Información del libro

Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 88 de 185 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE OCHENTA Y OCHO

EL ARCA DEL TESTIMONIO
(5)

Lectura bíblica: Ex. 25:17-22

En este mensaje, seguiremos viendo el significado del arca del testimonio, particularmente la cubierta propiciatoria sobre el arca, en nuestra experiencia espiritual. En el mensaje anterior, vimos que el arca con la cubierta propiciatoria rociada con la sangre redentora es un cuadro del Cristo que mora en nuestro espíritu.

ABRE EL CAMINO AL ARBOL DE LA VIDA

El relato en 25:17-22 es breve, pero presenta un amplio trasfondo histórico. En la eternidad, Dios creó los cielos y la tierra con el hombre en el centro, para cumplir Su propósito eterno. Según Zacarías 12:1, el Señor extendió los cielos, puso el fundamento de la tierra, y formó el espíritu del hombre dentro de él. El espíritu del hombre es el órgano que recibe a Dios y que lo contiene. Puesto que la intención de Dios es impartirse a Sí mismo dentro del hombre, éste necesita un espíritu para recibir a Dios.

Antes de que Dios se dispensara a Sí mismo dentro del espíritu humano, Satanás intervino para entrar en el hombre que Dios había creado. Cuando el hombre comió del árbol del conocimiento del bien y del mal, Satanás entró en él. En los capítulos cinco, seis y siete de Romanos, el pecado que mora se refiere a Satanás que se metió en el hombre. Romanos 5:12 dice: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron...” El árbol de la vida que estaba en el jardín indica que la intención de Dios era impartirse en el hombre para ser su vida. No obstante, Dios sabía que Su enemigo actuaría primeramente para forjarse a sí mismo dentro del hombre. Satanás como esta fuente maligna es representado por otro árbol, llamado el árbol del conocimiento del bien y del mal. Cuando el hombre comió de este árbol, él fue envenenado por Satanás. De hecho, Satanás se convirtió en la naturaleza pecaminosa del hombre caído. Puesto que el hombre había caído al comer del árbol del conocimiento, Dios cerró el camino al árbol de la vida. Génesis 3:24 declara: “Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida”.

En el libro de Apocalipsis, se menciona también este árbol. En Apocalipsis 2:7, el Señor Jesús declara: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venza, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en el Paraíso de Dios”. Apocalipsis 22:2, 14 y 19 hablan también del árbol de la vida. El versículo 14 dice: “Bienaventurados los que lavan sus vestiduras, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad”. Todos estos versículos indican que algo ocasionó la reapertura del camino al árbol de la vida.

¿Quién abrió el camino? ¿Cómo se abrió el camino, y cuándo? En Hebreos 10:19-20, tenemos la respuesta a estas preguntas: “Así que, hermanos, teniendo firme confianza para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, entrada que El inauguró para nosotros como camino nuevo y vivo a través del velo, esto es, de Su carne”. El camino viviente, el camino al árbol de la vida, ha sido abierto por la sangre de Jesús. Este camino abierto se ha convertido ahora en el camino nuevo y viviente por el cual podemos entrar en el Lugar Santísimo. Por consiguiente, mediante la sangre redentora de Cristo, podemos disfrutar una vez más del árbol de la vida.

Un maestro bíblico muy conocido ha dicho que el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal eran árboles extraños, pero que él no podía decir mucho acerca de estos árboles porque ya no existen. Según él, estos dos árboles ya no existen. Pero la Biblia enseña que el árbol de la vida existirá por la eternidad. Hace diecinueve siglos atrás, cuando el Señor escribió las epístolas a las siete iglesias, él prometió que daría de comer del árbol de la vida a los vencedores. Si este árbol ya no existiera, ¿cómo podrían los vencedores comer de él? ¿cómo podrían todos los creyentes tener acceso a él en la Nueva Jerusalén?

Hoy en día muchos creyentes tienen religión, ética y moralidad. Pero en su experiencia, no tienen el árbol de la vida. Parece que el árbol de la vida no existe para ellos. ¡Aleluya, tenemos el árbol de la vida, y comemos de este árbol y lo disfrutamos! Alabamos al Señor por el camino nuevo y viviente para regresar al árbol de la vida por medio de la sangre redentora de Cristo. Si queremos apreciar correctamente al Cristo que vive en nosotros, debemos entender este trasfondo histórico.


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