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Estudio-vida de 1, 2 y 3 Juan, Judaspor Witness Lee

ISBN: 0-7363-3089-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 47 de 49 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE JUDAS

MENSAJE TRES

EXHORTACIONES A LOS CREYENTES

Lectura bíblica: Jud. 20-25

En los versículos del 20 al 23 Judas da algunas exhortaciones a los creyentes. En los versículos 20 y 21 los exhorta a edificarse sobre la santísima fe y a vivir en el Dios Triuno. Luego, en los versículos 22 y 23, los exhorta a cuidar de los demás teniendo misericordia con temor.

EDIFICARNOS EN NUESTRA SANTÍSIMA FE

En el versículo 20 Judas dice: “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo”. La fe aquí es objetiva, pues se refiere a las cosas preciosas del Nuevo Testamento, en las cuales creemos para ser salvos en Cristo. Sobre el fundamento de esta santa fe y en su esfera, orando en el Espíritu Santo, nos edificamos a nosotros mismos. La verdad de la fe en su aplicación a nosotros y el Espíritu Santo que disfrutamos mediante nuestra oración son necesarios para que seamos edificados. Tanto la fe como el Espíritu son santos.

Es correcto decir que la fe del versículo 20 es la fe objetiva. No obstante, debemos comprender que esta fe objetiva produce la fe subjetiva. En primer lugar, la fe se refiere a la verdad que está contenida en la Palabra de Dios y que es transmitida por medio de ella. La palabra escrita de Dios contenida en la Biblia y la palabra hablada por medio de la predicación y enseñanza genuinas y correctas, contienen la verdad y también nos la transmiten. Cuando hablamos de la verdad nos referimos a la realidad de lo que es Dios, a la realidad del proceso por el cual Él pasó y a la realidad de lo que Él logró, alcanzó y obtuvo. Por lo tanto, la verdad como realidad incluye todos los hechos relacionados con lo que Dios es, con lo que Él experimentó, y con lo que Él logró, alcanzó y obtuvo. Todo esto es revelado en el Nuevo Testamento. Podemos leer sobre esto en la Biblia o escuchar al respecto a través de la predicación y enseñanza de alguien. Cualquiera que sea el caso, esta realidad está contenida en la santa Palabra y también nos es transmitida por la Palabra.

Mientras oímos la palabra que contiene la verdad, el Espíritu de Cristo opera dentro de nosotros. El Espíritu de Cristo siempre opera conforme a la Palabra y con la Palabra. Esto significa que el Espíritu de Cristo coopera con la Palabra. Como resultado de esta cooperación, finalmente habrá un “clic” en nuestra experiencia, como el obturador de una cámara, y la “escena” que corresponde al contenido en la Palabra quedará impresa en nuestro espíritu y vendrá a ser nuestra fe. Como señalamos en el Estudio-vida de 2 Pedro, ésta es la fe que Dios nos asigna como porción (2 P. 1:1), y esta porción es nada menos que la herencia neotestamentaria.

Esta fe es tanto objetiva como subjetiva. Al edificarnos en nuestra santísima fe, nos edificamos en una fe que no solamente es objetiva, sino principalmente subjetiva. La fe subjetiva proviene de la fe objetiva. En otras palabras, la fe alude tanto a lo que creemos como también a nuestra acción de creer. Ésta es la santísima fe.

Esta fe no proviene de nosotros. En nosotros mismos no tenemos tal fe. La santísima fe es una gran bendición que recibimos de parte de Dios, la cual está constituida de Dios mismo e incluso viene a nosotros con Dios. Cuando esta fe entra en nosotros, trae consigo a Dios: todo lo que Él es, todo lo que Él experimentó, todo lo que logró en Cristo y por medio del Espíritu, y todo cuanto obtuvo y alcanzó. Todo esto, juntamente con Dios, entra en nosotros con esta fe. Mientras tengamos tal fe, tenemos al Dios procesado, la redención, la regeneración, la vida divina y todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad. Además, somos puestos en el lugar apropiado para participar de la naturaleza divina y disfrutarla, lo cual es un privilegio. Por lo tanto, una vez que tenemos esta fe, lo tenemos todo. Ahora lo que necesitamos es edificarnos en esta santa fe.

¿Con qué materiales nos edificamos en nuestra santa fe? La respuesta es que esta fe es tanto los materiales con los que edificamos como la base o fundamento sobre el cual edificamos. Si no tenemos fe, no tenemos los materiales ni tampoco tenemos la base o fundamento sobre el cual edificar. Esto significa que sin fe, no tenemos nada sobre lo cual edificar ni nada con lo cual edificar. Como creyentes, nosotros nos edificamos con el contenido de nuestra santísima fe, y sobre esta misma fe como fundamento. ¡Alabado sea el Señor porque tenemos tal fe!

La versión china de la Biblia traduce la palabra griega que traducimos “fe” en el versículo 20 usando una palabra que significa “la palabra verdadera”. La fe en este versículo ciertamente se refiere a la palabra verdadera, pues la fe es producida por lo que se contiene en la palabra verdadera, la revelación de Dios. La palabra de la revelación divina contiene la realidad divina del ser de Dios, de Su proceso, de Su obra redentora, de lo que logró y obtuvo, y nos transmite toda esta realidad divina. Cuando oímos las palabras tocantes a esta realidad, el Espíritu Santo opera en conformidad con dichas palabras, y el resultado de ello es la fe.

Aunque la fe alude a la palabra verdadera, en realidad alude a muchas otras cosas. Según el Nuevo Testamento, la fe es todo-inclusiva. Mientras tengamos fe, tendremos todas las cosas divinas. Por lo tanto, si poseemos estas cosas divinas como el material y el fundamento, podremos edificarnos en nuestra santísima fe.

Edificarnos en la fe no significa edificarnos con doctrinas teológicas ni con conocimiento bíblico. La doctrina y el conocimiento por sí solos son demasiado objetivos y vacíos. Pero la verdad como la realidad de la Palabra santa no es vacía. Esta verdad es el contenido de nuestra santísima fe. Por lo tanto, en este contenido tenemos algo real y concreto con lo cual y sobre lo cual podemos edificar.

La edificación en la santísima fe no se realiza de una manera individualista; al contrario, esta edificación se lleva a cabo de manera corporativa. Judas se dirige a los creyentes corporativamente cuando los exhorta a edificarse en su santísima fe. Si hemos de edificarnos en la fe, tenemos que hacerlo de manera corporativa, es decir, tenemos que hacerlo en el Cuerpo, en la vida de iglesia. Aparte de la vida de iglesia no podemos edificarnos en la fe. Fuera de la vida de iglesia no se puede llevar a cabo tal edificación. De hecho, edificarnos en la santísima fe equivale a edificar el Cuerpo de Cristo.


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