Información del libro

Estudio-vida de Efesiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0334-7
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ESTUDIO-VIDA DE EFESIOS

MENSAJE CINCUENTA Y CINCO

CRISTO EN TRES ETAPAS

Efesios 5:25-27 presenta a Cristo en tres etapas. El versículo 25 declara que Cristo amó a la iglesia y se entregó a Sí mismo por ella; en esto vemos la etapa de Cristo en la carne. El versículo 26 declara que Cristo santifica a la iglesia, purificándola por el lavamiento del agua en la palabra; en esta etapa Cristo es el Espíritu vivificante. Y por último, el versículo 27 afirma que Cristo se presentará la iglesia a Sí mismo a Su regreso; en esta etapa Cristo será el Novio que recibe a Su novia. La primera de estas tres etapas transcurrió en el pasado; la segunda ocurre en el presente; y la tercera ocurrirá en el futuro. En la primera etapa Cristo fue el Redentor; en la segunda El es el Espíritu vivificante; y en la tercera El será el Novio.

En este mensaje necesitamos considerar algunos aspectos que se encuentran en estos versículos. Sin embargo, deseo aclarar que nuestro enfoque no será doctrinal. En el recobro del Señor, no es necesario darle mucha atención a la doctrina; lo importante es que veamos qué Cristo tenemos y que lo experimentemos y lo disfrutemos cada vez más.

EL DIOS–HOMBRE

Cristo es Dios, pero no sólo Dios. Si El sólo fuera Dios, no podría ser nuestro Cristo. Para ser nuestro Cristo El tuvo que encarnarse. Mediante Su encarnación, Cristo llegó a ser un hombre de carne, sangre y huesos. ¡Qué maravilloso es que Dios se vistió de humanidad! Nuestro Dios no es solamente Dios; en Cristo, El llegó a ser un Dios-hombre.

Fue en la carne que el Señor se entregó a Sí mismo por nosotros. Si no se hubiera entregado como un hombre en la carne, no nos habría sido posible recibirle. Nosotros no somos espíritus; somos carne. Los ángeles son espíritus. Dios no desea que seamos espíritus como los ángeles. A él no le interesan los ángeles sino los hombres de carne. Nada es más agradable para Dios que un hombre de carne. A veces nos lamentamos porque somos carnales, pero si nos viéramos desde el punto de vista de Dios, nos daríamos cuenta de que la carne tiene un lado positivo. Según Hebreos 2, Cristo no participó de la naturaleza angelical, sino de sangre y carne. Además, Juan 1 declara que el Verbo que era Dios y que estaba en el principio con Dios, se hizo carne (v. 14). Grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en la carne (1 Ti. 3:16). Dios no puede manifestarse en los ángeles, sino únicamente en la carne. La porción que le corresponde a los ángeles es contemplar la manifestación de Dios en la carne.

El Verbo se hizo carne y Dios se manifestó en la carne. Sí, debemos condenar la carne pecaminosa; pero la carne presenta también un aspecto positivo. Nosotros no somos espíritus como los ángeles, ¡somos carne! Nuestro Cristo no se hizo un espíritu angelical; El se hizo carne. El Cristo que se entregó por nosotros era el Dios encarnado.

Si Cristo no se hubiera vestido de la naturaleza humana, habría sido imposible recibirle en nuestro interior. El Cristo que tomamos como nuestra persona es el Dios-hombre. Es imposible recibir a Dios directamente. Únicamente después de que El llegó a ser un Dios-hombre, nos fue posible recibirle como nuestra vida y como nuestra persona.

UNA VIDA HUMANA ADECUADA

Hay cristianos que piensan que deben comportarse como si fuesen ángeles; ellos tratan de vivir como seres celestiales. A los ojos de Dios, una vida así es anormal. Dios no quiere que Sus hijos imiten a los ángeles; lo que El desea es que ellos sean muy humanos. Todos los miembros de la iglesia deben poseer una humanidad genuina. Por esta razón, Efesios, un libro cuyo tema es la iglesia, habla de las distintas relaciones humanas: la relación entre mujer y marido, entre hijos y padres, y entre esclavos y amos. Si queremos experimentar una vida de iglesia apropiada, debemos llevar una vida humana adecuada.

El Cristo que recibimos y ganamos no es un ángel ni ningún ser celestial, sino un Dios-hombre. Fue como un hombre en la carne, que El se entregó a Sí mismo por nosotros. Además, como hombre El puede involucrarse en nuestras circunstancias y satisfacer nuestras necesidades. El asumió nuestra naturaleza humana a fin de ser como nosotros. Ahora El vive en nosotros como nuestra vida y nuestra persona con el fin de manifestarse desde nuestro interior. Cuando una hermana toma a Cristo como su persona y se somete a su marido, su sumisión será gloriosa, estará llena de la realidad del Cristo que se expresa desde su interior. Del mismo modo, cuando un hermano toma a Cristo como su persona y ama a su mujer, Cristo será expresado en ese amor. Manifestar a Cristo de esta manera es posible gracias a que El se entregó por nosotros en calidad de Dios-hombre.


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