mayoría de los cristianos de hoy se preocupa solamente por la fe que cree que Dios puede hacer cosas externas por ellos. Esa clase de fe cree que Dios puede darles salud, sanidad, un buen trabajo o un ascenso. Muchos cristianos sólo tienen esa clase de fe. Aunque esa fe es buena, no es la fe que Dios valora tanto y que considera preciosísima. El no le contó por justicia a Abraham esa clase de fe. La clase de fe que le fue contada por justicia a Abraham fue la fe en que Dios podía hacer algo en él para producir una simiente. En Génesis 15 Abraham no tenía la fe que creía que Dios le daría pan, ganado y más siervos, sino la que creía que Dios podía obrar en él y producir una simiente.

¿Qué clase de fe tiene usted? La mayoría de los cristianos aprecia la fe que cree que Dios proveerá todo lo que ellos necesitan para su diario vivir. Esta es la fe que cree en Dios como el Dios Altísimo, como el Dueño de los cielos y de la tierra. Quizás usted piense que quedará satisfecho con esa fe. Después de leer el mensaje anterior, quizás procure creer en el Dios Altísimo, en que nuestro Dios es el Dueño de los cielos y de la tierra. Pero esa fe no es la fe que Dios tanto valora y aprecia. Debemos tener la fe que cree que Dios se forja en nosotros, la fe que cree que una simiente celestial será producida por algo forjado en nosotros. ¡Que esto quede profundamente grabado en nuestro ser!


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