Información del libro

Estudio-vida de Colosensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0342-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 12 de 65 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE COLOSENSES

MENSAJE DOCE

COMPLETAR LO QUE FALTA
DE LAS AFLICCIONES DE CRISTO

Lectura bíblica: Col. 1:24; 1 P. 3:18; He. 9:26; Is. 53:3-5, 7-8; Jn. 12:24; Lc. 12:50; Fil. 3:10; Ap. 1:9; 2 Ti. 2:10; 2 Co. 1:5-6.

En 1:24 Pablo dice: “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y de mi parte completo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su Cuerpo, que es la iglesia”. Cuando leí este versículo por primera vez, me quedé sorprendido y perturbado. Me preguntaba cómo podía faltar algo a las aflicciones de Cristo. En aquel tiempo, me hallaba completamente bajo la influencia del concepto religioso, según el cual era imposible que a Cristo le faltase algo. Sin embargo, en este versículo Pablo dice claramente que él completa “lo que falta de las aflicciones de Cristo”.

DOS CLASES DE AFLICCIONES

¿Acaso no se han completado todavía las aflicciones de Cristo? ¿Por qué es necesario que sean completadas las aflicciones que Cristo padeció por Su Cuerpo? El Señor Jesús experimentó dos clases de sufrimientos: los que padeció por causa de la redención y los que tienen como fin producir y edificar Su Cuerpo, la iglesia. Ninguno de nosotros puede participar de las aflicciones que Él sufrió para cumplir la redención. Sería una blasfemia decir que podemos participar en esta clase de aflicciones. Sólo Él es el Redentor, y las aflicciones que sufrió para lograr la redención fueron plenamente cumplidas por Él. Nosotros no somos aptos, ni tenemos la debida posición para participar en los sufrimientos que el Señor padeció para efectuar la redención. En la tipología, el único que podía entrar en el Lugar Santísimo, en el día de la expiación, era el sumo sacerdote, el cual presentaba la expiación por el pueblo. El sumo sacerdote era una figura de Cristo, quien era el único que podía cumplir la redención y era apto para hacerlo.

Muchos versículos se refieren a las aflicciones que Cristo sufrió para lograr la redención. Por ejemplo, 1 Pedro 3:18 dice: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el Justo por los injustos, para llevaros a Dios”. Cristo, el Justo, murió por los injustos. Él era el único apto para llevar esta clase de aflicciones. Hebreos 9:26 e Isaías 53:3-5, 7-8 indican también que Cristo sufrió para redimirnos. Nosotros no tenemos parte en esta clase de aflicciones; Cristo solo las padeció.

Aunque no podemos participar de las aflicciones que Cristo sufrió para lograr la redención, si le somos fieles, debemos participar en los sufrimientos de Cristo que producen y edifican Su Cuerpo. Pablo era un modelo para nosotros en este asunto. Inmediatamente después de su conversión, él empezó a participar en esta clase de sufrimientos, o sea las aflicciones que Cristo sufrió por causa de Su Cuerpo.

Esto es contrario al concepto de que nada que tenga que ver con Cristo puede estar incompleto. Conforme a dicho concepto, todo lo que Cristo es y hace está completo; sin embargo, he aquí un versículo que nos muestra que al menos hay una cosa que falta en relación con Cristo: Sus aflicciones para producir y edificar Su Cuerpo. Cristo sufrió mucho para producir Su Cuerpo, pero puesto que Él no completó estos sufrimientos, se requiere que los que le son fieles colmen esta deficiencia. Pablo no sufrió por causa de la redención, pero él sí padeció para producir y edificar el Cuerpo de Cristo.

El apóstol Pablo fue un ejemplo para los creyentes (1 Ti. 1:16). Debemos considerar a Pablo como un modelo, y no como alguien tan inalcanzable que nadie puede llegar a ser como él. Puesto que el Señor dispuso en Su misericordia que Pablo fuera un modelo para nosotros, todo lo que él fue, nosotros también lo podemos ser. Debemos creer en la misericordia del Señor. Si la misericordia del Señor hizo de Pablo un modelo, entonces Su misericordia puede lograr en nosotros lo mismo que hizo en Pablo. Esto significa que así como Pablo sufrió para producir y edificar el Cuerpo de Cristo, nosotros también debemos sufrir por causa de la iglesia.

Por supuesto, Cristo fue el primero en sufrir para producir y edificar Su Cuerpo; pero los apóstoles y los creyentes deben seguir Sus pisadas y padecer esta clase de aflicciones. En Juan 12:24, el Señor Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”. Este versículo no habla de la muerte redentora de Cristo, sino de Su muerte que produce y genera. Cristo cayó en la tierra y murió como un grano de trigo a fin de producir muchos granos para la iglesia. Conforme a Juan 12:26, aquellos que desean servirle deben seguirle en este aspecto.

En Lucas 12:50 el Señor Jesús dice: “De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!” En este versículo, la palabra “bautismo” se refiere a la muerte de Cristo en la cruz, una muerte todo-inclusiva, la cual no sólo tenía como fin cumplir la redención, sino también producir el Cuerpo mediante la liberación de la vida divina. Como lo aclaran las palabras del Señor en Marcos 10:38 y 39, los discípulos también tenían que participar del bautismo con el cual Él mismo iba a ser bautizado.

En Filipenses 3:10 Pablo habla de conocer la comunión en los padecimientos de Cristo. Estos padecimientos no tienen como fin la redención, sino la edificación del Cuerpo. No podemos tener comunión en los padecimientos que Cristo sufrió por la redención, pero sí debemos tener mucha comunión en las aflicciones de Cristo por la iglesia.


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