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Estudio-vida de Romanospor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2929-3
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ESTUDIO-VIDA DE ROMANOS

MENSAJE SESENTA Y CINCO

LA TRANSFORMACIÓN Y LA CONFORMACIÓN SE LLEVAN A CABO POR MEDIO DE LA VIDA INJERTADA

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Como creyentes de Cristo que somos, nuestra relación con el Señor está totalmente ligada a la vida. A partir de Romanos 5:10, Pablo tiene mucho que decir acerca de la vida. En este versículo él dice que “seremos salvos en Su vida”, y en 5:17 afirma que “reinaremos en vida”. En 6:4 leemos: “Así también nosotros andemos en novedad de vida”. En 8:2 Pablo habla del Espíritu de vida, y en 8:10 él declara que “el espíritu es vida a causa de la justicia”. Además, la mente puesta en el espíritu es vida (8:6), y la vida divina es impartida a nuestro cuerpo mortal por el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Cristo Jesús (8:11).

LA META DE DIOS

A medida que la vida divina crezca y cumpla su función en nosotros, Dios logrará Su meta de producir muchos hijos que conformarán el Cuerpo y así expresarán a Cristo. Actualmente Cristo, el Hijo de Dios, ya no es simplemente el Hijo unigénito, sino también el Primogénito entre muchos hermanos (8:29). Como Hijo primogénito, Él es el prototipo y modelo de la filiación para todo aquel que en Él cree. Finalmente, todos los hijos de Dios formarán un organismo viviente, el Cuerpo, con el fin de expresar a Cristo.

El Padre es glorificado a medida que Cristo es expresado en el Cuerpo. Esto se relaciona con la justicia y la santificación. La justicia es el principio, el fundamento; la santificación es el proceso; y la gloria es la consumación. El proceso por el que somos introducidos plenamente en la gloria depende por completo de la transformación en vida.

LA VIDA HUMANA Y LA VIDA DIVINA

La vida mediante la cual somos transformados es una vida injertada, la mezcla de la vida humana con la vida divina. En conformidad con la soberanía de Dios en la creación, la vida humana es similar a la vida divina tal como un guante es similar a la mano. A menos que exista la mano, el guante será inútil y no tendrá propósito. Bajo este mismo principio, la vida humana será inútil y no tendrá propósito a menos que contenga la vida de Dios. La vida humana fue creada a la imagen de la vida divina y conforme a su semejanza con el propósito de que contenga la vida divina. Si la vida humana no contiene la vida divina, viene a ser como un guante vacío que no tiene propósito. Así que el significado de la vida humana es que ha de contener la vida divina.

La vida humana es muy compleja. No sólo fue creada por Dios, sino que cayó, se corrompió y se mezcló con las cosas satánicas y diabólicas. No obstante, el elemento bueno creado por Dios aún permanece en el hombre. Por esta razón Dios ama esta vida humana tan compleja.

Para estar en condiciones de ser recibida por la vida humana, la vida divina tuvo que pasar por un proceso que incluye la encarnación, la crucifixión, la resurrección y la ascensión. Por medio de la encarnación Cristo se vistió de un cuerpo físico para poder así derramar Su sangre en la cruz por nuestros pecados. En la cruz Él no sólo efectuó la redención, sino que también puso fin a todas las cosas negativas del universo. Después de ser crucificado y sepultado, Cristo entró en resurrección con Sus elementos divinos, lo cual lo capacitó para germinarnos, hacernos germinar y transformarnos. Más aún, en Su ascensión Cristo fue exaltado, glorificado y entronizado; además, se le dio por Cabeza sobre todas las cosas y se le ha dado el señorío y el reinado. Ahora la vida divina es plenamente apta y está debidamente preparada para ser recibida por la vida humana.

El día en que recibimos la vida divina dentro de nosotros en nuestro ser, se llevó a cabo un maravilloso matrimonio en nuestro ser: el matrimonio de la vida humana y la vida divina. Mediante este matrimonio llegamos a ser personas muy especiales. Ésta es la razón por la cual Pablo nos dice en 1 Corintios 3 que todas las cosas son nuestras. Los cielos fueron creados para la tierra, y la tierra fue creada para el hombre. Nosotros los que tenemos una vida que es casada con la vida divina, somos el centro, el enfoque central, de todo el universo. Dentro de nuestro ser hemos experimentado el injerto de la vida humana con la vida divina. La mezcla de estas dos vidas producirá hijos útiles para el cumplimiento del propósito de Dios. Por medio de esta vida mezclada e injertada seremos plenamente transformados y conformados a la imagen del primogénito Hijo de Dios.


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