Información del libro

Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 111 de 185 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE CIENTO ONCE

EL ATRIO DEL TABERNACULO
(2)

Lectura bíblica: Ex. 27:9-19; 38:9-20; 40:33

I. REPRESENTA LA ESFERA Y
EL LIMITE DEL EDIFICIO DE DIOS

El atrio representa la esfera y el límite del edificio de Dios. El tabernáculo no sólo tipifica a Cristo mismo, sino también tipifica a la morada de Dios en cuatro etapas: Cristo, el pueblo de Israel, la iglesia y la Nueva Jerusalén. Cristo es la morada de Dios, el edificio de Dios. En el Antiguo Testamento Israel fue también la morada de Dios. Ahora en el Nuevo Testamento la iglesia es el edificio de Dios, Su morada. En el milenio la Nueva Jerusalén será la morada de Dios por la eternidad.

El libro The Vision of God’s Building (La vision del edificio de Dios) nos muestra que toda la Biblia es un libro de edificación. En los primeros dos capítulos de la Biblia, Génesis 1 y 2, tenemos los materiales para la edificación. En Génesis 2 se menciona el oro, el bedelio (un tipo de perla), el ónice. En los últimos dos capítulos de la Biblia, Apocalipsis 21 y 22, tenemos el edificio construido con estos materiales. En medio de estos dos extremos de la Biblia está el proceso de la edificación de Dios.

Dios creó todas las cosas con el fin de cumplir Su plan de tener un edificio eterno. La creación fue una obra de preparación. La obra principal de Dios es la edificación. Puede ser que cuando leemos la Biblia le prestemos atención a la obra creadora de Dios y no a Su obra de edificación. La selección, la predestinación, el llamado, la redención, y la salvación por parte de Dios tienen como propósito la edificación. Incluso la meta de la regeneración es la edificación. Cualquier cosa que Dios esté haciendo hoy; ya sea, predicando el evangelio, edificando a los santos o estableciendo iglesias, todo es parte de Su obra de edificación. En otras palabras, estas actividades son parte de la obra principal de Dios, la obra de edificación. Dios tiene una meta, y ésta es edificar una morada universal para Sí mismo. Con el tabernáculo en Exodo tenemos un tipo, un modelo, de este edificio.

Aunque el tabernáculo era algo pequeño, diez codos de ancho y treinta de largo, es único en todos los aspectos. Sería difícil cambiarle algo. Ningún ser humano habría hecho tal diseño. Como ya dijimos, el tabernáculo seguía el patrón mostrado a Moisés en la montaña. Por lo tanto, el patrón del tabernáculo era un patrón celestial.

El tabernáculo como edificio de Dios tenía una esfera y un límite, los cuales era el atrio. Sabemos por el libro de Apocalipsis que la Nueva Jerusalén tendrá una pared que mide ciento cuarenta y cuatro codos de alto. Esto indica que la morada de Dios tiene un límite. Dios desea tener una pared que marque el límite de Su morada.

II. SU TAMAÑO

El largo del atrio era de cien codos. El número cien se compone de diez por diez. Esto representa la plenitud de la plenitud. Esta expresión se compara con expresiones tales como Rey de reyes y Cantar de los Cantares, lo cual indica que es el mejor, lo máximo, la plenitud.

El atrio medía cincuenta codos de ancho. El cincuenta se compone de diez por cinco y representa la responsabilidad cabal. El diez es el número de la plenitud, y cinco es el número de la responsabilidad. Sin los cinco dedos de nuestra mano, sería difícil llevar la responsabilidad. En cada mano tenemos cuatro dedos y un pulgar. El número cuatro representa a los seres humanos, como la criaturas de Dios, y el uno representa a Dios. El hombre más Dios nos da la capacidad para llevar la responsabilidad. Como creyentes, somos seres humanos a los que se le ha añadido Dios. Ahora nuestro número es el cinco.

El área del atrio formaba un rectángulo de cien codos de largo y cincuenta de ancho. Este rectángulo representa la mitad de un cuadrado cuyos lados miden cien codos. También indica que se necesita la otra mitad. Por lo tanto, esto implica un testimonio.

El atrio era un testimonio. Una mitad estaba representada, pero la otra mitad estaba por venir. La Nueva Jerusalén será un entero, un cuadrado en lugar de un rectángulo. Claro está que nosotros aún no estamos en esa era de plenitud. Aún estamos en la edad del testimonio, esperando a que venga la otra mitad. Somos como la mitad de un matrimonio que necesita la otra mitad para ser complementado.


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