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Estudio-vida de Mateopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1422-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 65 de 72 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE MATEO

MENSAJE SESENTA Y CINCO

LA PROFECIA ACERCA DEL REINO

(5)

Con respecto a la vida cristiana, el Nuevo Testamento revela que primero tenemos que recibir al Espíritu de Dios en nuestro espíritu para ser regenerados; después, debemos crecer. Crecer equivale a ser transformado, y la transformación consiste principalmente en ser renovados en el espíritu de nuestra mente. La transformación y la renovación de la mente dan por resultado que el Espíritu Santo llene nuestra alma. La mente es la parte principal del alma. Ser renovados en el espíritu de nuestra mente equivale a tener nuestra mente llena y saturada del Espíritu. Entonces, el Espíritu que ha impregnado nuestra mente renovará todo nuestro ser. Es así como nuestro ser, o sea, nuestra alma, será saturada del Espíritu y obtendremos la porción adicional de aceite en nuestra vasija.

Como indicamos en el mensaje anterior, ser regenerados consiste en tener un nuevo nacimiento al recibir el Espíritu en nuestro espíritu, lo cual equivale a tener aceite en nuestra lámpara. Pero tener aceite en la vasija significa tener al Espíritu en nuestra alma, y equivale a crecer en vida, ser transformado, ser renovado en todo nuestro ser y llenar nuestra alma del Espíritu Santo de Dios. Es así como velamos y nos preparamos para la venida del Señor. Así también nos preparamos para ser arrebatados a la presencia del Señor.

D. La parábola sobre la necesidad de ser fieles

Habiendo ya estudiado la parábola sobre la necesidad de velar (25:1-13), procedamos ahora a estudiar en este mensaje la parábola sobre la necesidad de ser fieles (25:14-30). La parábola de las vírgenes muestra la necesidad de velar, pero la de los talentos presenta la necesidad de ser fieles.

Cuando estudiamos el capítulo veinticuatro señalamos que, con respecto a los creyentes, existen dos aspectos: el aspecto de velar y estar preparados, y el de ser fieles y prudentes. Los creyentes experimentan estos dos aspectos debido a que tienen una condición doble: una parte se relaciona con la vida, y la otra, con el servicio. Ningún creyente debe descuidar estos dos aspectos; al contrario, es necesario prestar a ambos la atención debida, a fin de tener una vida y un servicio útiles. En lo que corresponde a la vida, somos vírgenes; en lo que corresponde al servicio, somos esclavos. Esto significa que, en cuanto a velar, somos vírgenes, lo cual se relaciona con lo que somos. Pero en cuanto a ser fieles, somos esclavos, lo cual se relaciona con lo que hacemos.

Aunque posiblemente nos agrade el término “vírgenes”, quizás no nos guste oír que somos esclavos; no obstante, no sólo somos vírgenes sino también esclavos. Para las vírgenes el Señor es el Novio, pero para los esclavos El es el Amo. De manera que, no solamente nosotros tenemos una condición doble, sino que también el Señor la tiene. Por una parte, El es nuestro Novio adorable, pero por otra, El es nuestro Amo estricto. En ocasiones El es muy apacible para con nosotros, pero otras veces El nos trata de una manera estricta.

A las vírgenes se les exige algo interno, lo cual es ser llenas del aceite en sus vasijas; pero a los esclavos se les exige algo externo, lo cual es usar el talento espiritual. Ser llenos del Espíritu Santo es el aspecto interno; pero usar el talento, el don espiritual, es el aspecto externo. Como vasos necesitamos interiormente el aceite, y como esclavos necesitamos exteriormente los talentos.

El aceite que llena la vasija llega hasta el fondo de ésta, o sea que, la renovación y la transformación de nuestro ser se efectúan desde nuestro interior. Hoy la mayoría de los cristianos carecen de esta obra interior; en cambio, muchos cristianos se esfuerzan por mejorar su apariencia exterior. La religión se interesa por la conducta exterior, pero la gracia de Dios se ocupa de llenar nuestro ser con el Espíritu Santo y de transformarnos desde nuestro interior. El aceite interior es muy distinto al maquillaje exterior. El maquillaje cambia de inmediato nuestra apariencia externa, pero el camino que Dios ha establecido consiste en que bebamos del Espíritu y le permitamos llenar nuestro ser. Así, nuestra apariencia ciertamente cambiará, pero el cambio ocurrirá desde nuestro interior. Por ejemplo, si como, bebo y recibo una alimentación nutritiva que llene mi ser, tendré un semblante saludable.

El hecho de que debemos ser renovados desde nuestro interior no significa que no se requiera cierta actividad exterior. Aquel que recibió cinco talentos los negoció diligentemente y ganó otros cinco. Esto indica que necesitamos tanto la renovación interior como el servicio exterior; es necesario tanto el crecimiento interior como las actividades prácticas. Debemos permitir que este principio deje una impresión profunda en nosotros: en relación al aspecto de vida, tenemos que ser renovados desde nuestro interior; en relación al aspecto del servicio, tenemos que ser muy activos prácticamente. En ocasiones, estamos tan ocupados con las actividades que descuidamos la renovación interior; pero otras veces, nos preocupamos tanto por la vida interior que no trabajamos adecuadamente. Esta condición equivale a ser como una torta no volteada (Os. 7:8). De un lado estamos quemados como el carbón, y del otro lado, estamos crudos; no se puede comer ninguno de los dos lados. Debemos ser como una torta volteada y bien horneada de ambos lados. Si trabajamos mucho, el Señor nos dirá que debemos reposar; pero si descansamos mucho, el Señor nos dirá que debemos trabajar.


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