Información del libro

Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 75 de 185 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE SETENTA Y CINCO

EL ANGEL DE JEHOVA AYUDA A SU PUEBLO
A TOMAR POSESION DE LA TIERRA PROMETIDA
(3)

Lectura bíblica: Ex. 23:20-33

En el mensaje anterior, vimos desde el punto de vista de Dios cómo debemos tomar posesión de la tierra. En este mensaje, lo veremos desde nuestra perspectiva.

C. Al cooperar con Dios
en la destrucción de las tribus paganas

1. La fuente del pecado en contra Jehová

Para tomar posesión de la tierra prometida, el pueblo de Dios debe cooperar con El y destruir las tribus paganas (23:31-33). Exodo 23:33 dice: “En tu tierra no habitarán, no sea que te hagan pecar contra mi sirviendo a sus dioses, porque te será tropiezo”. El hecho de que las tribus paganas fueran el origen del pecado de Israel en la buena tierra es algo histórico. Cuando Israel vivía en la tierra prometida, sus pecados provenían de las tribus paganas que todavía permanecían en ella. Esto indica que la vida natural es la fuente del pecado. Nuestros pecados provienen de nuestra vida natural. El hecho de que nuestros pecados son groseros o algo refinados y cultos, de todos modos su origen es la vida natural. Algunas personas son refinadas y educadas aún en la manera de perder su calma. A veces, un marido puede ser muy culto y refinado en la manera en que ofende a su esposa. En realidad, esta cultura y refinamiento son una máscara. Mucha gente lleva esta clase de máscara y a menudo miente. Aún pecados que aparentemente son bastante refinados provienen de la vida natural. A los ojos de Dios, todos los que viven según la vida natural pecan continuamente, aún cuando dan limosnas o hacen caridad.

Como fuente de pecado en el pueblo de Dios, la vida natural les impide tomar posesión de Cristo como la buena tierra. Puesto que la vida natural nos impide poseer a Cristo y disfrutarle, debemos aborrecerla, y mientras crecemos, estar dispuestos a deshacernos de ella. Como hemos dicho, sin crecimiento en Cristo no podemos desechar la vida natural.

2. No hicieron ningún pacto con ellos

A los hijos de Israel se les prohibió hacer pacto con las tribus paganas (v. 32). Hoy en día no debemos hacer ningún pacto con la vida natural. Hacer un pacto con la vida natural significa comprometernos con ella. Puesto que no resulta fácil eliminar la vida natural, podemos ser tentados a comprometernos con ella. Comprometernos de esta manera significa tolerar algún aspecto de la vida natural. Pero no debemos tolerar la vida natural de ninguna manera. Aunque podamos aniquilar o no la vida natural, debemos aborrecerla. En lugar de estar de acuerdo con algún aspecto de su vida natural, aborrézcalo y haga todo lo que pueda por deshacerse de ello. Por supuesto, sin crecimiento, sus intentos serán en vano. Cuanto más crezca, más podrá sacarla. Si usted toma la iniciativa de sacar la vida natural, Dios vendrá, lo honrará y lo fortalecerá en este asunto.

Encontramos este principio en Romanos 8. Efectivamente, Romanos 8:11 indica que Dios dará vida a nuestros cuerpos mortales. Pero esto depende de la iniciativa que tomemos en matar las prácticas de nuestro cuerpo (Ro. 8:13). Si tomamos la iniciativa de hacer esto, Dios lo honrará y le dará vida a nuestros cuerpos mortales. Si no estamos dispuestos a cooperar con Dios, Dios no tiene ninguna posibilidad de impartir vida a nuestros cuerpos mortales.

Romanos 8 nos enseña que nosotros debemos tomar también la iniciativa de andar según el Espíritu (v. 4), de cuidar las cosas del Espíritu (vs. 5-6), y de ser guiados por el Espíritu. El versículo 14 dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. Este versículo no habla de la dirección del Espíritu, sino de que somos guiados por El. El Espíritu está dispuesto a guiarnos, pero debemos estar dispuestos a ser guiados por El. Si no estamos dispuestos a ser guiados, el Espíritu no tiene ninguna posibilidad de conducirnos. Por consiguiente, nuestra primera responsabilidad es ser guiados; luego la responsabilidad del Espíritu es guiarnos. Aún en este asunto, debemos tomar la iniciativa.

Según Romanos 8:15, nosotros debemos tomar también la iniciativa al clamar: “Abba, Padre”. Este versículo afirma que hemos recibido “un espíritu filial con el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”. Hay un versículo similar, Gálatas 4:6 que afirma que el Espíritu es el que grita “Abba Padre”. ¿Entonces quién clama: nosotros o el Espíritu? La respuesta es que tanto nosotros como el Espíritu clamamos juntos. El Espíritu está dispuesto a clamar, pero debemos tomar la iniciativa. El grita cuando nosotros clamamos. Si no clamamos, El tampoco gritará.

Romanos 8:16 dice: “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. Este versículo indica que debemos ser los primeros en testificar, y que luego el Espíritu testificará. No leemos que nuestro espíritu testifica con el Espíritu, sino que el Espíritu testifica con nuestro espíritu. Cuando nuestro espíritu testifica, el Espíritu honra nuestro testimonio y testifica con nuestro espíritu. Romanos 8:23 habla de nuestros gemidos, y el versículo 26, del Espíritu que intercede por nosotros con gemidos indecibles. Cuando gemimos, el Espíritu intercede. En realidad, El intercede en nuestros gemidos. Si no gemimos, el Espíritu que intercede no tiene ninguna posibilidad de obrar. Por consiguiente, debemos gemir y cuanto más gimamos mejor. Al tomar la iniciativa de gemir, le damos al Espíritu una oportunidad de interceder por nosotros.

Romanos 8 nos enseña que Dios da vida y que el Espíritu conduce, testifica e intercede. No obstante, estas cuatro actividades dependen del hecho de tomar la iniciativa. Cuando matamos las prácticas del cuerpo, Dios da vida y cuando estamos dispuestos a ser conducidos, el Espíritu guía. Cuando clamamos: “Abba Padre”, el Espíritu clama. Cuando testificamos, el Espíritu testifica. Además, cuando gemimos, el Espíritu intercede. Según el mismo principio, cuando sacamos las tribus paganas, es decir, la vida natural, Dios también saca estas tribus. Por consiguiente, nosotros y Dios nos deshacemos de la vida natural. No obstante, debemos recalcar nuevamente el hecho de que debemos tomar la iniciativa. Dios fácilmente puede sacar las tribus. El está siempre dispuesto a hacerlo, pero nosotros generalmente no estamos dispuestos. Más bien, hacemos un pacto con ellos. En esta situación, Dios no tiene ninguna posibilidad de sacarlos. Por consiguiente, es crucial que tomemos la iniciativa de desechar la vida natural.

El catolicismo dice que debemos hacer buenas obras para ser salvos. En el tiempo de la Reforma, Lutero luchó contra esta enseñanza y declaró que la salvación es por gracia, y no por obras. Somos justificados por la fe, y no por las obras. Después de la Reforma, se crearon dos escuelas de teología: la escuela calvinista, que recalca la misericordia soberana de Dios y Su gracia, y la escuela arminiana, que cree que una persona puede perder su salvación y que se necesitan buenas obras para evitar perder su salvación. Aunque la enseñanza calvinista es mucho más correcta que la arminiana, no está completa. La Biblia enseña que todo es por la gracia de Dios. No obstante, el hombre debe cooperar con Dios. Un ejemplo de esto es una madre que nutre a su hijo. Por mucho que esta madre ame a su hijo y por mucho cuidado que toma al preparar sus alimentos, ella no puede comer por él. El niño debe tomar la iniciativa de comer los alimentos preparados por su madre. Así mismo, debemos tomar la iniciativa de cooperar con la obra de Dios.

Esta fue la razón por la cual en el día de Pentecostés, Pedro mandó al pueblo a que se arrepintiera y fuese salvo (Hch. 2:37-40). Dios no puede arrepentirse por nosotros ni creer por nosotros. Nosotros somos los que debemos arrepentirnos y creer. No nos podemos salvar a nosotros mismos. Dios ha hecho todo lo necesario por salvarnos, pero nosotros tenemos que arrepentirnos y creer. No podemos salvarnos, pero podemos, según las palabras de Pedro, “ser salvos”. El Salvador es accesible, y está listo para salvarnos. Pero nosotros debemos estar dispuestos a ser salvos. En este asunto, tomamos la iniciativa. Este es un principio fundamental en la Biblia.

Este principio se presenta también en Filipenses 2:12 y 13 “llevad a cabo vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros realiza así el querer como el hacer, por Su beneplácito”. El llevar a cabo nuestra propia salvación se relaciona con la operación de Dios en nosotros. Tomamos la iniciativa de recibir la operación de Dios. Cuando la recibimos, llevamos a cabo nuestra salvación. Entonces cuanto más llevamos a cabo nuestra salvación, más obra Dios en nosotros. De esta manera, tenemos una salvación práctica para nuestro disfrute.

Tomar la iniciativa de sacar a las tribus paganas, la vida natural, depende de nuestro crecimiento en Cristo. Dios prometió a los hijos de Israel que El sacaría a las tribus paganas de delante de ellos. Pero los hijos de Israel debían tomar la iniciativa de sacarlos. No obstante, esto dependía de su crecimiento y su aumento. Cuanto más crecían, más podían tomar la iniciativa de sacar las tribus. Del mismo modo, cuanto más crecemos en vida, más tomaremos la iniciativa de sacar la vida natural.

Debemos crecer y ser sustituidos por Cristo. Mientras estemos creciendo, tomaremos la iniciativa de aniquilar nuestra vida natural. Dios honrará eso al venir también y aniquilar la vida natural. Esta es la manera correcta de sacar a los que causan problemas y tomar posesión de Cristo, disfrutarlo a El y ganarlo en nuestra experiencia.

No piense que terminar con la vida natural y poseer a Cristo depende de una inspiración repentina. En este asunto, no debemos esperar al Señor, porque en realidad el Señor nos está esperando. El está esperando particularmente nuestra cooperación. ¿Está listo a cooperar con El para terminar con la vida natural? En este caso, tome la iniciativa y Dios le honrará.

Cristo no está con nosotros como doctrina, sino como persona viviente. Además, Dios ha prometido trabajar por nosotros. No obstante, debemos crecer y ser reemplazados por Cristo. Cristo debe aumentarse dentro de nosotros para que podamos ser sustituidos por El. Para ello, debemos cooperar con Dios. Ya hemos dicho cómo Filipenses 2:12-13 muestra esta cooperación. Por una parte, Dios obra en nosotros; por otra, debemos llevar a cabo nuestra propia salvación. En este asunto, nosotros y Dios somos socios. Orar y esperar simplemente en el Señor no es la manera de llevar a cabo esto. Esta es la manera religiosa, y no la manera bíblica. Según la manera bíblica, Cristo está con nosotros y Dios ha prometido obrar para nosotros. Pero debemos crecer para tener el aumento de Cristo y ser sustituidos por El para tomar la iniciativa de sacar la vida natural. Por experiencia, sabemos que cuando tomamos la iniciativa de esta manera, Dios viene a nosotros para honrarnos y para unirnos al terminar con la vida natural. Por tanto, la enseñanza del Nuevo Testamento y nuestra experiencia espiritual concuerdan con la tipología descrita en Exodo 23.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top