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Estudio-vida de Númerospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6614-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 33 de 53 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE NÚMEROS

MENSAJE TREINTA Y TRES

COMBATEN

(2)

Lectura bíblica: Nm. 22:1-40; 2 P. 2:15-16; Jud. 11

IV. HOSTIGADOS POR BALAC Y BALAAM

Los capítulos del 22 al 25 de Números tratan sobre el hostigamiento por parte de Balac y Balaam. En este mensaje hablaremos acerca de las malas intenciones de Balac (22:1-40).

A. Las malas intenciones de Balac

En Números 22 el enemigo no sólo cambió sus medios de combate, sino también su modo de combatir. Al principio, en Éxodo, Satanás usó el ejército egipcio para obstaculizar a los hijos de Israel. Cuando ellos estaban a punto de cruzar el mar Rojo, los egipcios los seguían muy de cerca. Más tarde, en el desierto, el pueblo de Dios tuvo que pelear contra Amalec (Éx. 17:8-16). Como vimos en el mensaje anterior, los israelitas también enfrentaron y derrotaron a los reyes de Arad, a los amorreos y a Basán, y destruyeron sus ciudades y se apoderaron de sus tierras (Nm. 21:1-3, 21-35). Después de derrotar a estos reyes, los hijos de Israel estaban listos para cruzar el Jordán y entrar en la buena tierra. Debido a ello, el enemigo cambió su modo de combatir contra Israel.

1. Balac, el rey de Moab, se une a Madián,
y envían a sus ancianos para inducir a Balaam
a que venga y maldiga a Israel

“Vio Balac, hijo de Zipor, todo lo que Israel había hecho a los amorreos. Y Moab tuvo gran temor del pueblo, porque era mucho; y se angustió Moab a causa de los hijos de Israel” (vs. 2-3). Balac, el rey de Moab, tuvo gran temor a causa de los hijos de Israel y de sus victorias. Temía que lo fueran a derrotar y se apoderaran de su territorio. “Dijo Moab a los ancianos de Madián: Ahora lamerá esta multitud todos nuestros contornos, como lame el buey la hierba del campo” (v. 4a). Balac parecía decir: “Este poderoso pueblo me devorará a mí y a mi tierra. ¿Qué puedo hacer para combatir contra ellos?”. Comprendiendo que no podía derrotar a Israel ni militar ni políticamente, Balac optó por una manera religiosa de proceder.

Como lo indica Números 22, la manera religiosa de proceder está estrechamente vinculada con Moab y Madián. Moab era un hijo nacido del incesto de Lot con una de sus hijas (Gn. 19:30-38). Por tanto, Moab representa el fruto de la concupiscencia de la carne. Madián era muy cercano a los hijos de Ismael, quien —en contraste con Isaac que representa lo nacido del Espíritu— representa la carne. Sin duda alguna, Madián también representa la carne. Balaam tenía mucho que ver con Moab y Madián, puesto que Balac los usó para inducir a Balaam a que viniera y maldijera a Israel. Estos cuatro —Balac, Moab, Madián y Balaam— se hicieron uno.

Cuando los ancianos de Moab y de Madián vinieron a Balaam, éste les dijo: “Pasad la noche aquí, y os responderé según Jehová me diga” (Nm. 22:8a). Balaam dijo que hablaría con Dios y vería qué diría Dios. Da la impresión de que Balaam era muy espiritual; al menos era una persona muy religiosa. Sin embargo, Balaam definitivamente estaba equivocado. Balaam sabía que Balac quería que él maldijera al pueblo de Dios, los hijos de Israel (v. 6). Si Balaam hubiese sido fiel a Dios, él habría dicho: “Balac, mientras tus planes sean destruir a Israel, no cuentes conmigo. Yo amo a Dios, y los hijos de Israel son el pueblo de Dios”. No obstante, aunque Balaam sabía que las malas intenciones de Balac eran causar perjuicio al pueblo de Dios, Balaam dijo a los mensajeros que le preguntaría a Dios si debería ir con ellos o no. ¡Cuán absurdo fue esto!

Hoy en día nosotros podríamos hacer algo tan absurdo como lo que hizo Balaam. Por ejemplo, supongamos que alguien le sugiriera participar en cierta clase de entretenimiento mundano, y usted le dijera a esa persona que le gustaría considerar el asunto delante del Señor para ver si el Señor está de acuerdo o no con ello. En principio, esta acción de considerar tal asunto delante del Señor sería igual a lo que Balaam hizo en Números 22.

Usemos como otro ejemplo la manera en que nos peinamos. ¿Le agrada al Señor la forma en que usted se peina? Supongamos que una hermana desea peinarse de una manera muy mundana. Aunque sabe que el Señor no está de acuerdo con ese estilo, ella intenta orar al respecto. Su manera de considerar este asunto es igual, en naturaleza, a lo que hizo Balaam.

Hay muchas ocasiones en las que sabemos que hacer cierta cosa no es del Señor y, a pesar de ello, intentamos buscar la dirección del Señor al respecto. Aunque sabemos que aquello está errado, le preguntamos al Señor si debemos hacerlo a no. Esto podría conducir al autoengaño. En Números 22 Balaam iba por el camino que conduce al autoengaño.


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