Información del libro

Estudio-vida de Josué, Jueces y Rutpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6224-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Josué 10 de 15 Capítulo 10 de 33 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE JOSUÉ

MENSAJE DIEZ

LA DESTRUCCIÓN DE LAS DEMÁS NACIONES
QUE POBLABAN LA REGIÓN MONTAÑOSA,
LA TIERRA BAJA AL OCCIDENTE DEL JORDÁN
Y TODO EL LITORAL DEL MAR GRANDE

Lectura bíblica: Jos. 10—12

Todos debemos aprender a estudiar la Biblia. Al estudiar la Biblia, no debemos entenderla meramente según la letra ni tampoco entenderla de manera natural por nuestra mente natural. La Biblia posee su propio espíritu, realidad y centro. Por tanto, debemos aprender cómo captar el centro, la realidad, las líneas y los principios de la Palabra de Dios. Debemos tener esto en mente al abordar Josué 10—12. Mi carga en este mensaje es que veamos el significado intrínseco de estos capítulos.

Josué 10—12 muestra la destrucción efectuada por Josué de las demás naciones que poblaban la región montañosa, la tierra baja al occidente del Jordán y todo el litoral del mar Grande. Los habitantes más poderosos de Canaán habitaban en la faja de tierra que se extendía desde Líbano por el norte hasta Egipto por el sur, y desde el mar Mediterráneo hasta el río Jordán. Estos habitantes incluían a los anaceos, linaje de gigantes. Según Números 13:33, los hijos de Anac son parte de los nefilim. Génesis 6 revela que los nefilim eran producto de la unión maligna entre las hijas de los hombres y los ángeles caídos. Debido a los nefilim, Dios encargó a Sus elegidos que mataran a todos los habitantes de aquella región. Dios es bondadoso, amoroso y misericordioso, pero Él también es severo debido a que tiene un enemigo en la tierra.

Dios hizo la tierra en Su economía, y Él deliberadamente creó la faja de tierra ubicada entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. Dios prometió esta tierra a Abraham y sus descendientes. A la postre, esta tierra llegó a ser la tierra de Cristo, la tierra de Emanuel (Is. 8:8). Pero cuando Israel estuvo listo para tomar posesión de Canaán, encontró que esta tierra estaba llena de endemoniados, idólatras y los nefilim. Josué los destruyó (Jos. 11:21-22), pero algunos que habitaban en los montes eran extraordinariamente fuertes, así que Caleb vino y los conquistó (14:6-14).

El significado que esto encierra es que sin Josué no podemos entender cabalmente la guerra espiritual descrita en Efesios 6. La guerra espiritual forma parte de la escena invisible que está detrás de la escena visible. Esto significa que, además de la guerra en la tierra, se libra una guerra entre Dios y Satanás en los aires. Las regiones celestes están llenas de las huestes satánicas. Cristo es nuestra buena tierra, y Dios desea que ganemos más de Cristo, pero entre nosotros y la buena tierra se interponen huestes demoníacas y diabólicas. Si hemos de tomar posesión de la buena tierra para disfrutarla, tenemos que derrotar estas huestes satánicas.

Josué conquistó muchas naciones y mató a muchos reyes, pero solamente conquistó una estrecha faja de tierra. Según Josué 1, la tierra que les había sido dada se extendía desde las orillas del mar Mediterráneo hasta el río Éufrates. La buena tierra era una tierra amplia y espaciosa; sin embargo, el territorio de Israel jamás se extendió hasta el Éufrates. Debido a que después de Josué acontecieron muchos combates y rebeliones, no hubo ocasión para que el pueblo de Dios edificase el templo. Cuando David ganó más territorios y hubo un breve período de paz, Salomón, el hijo de David, pudo edificar el templo de Dios para que el reino de Dios fuese establecido en la tierra.

En principio, nuestra situación es la misma hoy en día en el recobro del Señor. Nuestra posición afirmada sobre el terreno de la iglesia anula la posición de todas las denominaciones y, por tanto, despierta oposición. Somos el Israel de Dios, y tenemos a nuestro Capitán; pero el recobro del Señor todavía está combatiendo. Todos los días tenemos que librar una guerra espiritual.

En los Estados Unidos existen más de doscientos cincuenta iglesias, pero casi todas ellas son pequeñas. Es difícil aumentar en número. Se libra una batalla en los Estados Unidos debido a que es un país crucial, el cual afecta toda la situación mundial en relación con el mover del Señor. Nuestros enemigos no son ciertos seres humanos aquí en la tierra, sino las huestes malignas en los aires, las cuales obstaculizan a las personas para que no crean en el nombre del Señor Jesús y frustran a las personas salvas para que no vayan en pos de Cristo con todo su ser.

Es necesario que todos sepamos qué es el recobro, dónde está el recobro y qué clase de personas harán que el recobro avance. Todos debemos ver que en el recobro del Señor hoy estamos en el campo de batalla. Debemos ser los Josué y Caleb de hoy, que combaten contra las huestes aéreas de Satanás a fin de ganar más de Cristo con miras a la edificación del Cuerpo de Cristo, con lo cual establecemos el reino de Dios y lo extendemos para que Cristo pueda regresar a heredar la tierra. No basta con que simplemente seamos personas santas y espirituales. Debemos aprender de Josué y Caleb a representar los intereses de Dios en esta era para combatir contra los enemigos a fin de que las personas puedan ganar a Cristo y que Cristo sea aumentado en Sus buscadores.

Consideremos varios de los detalles hallados en Josué 10—12.


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