Información del libro

Estudio-vida de Hechospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1419-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 14 de 72 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE HECHOS

MENSAJE CATORCE

LA PROPAGACION EN JERUSALEN,
JUDEA Y SAMARIA MEDIANTE EL MINISTERIO
DE LA COMPAÑIA DE PEDRO

(9)

Lectura bíblica: Hch. 3:1-26

Al leer la Biblia tal vez aún nos encontramos inconscientemente bajo la influencia de la teología tradicional. Por tanto, debemos abandonarla y volver a la Biblia de una manera fresca y nueva. Si leemos Hechos 3 de esta manera, veremos que el Señor es el Siervo de Dios, el Santo, el Justo y el Autor de la vida. Ademas, prestaremos atención a los tiempos de refrigerio mencionados en el versículo 19. Como ya dijimos, en nuestra experiencia, Cristo es el tiempo de refrigerio, porque El es nuestro disfrute, nuestro descanso y nuestra paz.

SABER QUE PODEMOS DISFRUTAR AL SEÑOR

¿Ha escuchado alguna vez que puede disfrutar al Señor? ¿Ha llegado a oír a algún predicador que use la palabra “disfrute” para describir la relación que usted puede tener con el Señor? Pocos creyentes han oído que pueden disfrutar al Señor. En la religión se disfruta muy poco al Señor, si es que se le disfruta. Sin embargo, por la misericordia del Señor, puedo testificar que durante años he animado al pueblo del Señor a que se deleite en El.

En 1965 tuvimos una conferencia en Los Angeles acerca del tema de comer a Jesús. Durante esa conferencia, estudiamos lo que la Biblia dice en cuanto al comer: comer el árbol de la vida, el cordero pascual con los panes sin levadura y las hierbas amargas, el maná y el producto de la buena tierra. Luego, examinamos lo que el Señor dijo en Juan 6 acerca de comerlo a El y el mandato que dio cuando estableció Su mesa, de que cociéramos Su cuerpo. Además, vimos la promesa del Señor en Apocalipsis 2:7, la cual dice que los vencedores comerán del árbol de la vida. Vimos también la promesa mencionada en Apocalipsis 22:14, de que los que lavan sus vestiduras tendrán derecho al árbol de la vida.

Un predicador asistió a esa conferencia. Después de una de las reuniones, nos dijo que jamás había oído hablar de disfrutar al Señor comiéndolo. El se preguntaba dónde yo había aprendido estas cosas acerca de comer al Señor y de disfrutarle. Uso este ejemplo para que nos demos cuenta de que el Señor Jesús es disfrutable.

Algunos creyentes no saben que Cristo puede ser su disfrute, porque se encuentran bajo la influencia de la teología tradicional cuando leen la Biblia. Cada vez que la leen, se ponen los “lentes de la tradición”. Tienen que quitarse esos lentes y leer la Biblia sin ninguna distorsión. Si hacemos esto, no pasaremos por alto cuando se habla del Autor de la vida y de los tiempos de refrigerio en Hechos 3.

DISFRUTAMOS TIEMPOS DE REFRIGERIO
AL INVOCAR EL NOMBRE DEL SEÑOR

Si disfrutamos a Cristo, tendremos tiempos de refrigerio. Simplemente invocando el nombre del Señor Jesús, se experimenta este deleite. Invoque: “¡Oh Señor Jesús!” y experimentará tiempos de refrigerio.

Debemos disfrutar de tiempos de refrigerio en nuestra vida matrimonial. Por ejemplo, por enojarse una hermana con su marido, puede quedar atada como la mujer de Lucas 13:10-17, a quien Satanás había encorvado. El enojo que siente hacia su esposo a menudo la ata de esta forma. ¿Cómo puede esta hermana ser liberada de dicha esclavitud? Simplemente al invocar: “¡Oh Señor Jesús!”

Cada vez que estamos atados, necesitamos invocar al Señor. Entonces podremos decir: “¡Amén, Señor Jesús! Estoy ahora disfrutando tiempos de refrigerio”. Les animo a que disfruten tiempos de refrigerio invocando el nombre del Señor.

Las personas que están llenas de conocimiento teológico son quizá quienes menos están dispuestas a invocar el nombre del Señor. Esto tal vez se deba a que sienten vergüenza de hacerlo, pero es mejor poner a un lado la vergüenza y ganar al Señor Jesús. ¡Cuán disfrutable es invocar Su nombre! A veces me encuentro en un éxtasis de alegría en el Señor cuando le invoco, y así disfruto tiempos de refrigerio. Diariamente y todo el día podemos disfrutar de tiempos de refrigerio simplemente al invocar al Señor.

Algunos critican la práctica de invocar el nombre del Señor Jesús y alegan que es algo que hemos inventado. Invocar el nombre del Señor es una práctica bíblica; ciertamente no es un invento nuestro. Invocar al Señor tampoco era una nueva práctica en el Nuevo Testamento. Empezó con Enós, la tercera generación de la humanidad (Gn. 4:26) y siguió con muchos otros (véase la nota sobre el versículo 2:21 de Hechos en la Versión Recobro).

Cuando algunos oyen que invocar al Señor empezó con Enós, tal vez digan que él no invocó como lo hacemos hoy. Entonces preguntaría: “¿Cómo invocó Enós el nombre del Señor? ¿Acaso dijo: Oh Señor, ten misericordia de mí. Señor, me encuentro en una situación lamentable y tengo muchos problemas. Señor, ¿qué haré?”

No podemos saber cómo invocar el nombre del Señor sólo con leer un versículo. Debemos considerar este tema usando toda la Escritura. Si leemos el Antiguo Testamento, de Génesis 4 a Isaías 12, veremos cómo debemos invocar al Señor. Isaías indica particularmente que necesitamos invocar al Señor con gozo: “Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación. Y diréis en aquel día: Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced célebres en los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido” (Is. 12:3-4). Sacamos aguas de las fuentes de la salvación al invocar alegremente el nombre del Señor.

Supongamos que un hermano enfrenta muchos problemas. Su esposa está en el hospital, su hijo mayor se quedó sin empleo y su hijo menor no anda muy bien en la escuela. Este hermano no debe decir: “Señor, ten misericordia de mí, porque estoy pasando por muchas necesidades. Señor, mi esposa está en el hospital, mi hijo mayor perdió su trabajo y el menor tiene problemas en la escuela. Señor ayúdame”. En lugar de orar de esta manera, el hermano debe invocar al Señor y declarar: “Señor Jesús, ¡Tú eres el Señor! Tú eres soberano. Señor Jesús, te doy las gracias porque Tú conoces mi situación. Tú sabes que mi esposa se encuentra en el hospital, que mi hijo mayor ha perdido su trabajo y que el menor tiene problemas en la escuela. ¡Oh Señor Jesús!” Esto es invocar al Señor con fuerza y alegría. No hay duda que fue así como invocaron los santos de los Antiguo Testamento y del Nuevo.

La palabra griega traducida “invocar” en 2:21 es epikaléo, que se compone de epi, que quiere decir sobre, y kaléo, llamar por nombre, es decir, llamar en voz alta como lo hizo Esteban (7:59-60). Así vemos que invocar el nombre del Señor significa llamarlo en voz alta. No se trata de una enseñanza o una práctica que hayamos inventado, sino de un hecho bíblico. Si estudia la nota de la Versión Recobro que explica el tema de invocar al Señor, verá cuán bíblica es esta práctica. Invocar el nombre del Señor tiene un firme fundamento en la revelación del Antiguo Testamento y del Nuevo. Además, sabemos por experiencia que cuando invocamos el nombre del Señor Jesús, disfrutamos de tiempos de refrigerio. Este es un hecho patente en la Palabra y que hemos comprobado en nuestra experiencia. Le animo a que lo haga.


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