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Estudio-vida de Filipensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0338-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 23 de 62 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE FILIPENSES

MENSAJE VEINTITRES

GANAR A CRISTO AL SEGUIRLE

Lectura bíblica: Fil. 3:12-14

I. NO PERFECCIONADOS AUN, PERO PROSIGUIENDO

En Filipenses 3:7-11, Pablo presenta la manera de experimentar a Cristo. En los versículos 12-14, él se aplica a sí mismo las palabras mencionadas en los versículos 7-11. En el versículo 12, él dice: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya haya sido perfeccionado; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús”. La palabra griega traducida “perfeccionado” significa también completado o madurado en vida. Las palabras de Pablo indican que él todavía estaba creciendo y que no consideraba haber alcanzado ya la plena madurez. Si el apóstol Pablo, quien había crecido tanto en la vida divina y había acumulado tantas experiencias de Cristo, no pretendía haberlo alcanzado ni haber sido ya perfeccionado, ¡con cuánta mayor razón nosotros deberíamos adoptar la misma actitud!

En el versículo 12 Pablo escribe: “Prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús”. El verbo griego traducido “asir” significa también ganar, echar mano o tomar posesión. También podría traducirse capturar. Pero para hacerlo más sencillo, en este mensaje usaremos simplemente el verbo “ganar”. Pablo anhelaba ganar a Aquel que lo había ganado a él. Cuando Pablo se convirtió, fue ganado por Cristo. Cristo ganó a Pablo con la intención de que Pablo lo ganara a El.

Son pocos los cristianos que hablan de su conversión de esta manera. ¿Alguna vez ha escuchado a alguien decir que cuando se convirtió, Cristo lo ganó para que él ganase a Cristo? Todos deberíamos estar conscientes de que Cristo nos ganó con el fin de que nosotros lo ganemos a El. Además, deberíamos usar las mismas expresiones de Pablo cuando hablamos de nuestra experiencia de conversión. En realidad, Cristo no nos ganó principalmente para que recibamos el perdón, la redención y la salvación, ni para que vayamos al cielo. No, Cristo nos ganó con el expreso propósito de que nosotros lo ganemos a El.

¿Se había dado cuenta de que Cristo lo ganó a usted? En el momento de su conversión, El lo atrapó y usted fue asido y ganado por El. En ese momento, el Señor tomó posesión de usted. Ahora le es imposible escaparse de El. El Señor tiene la tierra entera en Sus manos. ¿Cómo podría escaparse de El? Además, El es muy paciente con nosotros; no se ofende ni se irrita fácilmente. En ocasiones los cristianos proyectan una imagen equivocada del Señor Jesús, dejando en los demás la impresión de que el Señor se enoja tan pronto como un cristiano actúa incorrectamente. Sin embargo, el Señor es capaz de ser paciente con nosotros por mucho tiempo sin llegar a enojarse. A El no le molesta que intentemos escaparnos de El, pues bien sabe que, una vez nos haya ganado, jamás nos podremos escapar.

Cuando invocamos el nombre del Señor Jesús por primera vez, fuimos “pescados” por El. Es muy importante que invoquemos, porque al hacerlo, El nos gana. Y una vez que nos gana, ya no tenemos escapatoria. Algunos cristianos han testificado que por años trataron de mantenerse alejados del Señor, pero que finalmente tuvieron que regresar a El.

El Señor tomó posesión de nosotros para que nosotros tomemos posesión de El. Este es el propósito por el que fuimos asidos por El. Cristo desea que lo ganemos. El nos salvó con la meta de atraparnos para que tomáramos plena posesión de El. Ni el mismo Pablo, cuando escribió la epístola a los filipenses, consideraba haberlo ganado plenamente, pero proseguía con miras a ganarlo.

En Filipenses 3 Pablo usa tres verbos griegos diferentes, los cuales son traducidos como ganar, alcanzar y asir. Sin embargo, el significado de ellos es similar, ya que alcanzar equivale a ganar, y ganar es lo mismo que asir. La más fuerte de estas acciones es asir. Cristo se asió de nosotros para que nosotros podamos asirlo; El nos ganó a fin de que nosotros lo ganemos a El. Por consiguiente, la vida cristiana consiste en ganar a Cristo. ¿Cuánto ha ganado usted de Cristo? Esta es una pregunta crucial. Crecemos en vida al ganar a Cristo. La medida en que ganamos a Cristo determina la medida de nuestro crecimiento. Tenemos que ganar a Cristo a fin de crecer en vida. El crecimiento espiritual se mide conforme a cuánto hayamos ganado de Cristo.

Espero que aprovechemos Filipenses 3:12 para enriquecer nuestro vocabulario en cuanto a la experiencia de conversión y de salvación. Conforme a este versículo, convertirse a Cristo significa que El nos gana para que nosotros lo ganemos a El. Ganar a Cristo es un asunto que dura toda la vida. Día tras día debemos hacer de esto nuestra meta. Aun mientras Pablo estaba en la cárcel, él buscaba ganar a Cristo.

La palabra “si” que usó Pablo en el versículo 12 indica que él mismo no estaba muy seguro de la medida de su crecimiento. Es bueno que tengamos la certeza de que somos salvos, pero no la certeza de haber crecido plenamente en vida. Si nos sentimos muy seguros de haber crecido satisfactoriamente en vida y de encontrarnos en un nivel elevado, puede ser que en realidad no hayamos crecido lo suficiente. Más bien, lo que debemos hacer es seguir el ejemplo de Pablo y declarar juntamente con él: “por ver si logro asir aquello...”

En los versículos 13 y 14, Pablo añade: “Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya asido; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta para alcanzar el premio del llamamiento a lo alto que Dios hace en Cristo Jesús”. Pablo había experimentado a Cristo y ganado de El en gran manera; con todo y eso, no consideraba que hubiese experimentado a Cristo en plenitud o que lo hubiese ganado cabalmente. Esta era la razón por la que proseguía con todas sus fuerzas hacia la meta, que consistía en ganar a Cristo al máximo grado.

En el versículo 13 Pablo habla de olvidar lo que queda atrás. A fin de ganar a Cristo a lo sumo, el apóstol Pablo no sólo había olvidado las experiencias que había tenido en el judaísmo, sino que también se negaba a estancarse en sus antiguas experiencias de Cristo. Estancarnos en nuestras experiencias pasadas, por muy genuinas que éstas hayan sido, estorba nuestra búsqueda de Cristo.

En el versículo 13, Pablo dice que se extiende a lo que está delante. El sabía que Cristo era insondablemente rico y que Sus riquezas eran un vasto territorio aún por poseer. Por tanto, él se extendía para ver si podía llegar a los confines de dicho territorio.

El apóstol proseguía a la meta para alcanzar el premio. Cristo es la meta y también el premio. La meta es el pleno disfrute de Cristo y el hecho de ganarlo a El; mientras que el premio es el máximo disfrute de Cristo en el reino milenario como recompensa para los corredores que obtengan la victoria en la carrera neotestamentaria. Para llegar a la meta y alcanzar el premio, Pablo continuamente olvidaba lo que quedaba atrás y se extendía a lo que estaba delante. Esto es lo que significa ganar a Cristo siguiéndole.

Pablo era un creyente maduro y un apóstol con mucha experiencia, y aun así declaró que todavía no lo había alcanzado, ni había sido plenamente perfeccionado. El no consideró ya haber obtenido el deleite pleno de Cristo, ni la plena madurez en vida. Por supuesto que había recibido la salvación común, por medio de la fe común (1 Ti. 1:14-16), pero todavía seguía a Cristo con miras a ganarlo. Además, lo buscaba para obtener la porción especial de la resurrección. Si hemos de recibir esta porción, llamada la superresurrección, debemos proseguir, correr y terminar nuestra carrera triunfalmente.

Al igual que Pablo, nosotros también fuimos regenerados, pero aún no hemos sido perfeccionados ni hemos llegado a la plena madurez en la vida divina. Cuando nos convertimos, fuimos ganados por Cristo para ganarlo a El. Pero como todavía no hemos sido plenamente perfeccionados, seguimos en pos de Cristo.


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