Información del libro

Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 107 de 120 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE CIENTO SIETE

EL SIGNIFICADO ESPIRITUAL
DE JOSE Y DE BENJAMIN
(3)

Como ya hemos recalcado, el relato de la bendición de Jacob mencionado en Génesis 49 empieza con un pecador y termina con la bendición universal y la morada eterna. Si entendemos correctamente la Biblia, veremos que toda la Biblia conduce a la bendición universal de Dios y a Su morada eterna. Por la eternidad nos encontraremos bajo la bendición universal de ser la morada eterna de Dios. Estos son los nuevos cielos y la nueva tierra con la nueva Jerusalén. Los nuevos cielos y la nueva tierra serán la esfera de la bendición universal. Estaremos bajo esta bendición con el fin de ser la Nueva Jerusalén. Según la descripción de Apocalipsis 21 y 22, en los nuevos cielos y la nueva tierra no habrá más que bendiciones. En este entorno, todo será una bendición para la Nueva Jerusalén, la morada eterna de Dios. Nosotros los escogidos de Dios seremos esta morada y estaremos bajo la bendición universal. Esta es la consumación final de la revelación bíblica.

Resulta muy interesante ver que el relato corto de la bendición profética de Jacob tiene la misma conclusión que toda la Biblia. En los primeros dos capítulos de Génesis, no figura el pecado, el cual aparece en el capítulo tres, donde el pecador era un verdadero Rubén. No obstante, en los últimos dos capítulos de la Biblia, tendremos al verdadero José y al verdadero Benjamín. Podemos decir que José es la señal de la bendición universal. Todas las bendiciones reposan sobre la cabeza de aquel que fue apartado de sus hermanos. Benjamín simboliza la morada eterna de Dios. ¡Aleluya, la iglesia en el recobro actual de Dios es una miniatura de la bendición universal y de la morada eterna! En las iglesias, tenemos bendición tras bendición, y por tal bendición somos la morada de Dios.

Estos dos asuntos, la bendición y la morada, se encuentran en las epístolas del Nuevo Testamento. Probablemente pocos cristianos han prestado atención a estos asuntos en las epístolas. Sin embargo, estas dos palabras proporcionan el bosquejo de las epístolas, pues todas ellas tratan de la bendición de Dios. Tome Efesios como ejemplo. Dice en Efesios 1:3: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”. Aquí vemos la bendición. Efesios 1:23 habla del Cuerpo, y Efesios 2:22 habla de la morada; así, ambos representan la morada de Dios. En Efesios 3:16 y 17 el apóstol Pablo ora pidiendo que el Padre nos fortalezca por Su Espíritu en el hombre interior a fin de que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones. Por lo tanto, en el breve libro de Efesios, se abarcan las bendiciones y la morada. Dios nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales a fin de que seamos Su morada.

Si usted me pregunta qué se revela en las epístolas, contestaría que allí se revelan la bendición y la morada. Aun así, necesitamos luz y visión para captar esto. Sin luz ni visión, podemos leer las epístolas repetidas veces y ver solamente cosas como la exhortación a que las mujeres se sometan a sus maridos y a que los maridos amen a sus esposas, que debemos redimir el tiempo, ser diligentes y amar al prójimo. Si vemos las epístolas con nuestra visión natural, sin luz ni visión, veremos principalmente estos puntos secundarios y no percibiremos la bendición ni la morada que se presentan en ellas. El Nuevo Testamento gira en torno a la bendición y la morada.

Génesis 49 abarca muchos puntos excelentes y maravillosos. ¡Cuánto le agradezco al Señor porque el primer hijo de Jacob fue Rubén y los dos últimos fueron José y Benjamín! Si José y Benjamín hubiesen sido los primeros dos hijos y Rubén el último, todo habría estado revuelto. ¡Alabado sea el Señor, porque antes éramos Rubén, pero ahora somos José y Benjamín! Puedo testificar que soy el Rubén y el Benjamín de hoy. Día y noche estoy bajo la bendición de Dios y soy la morada de Dios. Inclusive los jóvenes, los que cursan la secundaria, deben ser José y Benjamín. Antes de entrar en la iglesia, nunca nos dimos cuenta de lo que significan José y Benjamín. Si quienes estamos en el recobro del Señor no somos José y Benjamín, entonces ¿quiénes pueden serlo? ¿Acaso no es usted un José y un Benjamín? ¿No está usted bajo la bendición universal de Dios? ¿No es usted la morada eterna de Dios? Por ser el Benjamín de hoy, Dios mora en mí, y no simplemente en mí, sino entre mis hombros.


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