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Estudio-vida de Levíticopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6571-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 17 de 64 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE LEVÍTICO

MENSAJE DIECISIETE

LA OFRENDA DE PAZ:
CRISTO COMO PAZ
ENTRE DIOS Y EL PUEBLO DE DIOS
PARA QUE AMBOS DISFRUTEN EN MUTUA COMUNIÓN

Lectura bíblica: Lv. 3:1, 5-7, 12; 6:12; 7:37

Todo lo dicho en Levítico referente a las ofrendas fue hablado por el Señor en una pequeña tienda, la Tienda de Reunión. En el desierto, lejos de millones de personas que se encontraban ocupadas en tantas cosas, el propio Dios que creó el universo entró en una pequeña tienda. Todo lo que el Dios Triuno habló allí fue dicho para la eternidad. Por medio de estas maravillosas palabras de Dios, aquella pequeña Tienda de Reunión poco a poco se convertirá en la Nueva Jerusalén. Cada aspecto de este hablar referente a Cristo y al disfrute que nosotros, juntamente con Dios, tenemos de Cristo se cumplirá en la Nueva Jerusalén. Allí, en la Nueva Jerusalén, sin duda comprenderemos que Cristo es nuestro holocausto, nuestra ofrenda de harina, nuestra ofrenda de paz, nuestra ofrenda por el pecado, nuestra ofrenda por las transgresiones, nuestra ofrenda mecida y nuestra ofrenda elevada. Al final, todas estas ofrendas redundarán en la Nueva Jerusalén.

En Levítico, las ofrendas siguen una secuencia particular. Primero vemos el holocausto, luego la ofrenda de harina, y después la ofrenda de paz. El holocausto significa que debemos vivir absolutamente entregados a Dios, y la ofrenda de harina indica que Cristo es nuestro alimento diario. Cuando llevamos una vida de absoluta entrega a Dios y vivimos alimentándonos de Cristo, el resultado es paz. Tenemos paz con Dios y unos con los otros. Esto significa que cuando Cristo nos satisface, Él llega a ser la paz entre nosotros y Dios. Hoy estamos en esta paz, la cual es Cristo.

Cristo es Aquel por el cual y mediante el cual llevamos una vida de absoluta entrega a Dios y delante de Dios. Cristo es también Aquel de quien nos alimentamos cada día. Él es nuestra comida diaria. Ahora este Cristo es la paz que disfrutamos con Dios y unos con otros. Así que, el holocausto, la ofrenda de harina y la ofrenda de paz son las ofrendas básicas que nos permiten disfrutar a Cristo como nuestra paz con Dios y unos con otros. Éste es el significado de la secuencia de estas tres ofrendas.

Cuando nos salimos de Cristo, no tenemos paz. Si estamos escasos de paz, estamos escasos de Cristo. La medida de paz que tenemos depende de cuánto Cristo tenemos. Por consiguiente, la paz es un factor que nos muestra en qué grado disfrutamos a Cristo.

No hay razón para que los miembros de la iglesia no tengan paz. No debemos intentar tener paz por nuestros propios esfuerzos. Cuanto más nos esforcemos por tener paz, menos paz tendremos. La única forma de tener paz consiste en disfrutar a Cristo cada día. Por la mañana, debemos tomar a Cristo como nuestro holocausto y ofrecerlo para satisfacer a Dios. Luego, debemos tomarlo como nuestro alimento diario para suplir las necesidades específicas de ese día.

Debemos disfrutar a Cristo hoy y olvidarnos del día de ayer y del día de mañana. El día de ayer ya pasó, y aún no ha llegado el día de mañana. Puesto que el día de ayer ya pasó, ninguno de nosotros debe permanecer más en él. Si ayer fracasamos o tuvimos éxito, eso ya pasó. Como cristianos, no tenemos el día de mañana; sólo tenemos el día de hoy. No se preocupen por el día de mañana: ¡vivan hoy! ¿Qué tenemos hoy? Tenemos a Cristo. Cristo es el hoy.

Hemos visto el significado de la secuencia de las primeras tres ofrendas. Consideremos ahora algunos asuntos relacionados con la ofrenda de paz.

I. ILUSTRADA POR EL BECERRO GORDO
QUE ES DISFRUTADO APACIBLEMENTE
POR EL PRÓDIGO QUE RETORNA
Y EL DIOS QUE LO RECIBE EN LUCAS 15:23-24

La ofrenda de paz está ilustrada en Lucas 15:23-24 por el becerro gordo que fue disfrutado apaciblemente por el hijo pródigo que retornaba, o sea, el pecador, y el padre que lo recibe, o sea, Dios. El hijo pródigo regresó en una condición lamentable, pero el padre fue amoroso y lo recibió inmediatamente. Después que el padre recibió al hijo pródigo, se le dio muerte al becerro gordo para el disfrute de ellos. Este becerro gordo muestra que Cristo es nuestra ofrenda de paz, la cual podemos disfrutar con el Dios que nos recibe. El padre y el hijo que regresaba disfrutaron ricamente de la ofrenda de paz.


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