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Estudio-vida de Filipensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0338-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 62 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE FILIPENSES

MENSAJE SEIS

MAGNIFICAR A CRISTO AL VIVIRLE

Lectura bíblica: Fil. 1:19-21

En este mensaje abordaremos el tema de magnificar a Cristo viviéndole (1:19-21). En el versículo 20, Pablo declara: “Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte”. Cuando el apóstol padecía en su cuerpo, Cristo era magnificado, es decir, era exhibido y declarado ilimitado, exaltado y loado. Los padecimientos que experimentó el apóstol le dieron la oportunidad de expresar a Cristo en Su grandeza ilimitada. El apóstol Pablo deseaba que únicamente Cristo fuese magnificado en él, no la ley ni la circuncisión. La epístola de Filipenses nos muestra cómo experimentar a Cristo. Magnificar a Cristo bajo cualquier circunstancia es experimentarlo como nuestro máximo disfrute.

I. MAGNIFICAR A CRISTO

En el versículo 20 encontramos varias expresiones que se relacionan con la declaración de Pablo de que Cristo sería magnificado en él: “con toda confianza”, “como siempre”, “ahora también”, “en mi cuerpo” y “o por vida o por muerte”. El no solamente dice “con confianza”, sino “con toda confianza”. Luego, especifica que Cristo sería magnificado en su cuerpo. Dijo esto porque su cuerpo estaba encadenado. Pablo se hallaba atado a un guardia en la noche y quizás también durante el día. Pero a pesar de que su cuerpo se hallaba en cadenas, él declaró que en su mismo cuerpo Cristo sería magnificado. Incluso dijo que estaba dispuesto a magnificar a Cristo o por vida o por muerte. Esto indica que Pablo tenía el anhelo de que Cristo fuera magnificado en él, sin importar cuál fuera la situación en que se encontrara.

Ahora debemos preguntarnos qué quiere decir “magnificar a Cristo”. El verbo magnificar significa engrandecer. Tal vez nos preguntemos cómo puede ser magnificado Cristo, dado que El es infinitamente grande. Según Efesios 3, las dimensiones de Cristo, es decir, Su anchura, longitud, altura y profundidad son inmensurables. Sus dimensiones son tan vastas como las del universo. Sin embargo, a pesar de que Cristo es tan vasto, extenso e inmensurable, a los ojos de la guardia pretoriana del César, El no era nadie. A los ojos de ellos no existía tal persona llamada Jesucristo. Sin embargo, Pablo magnificaba a Cristo, es decir, lo engrandecía a los ojos de los demás, y en especial delante de aquellos que lo custodiaban en la cárcel. Esto hizo que algunos de ellos se convirtieran a Cristo. Hallamos un indicio de esto en 4:22, donde Pablo habla de los santos de la casa de César, lo cual comprueba que incluso algunos de la casa de César fueron salvos debido a que Pablo magnificó a Cristo.

En el tiempo en que Pablo estuvo encarcelado, los romanos despreciaban a los judíos. Los romanos eran los conquistadores, y los judíos, los conquistados. Entre los conquistados se encontraba un hombre llamado Jesús. Aunque El es ciertamente grande y maravilloso, no significaba nada para los romanos. Pero Pablo, mientras se hallaba en una prisión romana, magnificó a Cristo a tal grado que lo hizo grandioso a los ojos de aquellos guardias.

Nosotros también debemos magnificar a Cristo en nuestro diario vivir, de tal modo que El sea engrandecido a los ojos de los demás. Puede ser que sus compañeros de trabajo o de estudio menosprecien a Cristo. Puede ser que aun lo ridiculicen o tomen Su nombre en vano, quebrantando así el tercer mandamiento. Por consiguiente, usted debe hacer que otros vean a Cristo, no de manera insignificante, sino agrandada, magnificada.

Asimismo debemos magnificarle en nuestro hogar. Es probable que los padres de algunos jóvenes aún no hayan creído en Cristo y que incluso lo menosprecien. Por lo tanto, ustedes jóvenes tienen la responsabilidad de hacer que Cristo sea agrandado ante los ojos de sus padres. En lugar de conformarse con predicar a Cristo, deben magnificarlo. Debemos ver que no solamente necesitamos la vida, sino también el vivir. Si nuestro diario vivir es apropiado, Cristo será engrandecido ante los demás. Jóvenes, permitan que sus padres vean la grandeza de Cristo en ustedes.

Podemos magnificar a Cristo en situaciones donde es difícil, o aun imposible hablar acerca de El. Aunque los maestros no tengan libertad de predicar el evangelio a sus estudiantes, pueden magnificar a Cristo en sus aulas. Pueden engrandecer a este Cristo a los ojos de sus estudiantes. No creo que Pablo tuviera la libertad de predicar a Cristo en la cárcel. Al contrario, él se encontraba muy limitado y bajo una estricta vigilancia. Sin embargo, pese a tales circunstancias adversas, magnificaba a Cristo en su cuerpo, y procuraba con toda confianza magnificarlo siempre.

Pablo declaró que Cristo sería magnificado en él, o por vida o por muerte. Sin importar lo que le sobreviniera, ya fuera que siguiera viviendo o sufriera el martirio, él mantenía el firme propósito de magnificar a Cristo. Pablo magnificaba a Cristo en su vivir, lo cual significaba magnificarlo por vida. Ahora, mientras esperaba el martirio, también lo magnificaba, lo cual significaba magnificarlo por muerte. Por lo tanto, Pablo magnificaba a Cristo en su cuerpo encarcelado y encadenado, o por vida o por muerte. Esto no era una mera doctrina para él, sino una verdadera experiencia de Cristo.

En Filipenses 1:19 Pablo habla de la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. Si permitimos que la abundante suministración del Espíritu opere en nosotros, nuestro diario vivir no será el mismo. Sentiremos la carga de magnificar a Cristo siempre y con toda confianza. Al magnificarlo, los demás verán Su grandeza y lo ilimitado que es El. Magnificar a Cristo de este modo, sin duda alguna, equivale a vivirlo.

Cuando Pablo escribió su epístola a los filipenses, él ya era anciano. Seguramente los guardias pensaban que su encarcelamiento lo agotaría. Pero al contrario, Pablo estaba lleno de gozo y se regocijaba en el Señor. Estoy seguro de que él irradiaba a Cristo y lo expresaba. Dicha expresión era un testimonio viviente de la grandeza ilimitada de Cristo y una declaración de lo inagotable de Su persona.

Tarde o temprano, el amor humano se acaba, pero Cristo como nuestro amor nunca se agotará. Nuestra paciencia natural también tiene sus límites, pero Cristo como nuestra paciencia es ilimitado. Todos tenemos la capacidad de ser pacientes, pero sólo hasta cierta medida. De ahí en adelante, nos exasperamos y nos enfurecemos. Por ejemplo, un hermano puede tener paciencia con su esposa. Sin embargo, su paciencia llegará a un límite y se enojará con ella. Pero a pesar de que nuestra paciencia es tan limitada, Cristo como paciencia es inagotable e inmensurable.

Es muy probable que mientras Pablo estaba en la cárcel sufría maltratos; no obstante, al regocijarse demostró la grandeza ilimitada de Cristo. En particular, él dio testimonio de la paciencia inagotable de Cristo. Indudablemente Cristo era magnificado en el cuerpo físico del apóstol. Día tras día Pablo estaba feliz en el Señor. Su gozo no disminuía con el tiempo, y mediante su gozo, él exhibía al Cristo inmensurable que experimentaba y disfrutaba. De este modo, el apóstol expresó, presentó, exaltó y alabó a Cristo. No creo que Pablo se ofendiera con los carceleros ni que él los ofendiera a ellos. Más bien, pienso que él era un testigo viviente de Cristo que daba testimonio de la capacidad, el poder, la paciencia, el amor y la sabiduría de Cristo, los cuales son ilimitados. Seguramente los guardias consideraron a Pablo una persona extraña y peculiar, y que poseía algo que ellos no tenían. Lo que observaron en Pablo era en realidad a Cristo, siendo magnificado. En la cárcel, Pablo expresó al máximo la grandeza de Cristo. El magnificaba a Cristo con toda confianza tanto por vida como por muerte. Al magnificarlo de esta manera, el apóstol podía trascender sobre cualquier situación.


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