Información del libro

Estudio-vida de Lucaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1203-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 72 de 79 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE LUCAS

MENSAJE SETENTA Y DOS

LA RESURRECCION DEL SALVADOR-HOMBRE

(3)

Lectura bíblica: 1 Co. 15:45; Jn. 14:16-20; 12:24b; 1 P. 1:3; Ef. 1:20-23

En los dos mensajes anteriores abarcamos el aspecto objetivo de la resurrección del Salvador-Hombre. En este mensaje entramos en el aspecto subjetivo de Su resurrección.

EL SALVADOR-HOMBRE
SE TRANSFIGURA EN ESPIRITU VIVIFICANTE
PARA ENTRAR EN SUS CREYENTES

El primer punto relacionado con el aspecto subjetivo de la resurrección del Salvador-Hombre consiste en que se transfiguró en Espíritu vivificante para entrar en Sus creyentes (1 Co. 15:45; Jn. 14:16-20). La resurrección de Cristo, o sea, Su transfiguración, es un asunto difícil de explicar, ya que incluye a la Trinidad Divina.

La enseñanza errónea
en cuanto al Dios Triuno

Dios es triuno. La enseñanza tradicional en cuanto a la Trinidad ha dado la impresión de que el Padre, el Hijo y el Espíritu —los tres de la Deidad divina— están separados. Según este entendimiento, cuando el Hijo vino a la tierra, el Padre se quedó en el trono que está en los cielos. Sin embargo, del Evangelio de Juan sabemos que cuando el Hijo estaba a punto de morir, dijo a Sus discípulos que El rogaría al Padre que envíase el Espíritu, quien vino en el día de Pentecostés. No obstante, algunos piensan que cuando el Espíritu vino en ese día, el Hijo se quedó con el Padre en el trono. Por lo tanto, según esta enseñanza muy superficial e incorrecta, cuando el Hijo vino como hombre, dejó al Padre en el trono, vivió en la tierra por treinta y tres años y medio, murió, resucitó y ascendió a los cielos. Después de esto, el Padre envió al Espíritu Santo en el día de Pentecostés, y cuando el Espíritu vino, dejó al Padre y al Hijo en los cielos. Esta clase de enseñanza da una idea incorrecta acerca del Dios Triuno.

El Hijo viene con el Padre

El Nuevo Testamento revela que el Hijo vino con el Padre. Al respecto, Juan 8:29 dice: “Porque el que me envió, conmigo está; El no me ha dejado solo”. Cuando el Hijo estaba en la tierra, no estaba solo, ya que el Padre siempre estaba con El: “Mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo” (Jn. 16:32). Incluso el Señor dijo a Sus discípulos que El estaba en el Padre, y el Padre estaba en El: “Creedme que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí” (Jn. 14:11a). El hecho de que el Hijo está en el Padre y el Padre en el Hijo muestra que éste es un asunto de coinherencia, y esta palabra la necesitamos para expresar la verdad profunda en cuanto al Dios Triuno revelada en las Escrituras.

Dado que el Hijo vino con el Padre, y el Padre estaba en el Hijo, es incorrecto decir que cuando el Hijo vino a la tierra dejó al Padre en el trono que está en los cielos. De hecho, es una herejía enseñar que el Hijo vino sin el Padre. En el Evangelio de Juan vemos que el Hijo fue enviado “de” y “con” el Padre, o sea, no sólo vino del Padre sino también con El. En Juan 6:46 el Señor Jesús dijo: “No que alguno haya visto al Padre, sino Aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre”. La preposición griega traducida de en este versículo es pará, y significa “al lado de”, dando el sentido de “de” y “con”. El Señor Jesús no sólo viene de el Padre, sino que también está con el Padre. Vemos el mismo pensamiento en Juan 7:29; 16:27 y 17:8. Puesto que el Hijo fue enviado del Padre y con El, el Padre vino cuando el Hijo vino. Además, cuando el Hijo estaba en la tierra, el Padre no sólo estaba con El, sino también en El, al igual que el Hijo también estaba en el Padre.

El Hijo y el Espíritu

Además, el Espíritu Santo participó en la concepción del Señor Jesús. Por lo tanto, el nacimiento del Cristo provino directamente del Espíritu Santo, ya que Su madre, María, estaba “encinta por obra del Espíritu Santo”, porque lo engendrado en ella era del Espíritu Santo (Mt. 1:18, 20). Luego, cuando el Salvador-Hombre salió a ejercer Su ministerio, a los treinta años de edad, el Espíritu descendió sobre El (Lc. 3:22). El Señor, en Su ministerio, predicó el evangelio por medio del Espíritu. En Lucas 4:18 se dice que El leyó el libro de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre Mí, por cuanto me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres...” La predicación del Hijo era la obra del Espíritu. El Hijo no hizo nada por Sí mismo. Incluso El echó fuera demonios por el Espíritu de Dios (Mt. 12:28).


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