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Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
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ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE VEINTIDOS

LA EXIGENCIA DE DIOS Y
LA RESISTENCIA DE FARAON
(6)

En este mensaje, llegamos al último conflicto entre Dios y Faraón. Este conflicto dio por resultado la décima plaga, la matanza de los primogénitos (11:1-10; 12:29-36).

XII. EL DUODECIMO CONFLICTO

A. En cuanto a Dios

Dios fue paciente al disciplinar a Faraón. El le pidió a Moisés que negociara con Faraón doce veces. Hace poco, mientras consideraba esto, me sorprendió que el Dios todopoderoso, el Creador, fuera tan paciente con Faraón. Cada vez Dios mandaba una plaga sobre los egipcios, pero Faraón seguía resitiéndose a Sus exigencias.

Exodo 9:16 dice: “Y a la verdad Yo te he puesto para mostrar en ti Mi poder, y para que Mi nombre sea anunciado en toda la tierra”. En este versículo, la palabra que dirigió Dios a Faraón, implica que fue El mismo quien sostuvo a Faraón. Ahora podemos entender por qué Faraón fue tan fuerte al rechazar la exigencia de Dios. Aquí vemos dos aspectos de la soberanía de Dios. Por un lado, Dios endureció el corazón de Faraón (11:10). Por otro, Dios lo sostuvo. Puesto que Dios había endurecido el corazón de Faraón, él no quería someterse a la disciplina de Dios. Además, al darse cuenta de que Faraón no era lo suficientemente fuerte para oponersele, Dios lo sostuvo. De otro modo, Dios habría perdido la oportunidad de dar a conocer Su poder y de declarar Su nombre en toda la tierra.

Creo que en la historia, Faraón es el único que se ha rehusado a someterse a las exigencias de Dios. Ni siquiera Nabucodonosor se opuso a Dios como lo hizo Faraón. Aunque Moisés, el representante de Dios, se presentó a Faraón varias veces, pero éste no se sometió.

En Romanos 9, Pablo estaba involucrado en una discusión acerca de la selección de Dios. Durante esta discusión, él apeló a la soberanía de Dios. Pablo usó el ejemplo de Faraón y señaló que Dios “tiene misericordia de quien quiere, y al que quiere endurecer, endurece” (v. 18). Todo esto es conforme a la voluntad soberana de Dios. Pablo citó también las palabras que dirigió el Señor a Moisés: “Tendré misericordia del que Yo tenga misericordia, y me compadeceré de quien Yo me compadezca” (v. 15). Aquí Pablo habló con mucha valentía. Conforme a Su voluntad soberana, Dios deseó tener misericordia de Moisés y endurecer a Faraón.

En doce ocasiones Moisés, un hombre mayor, fue a negociar con Faraón en el nombre del Señor. Faraón, quien era molestado, no podía hacer nada contra Moisés, quien le causaba problemas, ya que Moisés estaba respaldado por el Señor soberano. El que está en los cielos apoyaba a Moisés. Por consiguiente, Moisés es un ejemplo de alguien que ha recibido misericordia de Dios, mientras que Faraón es un ejemplo de una persona que Dios ha apartado totalmente. Aunque Dios puso a Faraón a un lado, lo siguió usando. Moisés no solamente fue útil para el Señor, sino que Faraón también lo fue. ¿Puede creer que Faraón también le fue útil al Señor? Probablemente usted cree en su corazón que solamente Moisés fue útil. En realidad, ambos eran necesarios y ambos fueron usados.

Si Faraón hubiera muerto repentinamente después del primer o segundo conflicto, el trabajo de Moisés se hubiera acortado, y Dios habría perdido Su oportunidad de demostrar Su poder y declarar Su nombre. Por consiguiente, Dios necesitaba a Faraón, y necesitaba que él permaneciera a través de los doce conflictos. Dios fortaleció a Faraón durante los doce conflictos a fin de cumplir Su propósito.

Si no tuviéramos el libro de Exodo con lo doce conflictos entre Dios y Faraón, no conoceríamos a Dios correctamente en cuanto a Su soberanía. Es fácil conocer el amor de Dios, pero es difícil conocer Su soberanía. Mediante los doce conflictos y las diez plagas que transcurrieron por un periodo de tiempo, se dio a conocer la soberanía de Dios. Durante las negociaciones de Moisés con Faraón, Dios manifestó Su soberanía.

La soberanía denota derecho, autoridad y poder absolutos. Como el Soberano, Dios tiene el derecho de hacer cualquier cosa y tomar cualquier decisión. La soberanía es uno de los atributos de Dios.

En Su soberanía, Dios usó a Faraón además de Moisés. Sin Moisés, Faraón no habría sido útil en este aspecto. Del mismo modo, sin Faraón, Moisés no habría sido útil. Faraón y Moisés se complementaban. Uno hacía las exigencias, y el otro las resistía, y ninguno cambió su posición ni siquiera un centímetro. Cada vez que Moisés se presentaba delante de Faraón, él era más exigente y Faraón era más obstinado. Faraón nunca fue sometido; él se rehusó a darse por vencido. En la confrontación entre estos dos hombres, vemos un cuadro de la soberanía de Dios.

La soberanía de Dios se manifiesta también en las plagas, que causaron daños a la condición de vida en Egipto. La sangre echó a perder el agua, y las ranas perturbaron la paz y las comodidades de los egipcios. En las plagas de los piojos y las moscas, la tierra y el aire fueron dañados. Después de las moscas vino la muerte del ganado, y luego las úlceras que se abrieron. La plaga del granizo dañó el entorno, y las langostas devoraron todo lo que quedó después del daño grave provocado por el granizo. Finalmente, la plaga de las tinieblas impidió el movimiento de la gente. Pero aún después de estas nueve plagas, Faraón todavía no se sometía, aunque todo el entorno relacionado con la vida en Egipto había sido dañado. Dios siguió endureciendo el corazón de Faraón y fortaleciéndolo para que continuara de esa manera.

Todo esto no es un asunto del amor de Dios, sino de la soberanía de Dios. En Romanos 9, Pablo no habla del amor de Dios, sino de Su soberanía. Particularmente vemos la soberanía de Dios con respecto a Faraón, y Su misericordia con Moisés. Por consiguiente, en la confrontación entre Moisés y Faraón, por un lado vemos una descripción de la soberanía de Dios y de Su misericordia por el otro. Mientras los ángeles mataban a los primogénitos de los egipcios, Dios preservaba a los hijos de Israel y a sus animales en paz y tranquilidad, hasta calmó el ladrido de los perros. Después de que Faraón fue sometido por la matanza de los primogénitos, Dios todavía hizo que Israel despojara a los egipcios de su oro, plata y vestidos. Todo esto fue bajo la soberanía de Dios.


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