Información del libro

Estudio-vida de 1, 2 y 3 Juan, Judaspor Witness Lee

ISBN: 0-7363-3089-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 32 de 49 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE 1 JUAN

MENSAJE TREINTA Y DOS

EXPERIMENTAR Y DISFRUTAR
AL ESPÍRITU TODO-INCLUSIVO

Lectura bíblica: 1 Jn. 4:1-6

Nuestra carga en el recobro del Señor es ministrar al Dios Triuno como vida y como el todo para nosotros a fin de que podamos disfrutar de todo lo que Él es. Al hacer esto, nos apoyamos en los hombros de los grandes maestros de la Biblia que nos han precedido. Hemos aprendido mucho de las experiencias de otros. Hemos estudiado la historia de la iglesia, diferentes biografías y los escritos más importantes de los grandes maestros comenzando desde los primeros siglos hasta el presente. Todo esto ha sido de mucha ayuda para nosotros. Por supuesto, también hemos estudiado la Biblia por nosotros mismos. Por consiguiente, ciertamente sabemos dónde estamos y estamos seguros de la exactitud de lo que el Señor nos ha guiado a decir en el ministerio.

LA INTENCIÓN DE DIOS

Después de muchos años de experiencia y de estudio, hemos llegado a ver que, según la revelación de la Biblia en su integridad, la intención de Dios es forjarse a Sí mismo en nosotros para ser nuestra vida, y para que nosotros vivamos por Él para ser Su expresión. Ésta es la intención de Dios. Para cumplir Su intención, le es necesario a Dios ser triuno. Si Él no fuese triuno, es decir, si Él no fuese el Padre, el Hijo y el Espíritu, no podría forjarse en nosotros. Para forjarse en nosotros, Dios primeramente tiene que impartirse en nosotros. Si no pudiera hacer esto, Él no podría forjarse en nosotros ni ser nuestra vida. Al Dios Triuno le sería imposible ser nuestra vida si simplemente permaneciera como una persona que está fuera de nosotros, en quien creemos, a quien adoramos y para quien laboramos. De manera que para poder ser nuestra vida, le es necesario a Dios impartirse en nosotros, y para que esta impartición se realice, le es necesario ser el Padre, el Hijo y el Espíritu.

EL HIJO VINO EN EL NOMBRE DEL PADRE
Y CON EL PADRE

Dios creó al hombre a Su propia imagen con el propósito de impartirse en el hombre a fin de que llegara a ser Su expresión. El propósito de Dios al crear al hombre era que éste le contuviera al disfrutarle como vida a fin de expresarle. Sin embargo, el hombre cayó. Después de la caída del hombre Dios mismo se hizo hombre. Fue Dios el Hijo, y no Dios el Padre ni Dios el Espíritu, quien se hizo hombre. No obstante, el Hijo vino en el nombre del Padre y con el Padre. Muchos cristianos únicamente recalcan que el Hijo vino, y pasan por alto el hecho de que el Hijo vino en el nombre del Padre y con el Padre. Algunos teólogos incluso han dicho que cuando el Hijo de Dios vino, el Padre se quedó en los cielos. En contraste con este concepto humano natural, el Nuevo Testamento revela que cuando el Hijo vino, Él nunca dejó al Padre. El Señor Jesús dijo claramente que Él no estaba solo, porque el Padre estaba con Él. En Juan 8:29 Él dijo: “Porque el que me envió, conmigo está; Él no me ha dejado solo”. Luego, en Juan 16:32 el Señor dijo: “He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo”. Durante Su vida en la tierra, el Padre estaba con Él. Por consiguiente, cuando el Hijo se hizo hombre, Él vivió como hombre en el nombre del Padre y con el Padre.

El Señor Jesús incluso dijo que, mientras estaba en la tierra como hombre, Él estaba en el Padre y el Padre estaba en Él. En Juan 10:38 Él dijo: “Aunque no me creáis a Mí, creed a las obras, para que sepáis y conozcáis que el Padre está en Mí y Yo en el Padre”. Luego, en Juan 14:10 y 11 Él dijo, en respuesta a la petición de Felipe de que les mostrara el Padre: “¿No crees que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí? Las palabras que Yo os hablo, no las hablo por Mi propia cuenta, sino que el Padre que permanece en Mí, Él hace Sus obras. Creedme que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí”. En esto no sólo vemos la coexistencia del Padre y del Hijo, sino también la coinherencia entre el Padre y el Hijo. Esto significa que el Padre y el Hijo existen el uno en el otro; por tanto, el Padre y el Hijo coexisten en una relación de coinherencia. Puesto que el Hijo vino con el Padre y en el nombre del Padre, y puesto que Él coexiste al vivir en coinherencia con el Padre, a Él se le llama Padre eterno (Is. 9:6). Es imposible analizar esto o estructurarlo dentro de un sistema teológico. En lugar de tratar de analizar al Dios Triuno o de estructurarlo en un sistema teológico, simplemente debemos aceptar los hechos tal y como los revela la Biblia.

¿Alguna vez llegó usted a oír que cuando el Hijo vino, vino en el nombre del Padre y con el Padre? Como ya dijimos antes, algunos cristianos se imaginan que cuando el Hijo de Dios vino, vino solo y dejó al Padre en el trono. A estos cristianos no se les ha enseñado que, según las Escrituras, cuando el Hijo de Dios vino como hombre, Él vino con el Padre. El Padre estaba en Él, y Él estaba en el Padre. Es por eso que dijo que no estaba solo, ya que el Padre estaba con Él, aun durante el tiempo de Su persecución. Como ya señalamos, en el Evangelio de Juan vemos que el Padre estaba con el Hijo en una relación de coinherencia.

Es posible que quienes están bajo la influencia de la teología tradicional todavía piensen que cuando el Hijo de Dios vino, dejó al Padre en el trono. Según este concepto, mientras el Hijo vivía en Nazaret y mientras llevaba a cabo Su ministerio, el Padre estaba en el trono en los cielos observándole. Pero lo que se revela acerca del Padre y el Hijo en el Evangelio de Juan es muy diferente. Juan 1:1 dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”. Esto indica que Cristo, el Verbo, no solamente estaba con Dios, sino que Él mismo era Dios. Según Juan 1:14, el Verbo se hizo carne, lo cual quiere decir que Cristo se hizo hombre, el Dios encarnado. El Señor después afirmó en Su enseñanza y predicación que Él había venido en el nombre del Padre y con el Padre. También les dijo a los judíos religiosos y a Sus discípulos que Él no estaba solo, porque el Padre estaba siempre con Él. Asimismo, les reveló a Sus discípulos que Él estaba en el Padre y el Padre en Él. Por consiguiente, es completamente erróneo decir que cuando el Hijo vino, dejó al Padre en el trono.


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