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Estudio-vida de Jacobopor Witness Lee

ISBN: 0-7363-3277-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 14 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE JACOBO

MENSAJE OCHO

LAS VIRTUDES PRÁCTICAS
DE LA PERFECCIÓN CRISTIANA

(8)

Lectura bíblica: Jac. 3:1-18

En este mensaje llegamos al capítulo 3 de la Epístola de Jacobo. En los versículos del 1 al 12 de este capítulo se nos habla de refrenar la lengua, y en los versículos del 13 al 18, de conducirnos con sabiduría.

REFRENAR LA LENGUA

Es extremadamente difícil refrenar nuestra lengua. Por ejemplo, tal vez nos sorprenda descubrir que no somos capaces de dejar de hablar ni siquiera por una hora. Si no somos capaces de refrenar nuestra lengua, demostraremos que somos necios; pero si restringimos nuestra lengua, demostraremos que somos sabios. Con respecto a la perfección cristiana práctica, la sabiduría tiene que ver con restringir nuestra lengua.

En Jacobo 3, dos palabras son cruciales: lengua y sabiduría. Por muchos años yo no podía entender la última parte de este capítulo, donde se hallan los versículos que hablan de la sabiduría. La razón por la cual no podía entenderlos era que no tenía la clave. Pero ahora he visto que la clave es que la manera de obtener sabiduría es restringir nuestra lengua. La necedad tiene que ver con hablar en demasía, mientras que la sabiduría tiene que ver con refrenar nuestra lengua.

En 3:1 Jacobo dice: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos un juicio más severo”. Los maestros tienden a introducir diferentes enseñanzas, produciendo así diferentes opiniones y causando problemas y divisiones (véase 2 Timoteo 4:3; 1 Timoteo 1:3-4, 7; y Efesios 4:14).

En el versículo 1 Jacobo dice que los maestros recibirán un juicio más severo. Todo lo que digamos será juzgado, y nosotros seremos juzgados por nuestras palabras (Mt. 12:36-37).

Aunque debemos aprender a refrenar nuestra lengua en nuestra vida diaria, por otra parte, debemos animarnos a hablar en las reuniones de la iglesia. Si hacemos de esto nuestra práctica, la condición de nuestras reuniones se elevará notablemente, vendrá la bendición y los problemas serán resueltos.

Los problemas en la vida matrimonial a menudo son causados por nuestra lengua. Si el esposo y la esposa refrenaran su lengua, muchos de sus problemas se resolverían. Pero debido a que algunos tienen una lengua ingobernable, ésta crea serios problemas, los cuales podrían terminar incluso en divorcio.

Según mi experiencia en la vida humana, puedo testificar que la mejor forma de evitar los problemas es restringir nuestra lengua. Con respecto al asunto de cómo usar debidamente nuestra lengua, debemos pedirle a Dios sabiduría. La sabiduría de la que habla Jacobo en el capítulo 3 da continuidad al tema de la sabiduría iniciado en el capítulo 1. Necesitamos sabiduría para saber cómo usar nuestra lengua.

En 1:19 Jacobo dice: “Que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”. Muchas veces lo que hablamos puede despertar la ira. Pero si restringimos nuestra lengua, limitaremos la expresión de nuestro enojo. Por ejemplo, supongamos que usted está un poco molesto con cierta persona y le señala algo que ella ha hecho mal. Simplemente por hablarle de esa manera usted podría estar friccionando el “fósforo” que podría encender un gran “fuego”. Pero si se abstiene de hablarle de ese asunto, no despertará su ira. Por consiguiente, Jacobo en su sabiduría nos dice que seamos prontos para oír, tardos para hablar, tardos para airarnos.

Los hermanos casados deben practicar esto con sus esposas. Ellos deben ser prontos para escuchar a sus esposas, pero tardos para hablarles. Por ejemplo, si su esposa le presenta una queja de algo, usted será sabio si la escucha y es tardo para hablar. Pero si se apresura a hablar, podría provocar un incendio que podría acarrear serios problemas.

EJEMPLOS DE UNA LENGUA DESENFRENADA

En 3:5 y 6 Jacobo compara la lengua con el fuego: “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, todo un mundo de injusticia. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama el curso de la vida, y ella misma es inflamada por la Gehena”. La Gehena representa el lago de fuego, el infierno (Ap. 20:15). El “fuego” mencionado en el versículo 5 es un incendio destructivo con poder para extenderse, y el “fuego” que se menciona en el versículo 6 es un fuego maligno que proviene de la Gehena y que nos contamina. Tal como un incendio destructivo, la lengua propaga destrucción, y como fuego maligno, contamina todo nuestro cuerpo con males que proceden de la Gehena.

En el versículo 6, la palabra griega traducida “curso” es trocós, y se refiere generalmente a cualquier objeto redondo o circular que se mueve o gira como una rueda. En sentido figurado, denota una pista de carreras, un recorrido circular, tal como la órbita que describe la tierra al girar alrededor del sol. La palabra griega traducida “vida” es génesis, y significa “origen, nacimiento, generación”. Por consiguiente, es “la rueda del nacimiento”, lo cual se refiere figurativamente a nuestra vida humana, la cual es puesta en movimiento al nacer y rueda hasta llegar a su fin. La lengua, como fuego maligno procedente de la Gehena, enciende nuestra vida humana, la rueda, desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, de modo que el curso de toda nuestra vida está totalmente bajo la contaminación y corrupción maligna de la lengua.

En los versículos 7 y 8a Jacobo añade: “Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de reptiles, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua”. Toda naturaleza de bestias sobre la tierra, de aves en el aire, de reptiles que se arrastran en el polvo, y de seres del mar, ha sido domada por la naturaleza del hombre, la cual es más fuerte que todas las naturalezas animales. Sin embargo, ni siquiera la naturaleza humana, siendo tan fuerte, es capaz de domar la lengua.

En el versículo 8b Jacobo dice que la lengua es un “mal turbulento, llena de veneno mortal”. Por ser un mal turbulento, la lengua nunca cesa de hacer el mal. Está llena de veneno mortífero. Aquí, el mal y la muerte van a la par con la lengua, la cual difunde mal y muerte, para contaminar y envenenar a todos los seres humanos. Lo mismo ocurre aun entre los cristianos.

En los versículos del 3 al 12, al hablar del problema que representa la lengua, Jacobo muestra su sabiduría con respecto a la vida humana y usa como ejemplo veinte cosas diferentes: los frenos de los caballos, los timones de las naves, un incendio destructivo, un mundo de injusticia, el fuego que proviene de la Gehena, la rueda del nacimiento, las bestias, las aves, los reptiles, los seres del mar, la naturaleza humana, un mal turbulento, un veneno mortal, una fuente, una higuera, las aceitunas, una vid, los higos, el agua salada (amarga) y el agua dulce. Jacobo era rico en la sabiduría de la vida humana, quizás como Salomón, el rey sabio del Antiguo Testamento (1 R. 4:29-34), pero no lo era en la sabiduría de la economía divina.


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